El motivo de la tortura sigue siendo inverosímil. La niña, de tan solo ocho años, fue torturada y vejada hasta morir por no hacer sus deberes del colegio. Cinco horas duró literalmente la tortura que tuvo que vivir Naiara Briones antes de morir derrotada, el pasado, 6 de julio de 2017. Este martes y tras dos aplazamientos por la pandemia del coronavirus, por fin, arranca en la Audiencia Provincial de Huesca, el juicio contra su tío, su padrastro y su abuela política, por maltratar, torturar y humillar a la pequeña hasta dejarla morir.
La autoría del crimen no está en discusión. Iván Pardo, vigilante jurado de 37 años y vecino de Sabiñánigo (Huesca), confesó haber matado a la pequeña Naiara, la hijastra de su hermano, tras someterla durante casi dos semanas a burlas, castigos y golpes por no saberse la lección, para finalmente concentrar su cólera en cinco últimas horas de torturas. Además de la indiscutible autoría de la muerte, los hechos narrados por las acusaciones en sus respectivos escritos de calificación también incluyen la implicación de su abuelastra y de su padrastro, por presuntos delitos de violencia física y psíquica habitual sobre la niña.
La casa de los horrores
Considera el tribunal que las acusaciones deberán probar las largas torturas que sufrió la niña a lo largo de horas ante sus primas, también menores de edad, entre otras: permanecer de rodillas sobre ortigas, grava, granos de arroz o sal gruesa, privación del sueño, golpes en todas las partes del cuerpo y la colocación de orejas de burro como humillación, al tiempo que era grabado todo en teléfonos móviles.
Las acusaciones relatan en sus escritos que Iván Pardo, al regresar de su trabajo, le golpeó repetidamente en la cabeza con los nudillos, le volvió a obligar a ponerse de rodillas sobre grava, le efectuó descargas eléctricas con una raqueta matamoscas y comenzó a golpearla por todo el cuerpo, puñetazos y patadas en boca y nariz, la obligó a morderse las mejillas a sí misma para hacerlas sangrar y luego la obligó a meterse alcohol y enjuague bucal para que rabiara de dolor. La ató con grilletes y la amordazó y, repetidamente, la cogió del pelo para levantarla unos centímetros y dejarla caer. Finalmente, una de sus primas llamó al servicio de emergencias.
La ambulancia llegó a las 15.30 horas, pero la gravedad de las lesiones obligó a los médicos a tomar la decisión de trasladarla en helicóptero al Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Su muerte cerebral se produjo a las 19.45 horas del 7 de julio y su madre autorizó la donación de riñones.
La defensa alega «ira incontrolable»
Por contra, la defensa plantea en sus escritos que el presunto asesino no sólo «no estaba pasando por un buen momento anímico», sino que en los dos últimos meses había sufrido pérdidas de conciencia por una enfermedad neuronal anterior agravada por problemas de «estrés y preocupación». También se refiere a la posibilidad de que el «carácter rebelde» de Naiara hiciera que se despertarse en él «una ira incontrolable, un estado de arrebato y obcecación insuperables».
Argumenta, además, que ni el padrastro, ocupado con sus otras hijas pequeñas en su domicilio, ni la abuela, empleada en un trabajo de hostelería, participaron por acción u omisión en los hechos relatados ni ejercían maltrato habitual sobre la niña. Así pues, lo que está sobre la mesa es la discusión del delito cometido: ¿Un asesinato con alevosía, ensañamiento y vulnerabilidad de la víctima como solicita la acusación o un arrebato causado por una ira irrefrenable como alega su defensa?
Prisión permanente revisable
La Audiencia de Huesca argumenta, asimismo, que las acusaciones apuntan a la existencia de un presunto delito de asesinato, por el que piden para Iván Pardo prisión permanente revisable. Por su parte, el fiscal y la acusación particular, en nombre del padre biológico de la niña, responsabilizan al padrastro y a la abuelastra de delitos de maltrato habitual y solicitan para cada uno tres años de cárcel.
En su relato, la defensa considera que el presunto asesino incurrió en un delito situado entre lesiones dolosas y homicidio imprudente, y reclama la absolución de sus otros dos clientes por falta de pruebas. En el juicio, previsto hasta el próximo día 23, declararán los acusados y 32 testigos, a los que se sumarán los datos de 15 informes de expertos.