El robo de cobre, aunque parece haber desaparecido del foco mediático, sigue siendo una realidad y siguen existiendo grupos organizados muy sofisticados dedicados, de forma exclusiva, a su extracción. Si bien Adif y toda su infraestructura ferroviaria hace cerca de un año que no sufren ningún robo significativo, según han explicado fuentes de la propia empresa a eltaquígrafo.com, los ladrones de este metal parecen haber diversificado su campo de actuación, centrándose, según ha explicado también a este medio el abogado, Borja Hernández Meca,en la extracción de cobre en zonas rurales.
«Será por la menor presencia policial o por la facilidad a la hora de realizar la extracción, que estos grupos organizados se están centrando en el robo de cobre en zonas más rurales» afirmaba el abogado especializado en derecho penal. «Es más —añadía— hemos tenido casos en el despacho de robos con violencia en domicilios rurales donde los asaltantes han dejado pasar grandes televisores, tablets o smartphones y tan solo se han centrado en robar toda la instalación de cobre».
Contemplado en el Código Penal
Hernández Meca también explicaba, a preguntas de este medio, que tanto el hurto como el robo de cobre se encuentran especificados claramente en nuestro Código Penal. «Tras la última modificación del Código Penal (CP), se empezó a contemplar este delito, en concreto, como un tipo específico. Se contempla el hurto cuando no se ha ejecutado ni fuerza ni violencia ni intimidación sobre las personas o los objetos para extraerlo, y robo, cuando sí que se ha empleado fuerza o intimidación, causando destrozos considerables. Las penas varían de uno a tres años en caso de hurto, al considerarse un delito menor, y de dos a cinco años, en caso de robo», detallaba.
Este delito no solo está contemplado como tal en el CP, sino que tiene agravantes en caso de haberse cometido, explica el abogado, en zonas rurales, provocando un grave perjuicio en las instalaciones de casas rurales o zonas dedicadas a la agricultura o la ganadería. Hernández coincidía con el director de este medio, Carlos Quílez, en afirmar, como lo hizo el periodista en La Sexta, esta misma semana, que tras este delito se mueve un mercado multimillonario y que tras muchos años de descontrol y de compraventa desmesurada, los cuerpos policiales y la Justicia han puesto mano dura no solo contra las mafias de extracción, sino contra los compradores que en «la mayoría de las ocasiones, sabían de la procedencia ilícita del cobre que estaban comprando», se atreve a afirmar el abogado. En este sentido, fuentes de Adif aseguraron que todo su cobre viene marcado e identificado, por lo que durante los años que el robo de cobre de instalaciones ferroviarias era algo demasiado habitual, los compradores podían observar que los rollos de cobre que estaban adquiriendo eran robados.
Hernández Meca explica que mucho de este material robado se enviaba a otros países donde el control era menos exhaustivo, «en países de Europa del Este o en China se puede introducir bien y no se realizan tantos controles», matiza, «tanto para vender en el mercado negro, como para fundir y poder reutilizarlo».
Entre 5 y 20€ el kilo de cobre
El precio del cobre, como todo, varía según la ley de la oferta y la demanda, pero tanto el abogado como con información obtenida a través de informes publicados por los distintos cuerpos policiales de nuestro país se puede saber que el valor oscila entre los cinco y los 20 euros el kilo. Cabe tener en cuenta, contaba en La Sexta el director de este medio, que se roban toneladas y toneladas de este metal y que, tras estos robos «existen mafias dedicadas exclusivamente a su extracción, muy bien jerarquizadas», matizaba Hernández Meca.
De hecho, el abogado explicaba que el hecho de existir bandas organizadas dedicadas de forma única al robo de cobre hace que «entren en juego otros delitos como el de pertenencia a organización criminal o el de receptación que incluiría a la persona o personas que se encargan de recibir esta mercancía sabiendo que es robada, de esconderla o de transportarla». Habitualmente, explica el penalista, estas organizaciones cuentan con el apoyo de una red de personas muy extensa, con funciones muy específicas: vigilar, buscar objetivos, extraer el cobre, transportarlo, etc. «Contando con la ayuda de delincuentes profesionales que colaboran en todo el proceso y facilitando apoyo o infraestructuras, están cometiendo este delito de receptación", afirma.
Las mafias se adaptan a nuevas realidades
Si hace tan solo un año, Adif y toda su estructura ferroviaria eran el blanco por excelencia de estas organizaciones, lo cierto, según fuentes de la propia red ferroviaria, coincidiendo con lo explicado por el abogado penalista, Borja Hernández Meca, es que los robos en la infraestructura de Adif se han convertido en hechos muy puntuales. «Estos ladrones se han tenido que adaptar y la toma de más medidas de seguridad por parte de la red de trenes limitó mucho su campo de actuación.
La colaboración con los cuerpos policiales y la persecución de estas mafias hizo que adoptaran un plan B, centrándose, parece ser, en las zonas rurales», explicaba el abogado a raíz de su experiencia profesional. «Vieron que era mucho más sencillo actuar en zonas menos pobladas, con menos presencia policial y en las que era más fácil estudiar las rutas de las patrullas para poder atacar en aquellos momentos que habían observado como menos vigilados». De todos modos, en el último año, según fuentes policiales, se ha podido detener a 1.500 personas relacionadas con estas organizaciones en toda España y recuperado 2.500 toneladas de cableado de cobre.
Fuentes de Adif, por otro lado, reconocían a eltaquigrafo.com que aun sin saber el motivo por el que el robo de cobre en sus instalaciones había disminuido, este hecho era una realidad. «Hace un año que no tenemos un robo de grandes dimensiones y sí que es cierto que cuatro o cinco años atrás sufrimos de forma reiterada ataques en nuestras instalaciones, provocando un grave perjuicio tanto a los usuarios como a nuestras instalaciones, pero quizá las muchas medidas de seguridad y la dificultad de extraer el cobre de nuestras catenarias sin quedarse frito en el intento han disuadido la idea de atacarnos», suspiraba aliviada esta portavoz de la empresa de infraestructuras ferroviarias.