El misterioso asesinato de la presidenta (y II)

Montserrat González asesina confesa, su hija Triana Martínez y la policía Raquel Gago
photo_camera Montserrat González asesina confesa, su hija Triana Martínez y la policía Raquel Gago
El misterioso asesinato de la presidenta de la Diputación Provincial de León, Isabel Carrasco, aunque desde el principio estaba prohibidísimo que se pensara o se escribiera como un crimen político, continúa generando tanta tinta como morbo.

Las calles, en sol y

sombra, seguían, de todas maneras, al margen, cuchicheando por doquier una

versión distinta del crimen que hablaba de odios femeninos instrumentalizados,

de cuchillos de partido y de crematorio fuego amigo.

Y sí, en medio de la herrumbre luminosa de junio de 2016, y una vez ya celebrado el juicio con jurado, vio la luz el libro de Javier Tomé "El crímen de Isabel Carrasco. Una conjura envenenada" (Eolas Ediciones).

Se trata de un texto con mucha perspectiva y sin cariz de juicio paralelo, uno de capítulos cortos e insinuaciones largas, que analiza a la víctima, a las autoras juzgadas, el juicio y el contexto. En ningún momento pone en cuestión la verdad policial ni judicial, sino que las subraya: ha sido una "trágica historia de rencor, odio y venganza". Pero carga las amarillas y gacetilleras tintas del morbo con maestría.

Este libro decide presentar el caso como un docudrama a lo Truman Capote en "A sangre fría", mezclado con el costumbrismo periodístico genial de Larra. Y, aunque el texto tiene momentos notables (por ejemplo cuando presenta el caso, no por su interés judicial, que también, sino por ser un "Shakespeare en alpargatas"; o cuando hace historia de la víctima como una "Thatcher leonesa" o "un veneno en frasco pequeño"; cuando habla de "la batalla de la verdad", etc), desde luego, no llega a la altura de Capote y Larra.

En esencia, en vez de en

un docudrama, en realidad convierte el caso casi en un folletín. Pero tampoco

se atreve este libro a hacerse las preguntas que la ciudadanía se estaba

haciendo sobre el caso.

Muerte en León

Seguidamente, en noviembre de 2016, el británico Justin Webster ("la objetividad siempre tiene que venir desde fuera", escribió Dostoyevski), uno de los referentes de la no ficción y el documental de los últimos años (cuyo nombre es una garantía de imparcialidad), estrena "Muerte en León" (Movistar).

Se trata de una docuserie

true crime,de cuatro capítulos,

que repasa, no sólo la historia del crimen, del juicio y de las circunstancias

que rodean este caso, sino que aporta una investigación paralela propia que

hace ver las sombras que hubo en la investigación oficial. De hecho, ya que la

clave para saber donde estuvo Triana en todo momento fue su teléfono móvil y

las llamadas entrantes y salientes de ese móvil, estos investigadores

encuentran una prueba no investigada por la policía ni tenida en cuenta en el

juicio por ninguna de las partes: el 20% de las llamadas entrantes y salientes

del teléfono de Triana eran a un mismo número, el de alguien a quien no se

investigó por parte de la policía, ni declaró en el juicio y ni siquiera fue

nombrado en el juicio. ¿Por qué no? ¿Y, quién era? ¡Misterio!

La docuserie señala que

existió ese número de teléfono, al que la condenada encarcelada llamó 241 veces

entre el 1 de enero y el 12 de mayo de 2014, día del crimen, y el cual no se

investigó. ¡Y eso que incluso hablaron el día del crimen!

Hay quien apuntaba

entonces, que tal número pertenecía a alguien del entorno de la Junta de

Castilla y León; y sí, sabemos ya que tal número era el de Luis Estébanez, asesor

del entonces presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla y León Juan,

Vicente Herrera.

¿Por qué no se investigaron

esas llamadas?, termina preguntándonos el documental.

Caso cerrado

Prueba de las dudas que aún fermentan sobre el crimen de León es que la serie, la cual estaba dotada de ritmo, atmósfera, intriga y nervio narrativo y por eso llegó a ser una obra de culto, se ha convertido ahora, en 2019, en una película documental (con pericia narrativa, morbo e impacto emocional) estrenada en cines con el título de "Muerte en León. Caso cerrado".

Es un artefacto fílmico fascinante, matizado y que, más allá de que hable de asesinas y se atreva a preguntarse si hubo o no también inductores, retrata lo concreto con tal maestría que lo trasciende para convertirse, sobre todo, en espejo de las esquinas oscuras de la condición humana. Es el asesinato de la política del PP, Isabel Carrasco, y el posterior juicio contra sus tres implicadas, y es ya, gracias a los excelentes guionistas e investigadores, Webster y Bach, nuestra Fargo, nuestra Wild Wild Country, nuestra Making a Murderer y nuestra Un pez llamado Wanda, con toques de Sexo en Nueva York (los looks de la víctima, ¿es posible no comentarlos?), y es también nuestro Surcos y nuestra Calle Mayor. Sí, es mezclar La España Vacía de Sergio del Molino con Cosa de Hembras porque, como señalan no pocos de quienes ya la han visionado, con "Muerte en León" hay momentos en que te ríes (no deberías, pero lo haces), además de inquietarte, conmoverte, asombrarte y estremecerte.

Habida cuenta de todo

esto, de la literatura realista y los documentales de investigación que han

venido surgiendo desde hace ya cinco años, creemos que ya la realidad y la

objetividad han tenido su oportunidad en toda esta época de conservadurismo

liberal o desmadre dentro de un orden. Y, sí, ahora le toca a la ficción.

¿Para cuándo una gran

novela negra con aroma y atmósfera sobre este caso que luego se pueda adaptar

para el cine y llevar a la gran pantalla?

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