La mujer que okupó el piso de Leganés (Madrid) de la anciana a la que asistía y limpiaba cuando esta murió en marzo ha abandonado la madrugada de este sábado la vivienda junto al resto de inquilinos.
Aun haber acordado su marcha el lunes, lo hicieron antes, de noche y de forma discreta. Llamaron a la familia de la propietaria y, sobre las 02.00 de la madrugada, les entregaron las llaves. También firmaron un documento en el que reconocían que renunciaban a la posesión de la casa. A continuación, la hija de la propietaria del inmueble cambió las cerraduras e instaló una alarma.
Tras días de protestas vecinales e intentos fallidos de negociación, abogados de la familia, con la colaboración de la Policía, consiguieron que Rosa Abigaíl, la asistenta okupa, se comprometiera a dejar el piso «sin dinero ni otras contraprestaciones». Supuestamente, hace unas semanas había pedido hasta 15.000 euros para dejar el piso, según Europa Press.
Todo empezó en marzo
La situación se remontaba a marzo de este año, en el punto álgido de la pandemia. El día 30, falleció en su casa de Leganés, Pilar, una mujer de 75 años, por posible COVID-19, según recoge el parte de defunción. En esa época, también su hija Rosana, que vive en otra casa, resultó contagiada y pasó 40 días en el hospital, más otros dos meses de rehabilitación.
Pasado ese tiempo y ya recuperadas las fuerzas, Rosana se enteró de que Rosa Abigaíl, una mujer peruana de 33 años que asistía y ayudaba en la limpieza a Pilar, había ordenado la incineración de su madre «alegando que no tenía hijos», había cambiado la titularidad de los suministros y del seguro «como beneficiara única».
Además, la asistenta residía desde entonces en la vivienda junto a otras cinco personas «a las que subarrienda las tres habitaciones», según ha relatado a Europa Press, Juan José, la actual pareja de Rosana, a la que tampoco daba objetos personales ni las cecinas de la fallecida.
Entonces, presentaron una denuncia en comisaría por usurpación de vivienda y por suplantación de identidad contra Rosa, y otra ampliada contra la empresa funeraria por cremación sin consentimiento familiar y por profanación de cadáver.
¿Homicidio?
Según indican, han comprobado que, sin permiso, Rosa Abigaíl puso a su nombre los recibos de luz y agua el 20 de marzo, diez días antes del fallecimiento de la dueña de la casa. Además, algunos vecinos vieron a Pilar comprando el pan el día antes de su muerte.
Por ello, a Juanjo «no le cuadra» que pudiera morir de una enfermedad como el coronavirus, que tiene un proceso terminal alargado, un día después de pasear por la calle en aparente buen estado de salud.
Con todo esto, junto a otros indicios que no quieren desvelar, han contactado con un letrado para recabar pruebas y testimonios con los que poder acusar a Rosa Abigaíl de un posible delito de homicidio. El problema es que, al acabar incinerado el cuerpo, es mucho más difícil recabar pruebas contundentes que avalen esta tesis.
En manos de la Justicia
El caso está ya judicializado por el tema de la usurpación, pero la Policía Nacional no ha abierto ninguna investigación, de momento, por homicidio.
El novio de la hija de la fallecida, en cambio, asegura que Rosa no era interna y solo iba dos horas al día a limpiar en esa casa desde hacía solo siete semanas y que no pasaba la noche allí. Tienen que averiguar si, como decía, era trabajadora social de la Comunidad de Madrid. También considera que la investigación por presunto homicidio comenzará en el momento en el que aporten las pruebas e indicios que están recabando.
Desde entonces, su prioridad ha sido recuperar la vivienda familiar. Y aunque ya lo han conseguido, han confirmado que continuarán los procesos judiciales. «Ella nos pedía que retiráramos la denuncia contra la funeraria, pero no lo vamos a hacer. Y estamos recabando pruebas para investigar la muerte de mi madre», ha indicado Rosana a Europa Press.