Agentes de la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra han desarticulado una organización criminal transnacional dedicada al cultivo y tráfico de marihuana. Como muchos otros grupos del crimen organizado internacional, estos delincuentes de origen albanés y español habían decidido aposentarse en las provincias de Barcelona y Girona, donde plantaron dos macroplantaciones en zonas boscosas, alejadas de los núcleos urbanos. Ambos cultivos albergaban entre 14.000 y 19.000 plantas, según constataron los agentes que las intervinieron.
Cabe mencionar que este operativo forma parte de una segunda fase de investigación, iniciada el pasado mes de septiembre, cuando los agentes desmantelaron la primera plantación de dicha organización (con 14.000 plantas en distintas fases de crecimiento). Ya entonces se detuvo a un hombre, de nacionalidad española, presunto responsable de custodiar las plantas: un cultivo exterior, camuflado con la maleza que rodeaba la zona.
Crecimiento de las plantaciones en el norte de Catalunya
Con el avance de las pesquisas, se llevó a cabo la explotación de la segunda parte de la operación, en la que los agentes de ambos cuerpos detuvieron a 7 personas y desmantelaron otras plantaciones de marihuana en Girona y Barcelona, con más de 19.000 plantas. Asimismo, realizaron 3 registros simultáneos en los domicilios de los principales líderes de la organización
A raíz de este operativo, los agentes advirtieron un crecimiento de cultivos de marihuana en la zona norte de Catalunya, concretamente en áreas boscosas. En este sentido, observaron que las organizaciones dedicadas a este tipo de ilícitos solían emplear chalés en urbanizaciones aisladas, de difícil acceso, ubicadas en zonas montañosas cercanas a los núcleos urbanos para evitar llamar la atención de la policía. Asimismo, en la mayor parte de los casos, estas plantaciones disponen, como viene siendo habitual, de un enganche fraudulento del fluido eléctrico de cara a maximizar los beneficios.
Albaneses aliados con españoles
Tras varias gestiones policiales, los agentes constataron que la organización investigada estaba dirigida por ciudadanos albaneses y españoles y que los principales organizadores de las partidas de estupefaciente estaban asentados en la provincia de Girona. Según las averiguaciones de los investigadores, los albaneses eran quienes tenían los contactos con otras organizaciones criminales asentadas en España, cuyos vínculos les permitían dar salida hacia Europa a toda la sustancia estupefaciente. Mientras, los españoles, por su parte, eran los que facilitaban al resto de miembros del grupo la logística necesaria para instalar las plantaciones de marihuana en la zona de Girona y Barcelona, proporcionándoles alojamiento y vehículos.
En este sentido, ya lo advertía el Inspector de los Mossos Toni Salleras a eltaquigrafo.com, se ha creado una especie de alianza entre las mafias transnacionales recién llegadas a Catalunya y los productores locales. “Las organizaciones criminales les compran la producción a los productores locales, estableciendo así sinergias entre los grupos extranjeros y nacionales. Los primeros les pagan buenas cantidades de dinero para que los segundos cultiven la droga por ellos en las plantaciones que ya tienen instaladas por todo el territorio catalán”, añadía el Inspector, Jefe del Área Central de Crimen Organizado de los Mossos.
Más violencia
Por otra parte, la investigación también reveló que la organización desarticulada se había visto involucrada en luchas por robos de droga con otras organizaciones con las que se encontraba en conflicto. En este sentido, también explicaba Salleras, desde la irrupción de estas mafias en Catalunya se han aumentado los ‘narcoasaltos’ y la violencia desencadenada por su llegada en este mismo territorio.
Su presencia, por lo tanto, se traduce, por un lado, en un indudable aumento de la ‘narcoviolencia’. En 2020, aun en plena pandemia y con todas las restricciones de movilidad que se vivieron, se registraron 102 incidentes relacionados con la marihuana. El 95% fueron ‘narcoasaltos’. Y, por otro lado, en la corrupción de actividades y sectores relacionados con su labor criminal: lampistas, servicios de inmobiliarias, transportistas e, incluso, policías, como se constató a finales de octubre con la detención de varios policías locales en Llinars del Vallès.