Mocro Maffia III: su sello cruel, frío y violento

Los medios holandeses temen que ‘Mocro Maffia’ esté buscando dar un nuevo golpe para vengarse de las últimas incautaciones de drogas en el puerto de Rotterdam   /   Archivo
photo_camera Los medios holandeses temen que ‘Mocro Maffia’ esté buscando dar un nuevo golpe para vengarse de las últimas incautaciones de drogas en el puerto de Rotterdam / Archivo
Sus crímenes son fácilmente adjudicables por su sello cruel, frío y violento. Tienen una lista de periodistas, abogados y políticos amenazados y actualmente el primer ministro holandés ha tenido que reforzar su seguridad privada.

Corría en marzo de 2016. Las húmedas calles de Ámsterdam amanecieron ese miércoles manchadas de sangre. Sobre el frío asfalto de la capital holandesa se tendía, inerte, el cuerpo decapitado de una nueva víctima de las mafias del narcotráfico. Fue un asesinato bárbaro, sin precedentes, con el sello despiadado de la mafia marroquí asentada en los Países Bajos. 

La guerra (la “Mocro War”) entre los clanes rivales de esta mafia marroquí – holandesa hacía años que había empezado. Desde 2012, cuando el clan del narcotraficante Ridouan Taghi robó un cargamento de cocaína, los tiroteos en plena calle, los asesinatos a sangre fría y los secuestros empezaron a sucederse de forma casi ininterrumpida. Pronto su violencia cruzaría fronteras y se establecería en otros puntos del planeta como la Costa del Sol (Málaga) o Dubái, dos de las actuales sedes mundiales del crimen organizado. Y con este éxodo, su carácter despiadado viajó con ellos.

El sello de la Mocro Maffia

Sus crímenes son fácilmente adjudicables por su sello cruel, frío y violento. Tienen una lista de periodistas, abogados y políticos amenazados y el asesinado del comunicador Peter R. de Vries fue una nueva demostración de su anhelo de poder. No es la primera víctima ajena al crimen organizado que se ve atrapada por las garras de la Mocro Maffia: en 2018, los hombres de Taghi mataron a tiros al hermano de Nabil. B., un testigo protegido que iba a declarar en contra del narcotraficante holandés; y, un año más tarde, hicieron lo mismo con su abogado.

También son los presuntos autores de varios de los ajustes de cuentas que removieron la provincia malagueña entre 2018 y 2019. A bocajarro, en plena luz del día y sin mediar palabra son algunos de sus procedimientos. Amin Faten Mekky y Ridouan Taghi son dos de los líderes de estos clanes holandeses. Ambos están detenidos. Las autoridades internacionales los detuvieron en Dubái poco después de que huyeran de España, donde llegaron algunos huyendo de la persecución policial de sus países, y, otro, para trabajar como sicarios de otras organizaciones criminales.

El primer ministro holandés, con protección extra

Actualmente, tanto Taghi como Mekky se encuentran en prisiones de máxima seguridad a la espera de responder por sus crímenes. Sin embargo, su poder al otro lado de las rejas sigue vivo. Quizás más vivo que nunca, pues han empezado a infiltrarse en el seno de la sociedad, captando a jóvenes holandeses, suecos, daneses o noruegos para introducirlos desde pequeños en su organización criminal. En especial, el clan de Ridouan Taghi.

El poder de esta Mocro Maffia ha llegado a extremos preocupantes. La policía nacional holandesa prefiere no entrar en detalles, pero los datos que maneja apuntan a entre los objetivos de estos crueles grupos de narcotraficantes se encuentra el primer ministro, Mark Rutte. Es por eso, por lo que las autoridades han creído conveniente aumentar la protección del mandatario, ante un supuesto atentado o secuestro por parte de las mafias que distribuyen la cocaína llegada desde Sudamérica.

Tras la muerte de Peter R. de Vries la amenaza se tomó enserio y a Rutte se le puso la protección de una unidad de élite, conocida como Servicio de Protección Real y Diplomático y la operación quedó al mando del jefe de la policía antiterrorista, Pieter-Jaap Aalbersberg.

Lucha en el puerto de Rotterdam

Los medios holandeses temen que ‘Mocro Maffia’ esté buscando dar un nuevo golpe para vengarse de las últimas incautaciones de drogas en el puerto de Rotterdam, señalado por la Europol como el “gran agujero negro en la lucha contra el tráfico de cocaína”.  En este sentido, según un informe de esta organismo policial supranacional, los Países Bajos es actualmente la región europea que más cantidad de cocaína procedente de Latinoamérica recibe del continente, superando a España.

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