“Quien a hierro mata, a hierro termina”

Asociaciones en favor de los derechos humanos han mostrado su preocupación por la irrupción de grupos “para-policiales” que actúan contra supuestos delincuentes con extrema violencia

Sucede en Tijuana, México. El clima de inseguridad ciudadana en aquel país y, de forma especial, en ciudades como Tijuana, es irrespirable.

La policía mexicana sigue perseguida por el fantasma de una perenne corrupción. Los vecinos (centenares de miles) no encuentran amparo y protección en las fuerzas de seguridad.

La policía es incapaz de dar respuesta ante la avalancha de hechos delictivos de quienes viven (y delinquen) amparados por su“propia ley” y protegidos por un sistema corrupto.

Escuadrones vengativos

En ese clima han surgido grupos de ciudadanos (verdaderos comandos para-policiales) que se dedican a ejercer el ojo por ojo o la pura venganza sobre aquellos que se supone son los presuntos autores de los delitos más graves o que crean más alarma social en Tijuana (homicidios, narcotráfico, ajustes de cuentas y delitos sexuales).

Para perplejidad y escándalo de las asociaciones humanitarias y de defensa de los derechos humanos, estos grupos secuestran a sus sospechosos y les marcan en la piel con hierros incandescentes palabras como “ratas”, o “por violadores”.

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