Los riders de ‹Glovo›, usados como camellos «sin saberlo»

Un rider de Glovo
photo_camera Un rider de Glovo
El confinamiento y las restricciones de movilidad han impedido que los camellos puedan moverse libremente. Por eso, las mafias del narcotráfico local se aprovechan de los ‹riders› para hacer sus entregas. En la mayoría de los casos, los repartidores ni siquiera son conscientes de lo que están repartiendo.

La gran mayoría de los riders (repartidores) interceptados por la Policía con sustancias estupefacientes entre la mercancía que transportaban, ni siquiera eran conscientes de ello. Los sindicatos de este colectivo, tan sumamente castigado por sus pésimas condiciones laborales, están hartos. Ahora, en pleno confinamiento por la crisis del coronavirus, no solo tienen que luchar para obtener las medidas básicas de protección para que los repartidores trabajen con unos mínimos de seguridad, sino que, además, tienen que soportar como son usados por las mafias del narcotráfico local para transportar, de forma camuflada, la droga entre la mercancía que reparten. 

Y, aunque esta práctica lleva meses en el ojo del huracán, lo cierto es que, con el confinamiento y el decreto del Estado de Alarma, dicha práctica se ha incrementado considerablemente, ya que los camellos —encargados, en condiciones normales, de repartir la droga— no pueden moverse con tanta facilidad.

De hecho, eltaquigrafo.com ya alertó de ello hace meses y sobre como esta practica de «narcoservicio a domicilio» se había extendido, según afirmaron fuentes policiales, a zonas de la Mina, en Sant Adrià de Besòs; la Zona Franca o Ciutat Vella, estas últimas, en Barcelona. Estas fuentes policiales son las mismas que ya por entonces alertaron sobre el desconocimiento que tienen los riders, que no son conscientes de que las mafias los usan como «camellos de última generación». 

«El rider no sabe qué está transportando»

Mario Di Palma, uno de los representantes de la Asociación de Riders Autónomos, entidad que representa a nivel nacional a repartidores de distintas empresas, ha explicado en una entrevista con este medio que el problema recae en que «el rider no sabe exactamente lo que está transportando, porque, además, las condiciones de la empresa prohíben que se puedan abrir los paquetes». 

«Por suerte —prosigue— un grupo de repartidores a quienes no les cuadraban las comandas que recibían, por cuestión de pesos, olores, etc., decidieron abrir los paquetes y hallaron la droga en su interior». En estos casos, explica Di Palma, lo que el repartidor debe hacer es avisar a la Policía y es ella la que se encarga del paquete y de investigar tanto al emisor como al receptor de dichas sustancias; «pero no siempre sucede esto. La mayoría de las veces nuestros repartidores son interceptados por la policía y el problema es no poder justificar de dónde ha salido esa droga». 

«Por cuatro duros se aprovechan del servicio»

Esta práctica totalmente ilegal, que Di Palma critica y lamenta con contundencia, se ha incrementado durante el confinamiento y, sobre todo, en los repartidores de la empresa Glovo, ya que, a diferencia de otras, como Uber o Deliveroo, éstos transportan todo tipo de mercancías de un punto a otro. «El problema lo padecen, sobre todo, los glovers,porque trabajan tanto para empresas de restauración como para particulares y se basan, únicamente, en la descripción que el cliente da por la app». 

«Por cuatro duros, los camellos, que ahora no pueden moverse, se aprovechan de nuestro servicio», lamenta Di Palma, que critica de forma contundente a todos aquellos que consideran que los riders favorecen a las mafias del narcotráfico, insistiendo en que ellos suelen ser las víctimas «por las condiciones laborales y por no saber, en la mayoría de los casos, lo que estaban transportando». 

Según fuentes policiales consultadas por este medio, para poner en marcha este sistema se necesita, indispensablemente, el concurso o la anuencia del repartidor, pero en muchos casos, aunque no pueden determinar el porcentaje, el repartidor no tiene por qué ser consciente de que es utilizado como camello. Algunos, según los investigadores, son usados sin saberlo.

‹Glovo› dice estar trabajando en ello 

Glovo, por su parte, asegura que ya está trabajando con las autoridades para poner fin a este problema y que ya ha establecido un protocolo para proceder en el caso de que los repartidores se den cuenta de que sucede algo extraño con sus pedidos. Sin embargo, asociaciones como las de Di Palma u otras, como Riders x Derechos, lamentan que no todos los repartidores están enterados de estos protocolos y remarcan el hecho de que, por norma, los glovers no pueden abrir los paquetes. 

Los distintos cuerpos policiales, en el marco de la vigilancia por el decreto de Estado de Alarma y la reducción de la movilidad, han aumentado también los controles a los riders. Les dan el alto con facilidad para comprobar el interior de sus mochilas amarillas que, con la poca gente que corre por la calle, resaltan todavía más. 

Práctica extendida a grandes ciudades

Barcelona, Madrid o Bilbao son algunas de las ciudades donde esta práctica se ha extendido más durante las últimas semanas. En este sentido, El País publicaba esta semana una información en la que se explicaba cómo la Policía Nacional había interceptado a dos repartidores con algo más que comida y medicamentos en sus paquetes. 

En uno de los casos, fue el propio repartidor el que se dio cuenta de lo que pasaba. Vio que el paquete que transportaba no coincidía con la especificación del envío, por lo que miró lo que era y se encontró con un envase de cacao. Dentro había un trozo de sustancia sólida blanca (droga sintética), junto con un bote con líquido (al parecer ácido gamma-hidroxibutírico o GHB). «Hay diversas formas de comprar droga, pero la de Glovo es la que está ocurriendo mucho», apuntaba una portavoz del CNP, sin dar más detalles.

En Bilbao, la Policía Municipal también decomisó dos tabletas de hachís en un envío realizado por la empresa de reparto Glovo. El suceso se produjo el pasado miércoles, a las 19.45 horas.

Un ciclista repartidor de la empresa Glovo recibió un encargo en su móvil para recoger un paquete que contenía, supuestamente, un CD y varias películas. El trabajador sospechó enseguida ya que el paquete pesaba demasiado para contener un CD y varias películas y al tacto notaba un bulto extraño. Tras consultar con sus responsables a través de un chat, le aconsejaron que abriera el envoltorio e hiciera una foto al contenido. Al ver algo extraño en su interior, el ciclista buscó a una patrulla de la Policía Municipal de Bilbao y le hizo entrega del paquete sospechoso, que resultó ser hachís. Los agentes intentan ahora identificar al vendedor y al comprador de la droga.

Otra reivindicación

El colectivo exige, por otro lado, que las empresas repartan a sus trabajadores el material necesario para poder trabajar estos días de cuarentena por la crisis de la COVID-19 con unos mínimos de seguridad y protección al contagio. Empresas como Deliveroo, aunque con algo de demora, ya han informado a sus trabajadores de que en breve recibirán un paquete por repartidor. Según Di Palma, otras como Uber o Glovo, ni siquiera se han pronunciado.

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