“Los tiroteos, habituales, pero sin víctimas, la policía no los investiga”

Edificio Venus en la Mina  |   AG
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Hace poco más de dos semanas se ve mas policía en la Mina pero, según los vecinos, la situación sigue siendo “incontrolable”.

¿Está la Mina bajo control? Ni mucho menos. Así de claro se han mostrado algunos de los vecinos con los que ha podido hablar eltaquigrafo.com. Los hechos de este domingo —un nuevo tiroteo— corroboran que los Mossos d’Esquadra todavía tienen mucho trabajo por hacer. Algunos vecinos agradecen su presencia y creen que en ellos se halla la solución a los problemas de la Mina. Otros, sin embargo, creen que su presencia todavía agita más a los clanes familiares vinculados con el narcotráfico.

Dos opiniones opuestas que plasman la situación de descontrol que lamentablemente se sigue viviendo en la Mina, en parte, por la llegada casi masiva de toxicómanos expulsados del Raval. Todos estos ingredientes —los nuevos yonkis, los georgianos y la policía— han expandido demasiado, y en muy poco tiempo, la deflagración del cóctel mólotov que es la Mina, que ha tenido como primera consecuencia la reyerta mortal del pasado domingo, 11 de agosto.

Vecinos han asegurado a este medio que las peleas en el barrio son constantes, sobre todo, las que se desencadenan por temas relacionados con la droga. Y no solo peleas aseguraba un vecino que ha preferido mantener su identidad en el anonimato, “aquí, los tiroteos, son habituales, pero si no hay víctimas la policía no los investiga”, afirmaba.

En este caso, sí que hubo una víctima

Giorgi K., es el hombre de 30 años de origen georgiano fallecido este domingo, tras ser apuñalado en una reyerta contra varios miembros de un clan de etnia gitana vinculado al tráfico de drogas. Las hipótesis están abiertas y los Mossos siguen investigando el móvil de la pelea a machetazos. Fuentes policiales no oficiales han asegurado a este medio que se trataba de un ajuste de cuentas, tras las quejas del cliente —Giorgi K.— a sus camellos.

Por otro lado, algunos vecinos, aunque ninguno quiera dar su nombre, han explicado a El Periódico que lo que ocurrió fue que diversos consumidores georgianos se enzarzaron en una discusión con un menor de edad en el ascensor cuando se dirigían a un narcopiso de la séptima planta. El padre salió con un palo a defender a su hijo y los toxicómanos le quitaron el palo y acabaron agrediendo al progenitor.

Llegó a continuación la respuesta de varios vecinos del edificio, que lincharon a los compradores de heroína. La pelea comenzó en la planta baja del edificio, pero siguió en la calle y terminó con uno de ellos gravemente herido y desplomado en la acera de la calle de Ponent.

Crece la comunidad de georgianos

El fallecido era adicto a la heroína, pero no era un delincuente. Como ha podido comprobar eltaquigrafo.com, Giorgi y su familia llegaron a España hace dos años y se instalaron en Barcelona, donde abrieron un negocio familiar. Probablemente, conocía a las bandas de georgianos atracadores de pisos, pero en este caso, —dice la policía— él no era un criminal, tan solo un adicto que buscaba “caballo” en el popular edificio Venus del barrio, conocido por su vinculación casi histórica al narcotráfico.

Actualmente, en este edificio hay varios narcopisos a pleno rendimiento y su oferta ha convertido al barrio en un punto de peregrinación de toxicómanos originarios de países del Este, sobre todo, de Georgia. Lo cierto es, según varios vecinos, que la comunidad de georgianos ha crecido en la Mina en los últimos años y, sobre todo, en los últimos meses, cuando fueron desalojados del colegio Menéndez Pidal en el barrio limítrofe al Valle de Hebrón.

¿Qué les ofrecen en la Mina?

Según fuentes policiales con las que ha podido hablar este medio, esta peregrinación, este aumento de miembros de la comunidad georgiana, muchos de ellos toxicómanos y otros tantos, además, atracadores, se debe a dos motivos principalmente; el primero, explicaban dichas fuentes policiales, tiene que ver con la facilidad de robar en inmuebles y atracar a turistas; el segundo motivo, con el precio de la heroína. Si en Georgia 1 gramo de heroína cuesta 160€, en Barcelona, concretamente en la Mina, les cuesta mucho menos de la mitad.

Estos dos factores han propiciado la llegada de esta comunidad a la Mina y, con ellos, la llegada de nuevos conflictos que se suman a los problemas de narcotráfico ya existentes y a la migración de los toxicómanos del Raval.

Fuera de control

A pesar de los esfuerzos de las administraciones y la policía catalana por frenar el tráfico y el consumo de heroína en la Mina, la situación sigue descontrolada. Hay quienes ven a la Brigada Móvil de los Mossos (BRIMO) como los ángeles protectores del barrio y quienes, sin embargo, creen que encienden y perturban más a los clanes dedicados al narcotráfico.

De hecho, este domingo, tras la reyerta, la BRIMO fue recibida con piedras en la zona del incidente. No hubo ninguna víctima, ni heridos, según fuentes policiales, pero la crispación era más que evidente. Horas más tarde, algunos de los presuntos involucrados en la pelea mortal realizaron batidas por el barrio dedicándose a apalear a ciudadanos georgianos, toxicómanos y a clientes habituales de algunos camellos de la Mina.

Una comerciante del Mercado del Besòs ha explicado a este medio que la llegada de estos toxicómanos ha crispado la situación en el barrio. “Antes había droga, pero no se robaban entre ellos; desde que han llegado los toxicómanos del Raval y de Europa del Este, la cosa ha empeorado”, sentenciaba. Ahora, estos consumidores cometen los delitos en el mismo barrio para comprarse la droga.

Tono amenazante desde jóvenes

Han pasado dos semanas desde el aumento de la presencia policial y varios vecinos han afirmado que, ciertamente, hay más patrulleros; que, ciertamente, hay más vigilancia, pero eso no implica más control. La situación de inseguridad sigue en la Mina, como lo sigue en Barcelona. “La llegada de la policía no puede hacer milagros en dos días y erradicar un problema de meses”, explicaba un joven de 26 años vecino de Sant Adrià de Besòs.

“Estos clanes dedicados al tráfico de drogas hace años que se han apoderado de ciertas zonas del barrio”, aseguraba el joven. “No suelen meterse con nadie si tu antes no te has metido con ellos, pero te dejan claro dónde puedes estar y dónde no. En unos bancos que hay cerca de mi casa, unos chavales que deben ser más pequeños que yo bajan a comer pipas con catanas y machetes”, relataba.

Descontrol absoluto

Y es que dichas familias han visto, con la llegada de todos estos toxicómanos, una gran fuente de negocio, pero también de conflicto. Y los vecinos lamentan que todavía queda mucho por hacer y mucho control por gestionar. De hecho, fuentes policiales no oficiales han confirmado a eltaquigrafo.com que la situación que se vive en el barrio es «límite» y reconocen que “nos falta información y, si no se dota de más efectivos y los responsables políticos no se toman este asunto muy en serio, esto va a acabar en una catástrofe”.

Tras la desaparición del «supermercado de la droga» existente en el barrio de Can Tunis (Barcelona), la Mina se ha convertido en una de las principales plazas de la provincia para la venta tanto de sustancias estupefacientes como de objetos y productos procedentes de robos.

Las peleas, los robos, incluso los tiroteos, han vuelto a ser el pan de cada día de la Mina, un barrio que se ve separado tan sólo por una acera de Barcelona y que, por su situación geográfica, parece no pertenecer a nadie; bueno sí, a los clanes que viven en la zona. Este sentimiento de poder no se resuelve en dos semanas de presencia policial en el barrio, aunque muchos agradezcan esta deseada acción, reclamada desde hacía años.

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