En el banquillo de los acusados: ellas. Mujeres. Con cómplices o sin ellos, pero, al fin y al cabo, mujeres como protagonistas. Desde viudas negras a infanticidas, homicidas o presuntas homicidas. Todas ellas han sido el eje central de algunos de los juicios más mediáticos de este 2020. Juzgando sus pecados además de sus delitos, Maje, Conchi, Angela Dobrowolski o Rosal Peral han sido algunas de las caras más visibles y mediáticas del mundo negro-criminal de este año.
Las viudas negras de Patraix y Alicante
Para el análisis de los dos primeros casos, viajaremos hasta la Comunidad Valenciana. Dos mujeres, dos viudas negras, ambos condenadas a sendas penas de prisión por matar (o inducir a que un tercero lo hiciese por ellas) a sus parejas. Por lucro o por puro pragmatismo, Maje, la viuda negra de Patraix, y Conchi, la de Alicante, se han sentado en el banquillo de los acusados, saliendo, en ambos casos, culpables de un delito de asesinato con alevosía.
En el caso de Patraix, la Audiencia Provincial de Valencia condenó el pasado mes de noviembre a Maje y a su amante, Salvador Rodrigo Lapiedra, a penas de 22 y 17 años, respectivamente, por el asesinato a cuchilladas del marido de ella, el ingeniero Antonio Navarro Cerdán, en un garaje del barrio valenciano de Patraix. La sentencia recoge el veredicto de culpabilidad emitido el pasado 30 de octubre por el jurado popular. El presidente del tribunal, el magistrado José María Gómez Villora, dictaminó que los procesados son coautores de un delito de asesinato con alevosía y que ambos planificaron el crimen.
En el juicio acaecido en Alicante, la Audiencia Provincial de Alicante también condenó a la acusada, Conchi, a 22 años de prisión por el asesinato, con alevosía y ensañamiento, de su marido, con el que se había casado apenas 20 días antes. Su cómplice y cuidador, Francisco Pérez, fue sentenciado a 20 años de cárcel por clavar más de una veintena de veces en el cuerpo de la víctima un destornillador o instrumento similar.
El culebrón de los Mainat-Dobrowolski
Otro caso, que en esta ocasión roza el culebrón y que tiene una mujer como eje vertebrador del presunto crimen, es el Caso Mainat. La mujer del productor televisivo Josep María Mainat, la ya conocida Angela Dobrowolski, ha copado la atención de todos los medios desde que el pasado mes de octubre se supo que, presuntamente, habría intentado matar a su marido (diabético) suministrándole una sobredosis de insulina. Desde entonces, las idas y venidas han sido constantes: denuncias cruzadas por presuntos malos tratos, asaltos a la segunda residencia de Mainat, órdenes de alejamiento y espectáculos de barrio chungo ante las cámaras de Tele 5.
Este caso todavía no tiene conclusión, ni sentencia firme y sigue en fase de instrucción por el Juzgado número 32 de Barcelona. Según los primeros indicios, Dobrowolski, al conocer la voluntad de divorcio de su marido, quedando ella, de este modo, fuera de recibir parte de la millonaria herencia de Mainat, ideó el plan para acabar con su vida. El ex de la Trinca, sin embargo, se levantó del coma hipoglucémico que le provocó la sobredosis y desde el entonces los ‘cuchillos’ no han parado de volar.
El TS ratifica la pena de Ana Julia Quezada
Hace escasamente dos semanas la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (TS) confirmaba la condena de prisión permanente revisable dictada contra Ana Julia Quezada por el asesinato con alevosía del niño Gabriel Cruz, de 8 años, ocurrido en febrero de 2018 en una finca de Rodalquilar, en Níjar (Almería).
Los magistrados del TS desestimaron así los recursos de casación interpuestos por la defensa de Quezada y por la acusación particular, ratificando de este modo la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que la condenó a prisión permanente revisable por un delito de asesinato hiperagravado y a dos años y medio de prisión por dos delitos contra la integridad moral de los padres del niño. El TS, sin embargo, la absolvió de los delitos de lesiones psíquicas contra ambos progenitores.
Rosal Peral: a la espera del recurso de casación
Otro de los juicios más mediáticos de este 2020 ha sido sin duda el ‘juicio de la Guardia Urbana’. Tras una cuarentena de sesiones, coincidiendo con el inicio de la pandemia, finalmente la Audiencia de Barcelona impuso sendas penas de 25 y 20 años de prisión para los exagentes de policía Rosa Peral y Albert López, respectivamente, por el asesinato del novio de ella, el también agente de la GUB, Pedro Rodríguez.
La sentencia considera, acorde con el veredicto de culpabilidad, que Peral y López, puestos de común acuerdo, acabaron con la vida de Pedro Rodríguez y condujeron su cuerpo hasta una pista forestal del pantano de Foix, donde le prendieron fuego. Para ella recae la pena más dura, al añadirle el agravante de parentesco, tal y como pedían tanto la Fiscalía como la acusación particular. Los sentenciados, ahora, restan a la espera de que se tramite el recurso de casación interpuesto ante el Tribunal Supremo, después de que el TSJCat desestimara el primer recurso emitido por la defensa de ambos acusados.
Rosario Porto pone fin a sus demonios
Durante el cuarto trimestre de este 2020, también trascendió el suicidio de Rosario Porto. La madre y asesina de Asunta Basterra apareció ahorcada en su celda de la cárcel de Brieva (Ávila) en la que permanecía cumpliendo una condena de 18 años de prisión por el asesinato de su hija de 12 años. Según fuentes cercanas a la reclusa, Porto era una mujer inestable, con necesidad de atención psiquiátrica desde que entró en prisión preventiva en 2013. Abogada de profesión y de familia acomodada, siempre sostuvo que era inocente.
Según transmitió su abogado, José Luis Gutiérrez Aranguren, Rosario padecía una fuerte depresión desde que fue ingresada en prisión provisional y, durante los últimos años, los episodios suicidas se habían agravado hasta el punto de necesitar el protocolo de antisuicidio. Tras dos intentos previos, esta vez, Rosario puso fin a los demonios que la perseguían.