La jarana está servida. Fuentes cercanas al clan de los Saladitos, también conocidos como Lisardos, han asegurado a eltaquigrafo.com que la situación sigue muy tensa en La Mina. A pesar de que desde el pasado miércoles, cuando se registraron los hechos, los controles policiales se han intensificado visiblemente en la zona, las mismas voces han relatado a este medio que ambos clanes se han atrincherado en sus casas a la que espera de que los efectivos de la ARRO de los Mossos d’Esquadra abandonen el barrio.
Los esfuerzos de un pastor evangélico por poner paz entre los miembros de los Saladitos, históricos en La Mina, y el de los Perejiles, recién llegados desde Málaga, no parecen estar teniendo un buen desenlace. Armados hasta los dientes, unos y otros, esperan poner fin a esta situación al puro estilo criminal: solo hay una única vendetta posible. Cabe recordar que el tiroteo se produjo, parece ser, después de que varios jóvenes de los Perejiles se mofaran de un miembro discapacitado del otro clan, violando uno de los códigos más sagrados de estos clanes: el honor familiar. Fue entonces cuando los tíos del joven que sufrió el agravio, perteneciente a la familia de los Saladitos, no dudaron en utilizar armas de fuego contra los protagonistas de la gran ofensa, hiriendo de poca gravedad a un miembro del clan rival.
Vigilancia superficial
Los agentes desplegados en el barrio saben que los implicados permanecen atrincherados en el interior de varias viviendas de La Mina. Sin embargo, la policía no ha accedido al interior de ninguno de los domicilios vigilados. No lo han hecho porque carecen de una orden judicial. Pero, aunque la tuvieran, hace tiempo que clanes y policía llegaron a un pacto no escrito: si los clanes evitaban protagonizar altercados públicos, los agentes se mantendrían alejados de sus bastiones. Por ese motivo, los controles se han ejecutado tan solo a los coches que han ido transitando durante estos días las calles Mart y Venus, lugar en el que se registraron los hechos.
Lo que temen los agentes, y así lo confirman los disparos al aire registrados este sábado mientras uno de los furgones de los Mossos se ausentó escasos minutos de la zona, es que su progresiva retirada deje pista libre a otro encarnizado tiroteo entre ambas familias. La misma fuente cercana al barrio ha asegurado que, desde que se produjo el encontronazo del pasado martes, varios miembros de la familia de los Perejiles han llegado desde el sur para participar en este pulso entre clanes.
Aunque los patriarcas de La Mina siempre han intentado mediar en estas cuestiones para devolver la paz al barrio, en esta ocasión se han negado. Consideran que la ofensa es demasiado grave como para arreglar el asunto mediante el diálogo.