La hermana de la parricida de Girona empezó a tramitar su incapacidad hace un mes

Protesta ante el ayuntamiento de Girona por la muerte de la niña de 10 años ahogada por su madre
photo_camera Protesta ante el ayuntamiento de Girona por la muerte de la niña de 10 años ahogada por su madre
La mujer acusada de matar a su hija de 10 años recibió el alta de un centro psiquiátrico el 24 de diciembre y el 27 del mismo mes, acudió a urgencias con ideas suicidas. Tres días después, suministró 80 pastillas a su hija y la ahogó en la bañera.

La hermana de la vecina de Girona que el pasado 30 de diciembre mató a su hija de 10 años, dándole de beber un vaso de agua con 80 pastillas antidepresivas trituradas y para luego ahogarla en la bañera, había empezado los trámites para incapacitar a la mujer de los cuidados de su hija. 

La parricida confesa, Maria Àngels, compareció este jueves ante la titular del Juzgado de Instrucción, número 1, de Girona, quien ordenó su ingreso en prisión. La mujer confesó entonces que la relación con su hermana «no había sido muy buena» porque era consciente de que quería incapacitarla. La hermana y su familia eran quienes se hacían cargo de la pequeña cuando la madre era ingresada para recibir tratamiento psiquiátrico, mientras que el padre había alquilado un piso cerca de ellas desde el divorcio, hacía un año, pero el día de los hechos estaba de viaje por temas de trabajo.

La parricida confesa, que había estado ingresada en varias ocasiones con tratamientos psiquiátricos desde que, en 2013, intentó quitarse la vida, según fuentes judiciales, salió del último internamiento el pasado 24 de diciembre. Tres días después, el 27, se presentó en urgencias con ideas suicidas, y el 30 mató a su hija.

Compareció con total frialdad

La detenida, en prisión sin fianza desde este jueves, no se arrepintió de lo sucedido ni ante el juez ni en la reconstrucción de los hechos realizada en su casa. De hecho, el fiscal del caso, Enrique Barata, aseguró que la acusada mostró una «frialdad emocional terrible». Y es que, ante el juez, la acusada dijo que «lo veía negro, que se veía desesperanza y con sensación de ruina».

Enrique Barata ha explicado, además, que, a la espera de tener el expediente de incapacitación que se inició hace un mes, se desconoce «si se había pedido una incapacitación total, y por lo tanto también se incluía la custodia y el cuidado de la hija, o era solo una curatela para administrar los bienes —de una herencia recibida—». Fue precisamente el fiscal, quien solicitó, a la espera de conocerse el tipo de incapacitación otorgado, la prisión sin fianza para la mujer de 49 años. Finalmente, la juez, en su auto, decretó su internamiento provisional en el Centro Penitenciario Puig de les Basses, de Figueres. La médico forense que examinó a la investigada el día de los hechos dictaminó que «no presenta alteraciones psicopatológicas agudas», por lo que no hace falta que ingrese en un psiquiátrico, como había pedido su abogado, David Muñoz, pero «sí debe permanecer en un entorno controlado».

La juez considera que los hechos protagonizados por Maria Àngels F. son constitutivos de un delito de asesinato, que comporta una pena de prisión de 20 a 25 años.

La familia acudió al minuto de silencio

El martes al mediodía, un centenar de amigos y conocidos de la familia se reunieron en la plaza del Vi de Girona para asistir a un sentido minuto de silencio. Dos mujeres se abrazaban desoladas en el centro de la plaza. Se trataba de la hermana de la acusada y su hija, una joven que últimamente cuidaba en cuerpo, corazón y alma de su prima pequeña, de tan solo 10 años, y que se iba a convertir en su tutora legal en cuanto finalizaran los trámites para declarar incapacitada a su tía, a la que iban a retirarle la custodia de la menor. La acción tenía como objetivo proteger a la madre de sí misma, no tanto a su hija de la mujer. 

Tras su detención el lunes, después de que la mujer no sólo confesara los hechos, sino que relató lo sucedido por mensajes al periodista, Albert Soler, un forense determinó que la parricida estaba en condiciones de asistir a la reconstrucción del crimen. La mujer se mostró plenamente consciente de lo que acababa de hacer. No se inmutó cuando el comedor de su casa se llenó de facultativos del Servei d’Emergències Mèdiques (SEM) que trataron durante dos interminables horas de lograr el milagro de salvar la vida a la pequeña. La detenida pidió salir a la calle a cara descubierta. «Hay periodistas allí fuera. ¿La cubrimos?», le preguntaron los Mossos. Ella se negó.

Su confesión a Albert Soler

Durante su conversación escrita con el periodista, Albert Soler, la parricida aseguró que la había matado porque no podía hacerse cargo de su hija, cuando en realidad, quien se ocupaba de la niña, era su sobrina. Soler se quedó paralizado. No conocía el apellido completo de la mujer ni dónde vivía. Al final, cerca de las 15.00 horas —una hora después de sucederse el crimen—, la investigada contactó de nuevo con el periodista para pedirle el teléfono de los Mossos d’Esquadra, y fue entonces cuando la parricida accedió a darle la dirección y pudo alertar también a la Policía.

Varias personas que hablaron con la mujer después del crimen, desde la vecina de rellano que acudió al auxilio de la niña, a los Mossos y sanitarios que coincidieron con ella en el piso, explicaron que, pese a la coherencia en el relato de lo que había hecho, «estaba inmersa en una realidad paralela, sin conciencia de las consecuencias».

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