El pasado lunes, los funcionarios del Centro Penitenciario de Brians I (Martorell) encontraron en una de las celdas del Departamento Especial el cuerpo sin vida de uno de los reclusos en lo que parece ser un nuevo caso de suicidio. El fallecido, que responde a las iniciales de H.F. y que apareció ahorcado con una sábana en el hueco de una ventana, tenía un extenso historial violento hacia otros internos de la prisión. Además, uno de los funcionarios afirma que en los últimos años se autolesionaba con frecuencia para llamar la atención de los trabajadores. La gravedad de estas heridas provocó que en una ocasión tuvieran que aplicarle hasta 250 grapas para cerrar los cortes que él mismo se había infligido.
Este hombre, de nacionalidad iraquí según él y argelina según los informes de prisión, llegó a España durante la diáspora iraquí en los años de ocupación norteamericana. Su perfil, según uno de los funcionarios, encaja con el de una persona con tendencias suicidas. El recluso carecía de control sobre sí mismo y el grado de violencia que utilizaba contra funcionarios y compañeros lo habían categorizado como el interno más peligroso de la prisión de Brians I. Su temperamento agresivo, sumado a un problema de adicción, terminaron por relegarlo al margen de la sociedad. Todo esto se tradujo en un bucle de entradas y salidas a la prisión de Brians I, y más recientemente a ser un asiduo del módulo de aislamiento del Departamento Especial del centro penitenciario.
Aunque en ocasiones anteriores la prisión le había proporcionado ayuda psicológica, en la actualidad no recibía ninguna terapia ni atención de esta índole.
Una cárcel dentro de la cárcel
El Departamento Especial de Régimen Cerrado, en el que se encontraba el recluso en el momento del suicidio, consiste en un espacio dentro de la prisión en la que los internos se pasan en una celda en solitario entre 18 y 21 horas al día. Según los datos recogidos por media.cat, los presos de este módulo sufren daños psicológicos graves que, cuando superan los catorce días de aislamiento, se transforman en irreversibles. Las secuelas, además, dificultan la reinserción social. Sin embargo, algunos de estos reclusos se pasan meses en este régimen.
Las Reglas Nelson Mandela, elaboradas por Naciones Unidas para proteger los Derechos Humanos de las personas privadas de libertad y para promover las condiciones de encarcelamiento dignas, prohíben el aislamiento por periodos de más de quince días consecutivos por equipararlo a un tipo de tortura o de maltrato.
Según datos publicados por eldiario.es, de las 73 muertes por suicidio que se produjeron en las prisiones catalanas entre 2008 y 2018, 18 se corresponden a reclusos que cumplen condena en una celda del Departamento Especial de Régimen Cerrado. Llama la atención que, pese a representar solo un 2% de los recursos catalanes, el porcentaje de suicidios es muy superior al del conjunto de la población carcelaria. En concreto, en el año 2018 los suicidios producidos en régimen de aislamiento fueron 11 veces superiores a los que se produjeron en otros módulos de las prisiones.