El subinspector de los Mossos d’Esquadra, Josep Ranea y el colaborados policial, Manuel Gutiérrez Carbajo, fueron víctimas de una "prospectiva y errática investigación" dirigida por el juez instructor número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, quien durante 12 años, investigó una inexistente red de contubernio criminal entre policías, guardias civiles, mossos d’esquadra y presuntos traficantes.
Así se expresa la sentencia que se acaba de hacer pública. Los términos que utiliza el tribunal son muy duros. Anula por ilegales e improcedentes, decenas de autos del juez Aguirre. Unos por infundados, otros por estentóreos y otros directamente por inútiles y prospectivos.
Autos improcedentes
Por citar solos dos, anula los autos de entrada y registro en casa de los dos hijos de Gutiérrez Carbajo: “No existe motivación alguna para justificar la entrada y registro en los domicilios de los hijos de Manuel Gutiérrez Carbajo. De hecho, en su ficha de imputación ni siquiera aparecen las direcciones de estos domicilios, ni tan siquiera los indicios contra estas dos personas. La mera relación filio-parental no pude justificar una injerencia en sus respectivos derechos a la inviolabilidad del domicilio”.
La sentencia califica lo investigado por Aguirre de desproporcionado (habla por ejemplo de 80 teléfonos intervenidos y miles de conversaciones captadas “completamente irrelevantes”). Añade el tribunal que se “afectó a los derechos fundamentales de muchos ciudadanos de forma injustificada”.
La División de Asuntos Internos (DAI) de los Mossos, que trabajó por entonces (2010) de la mano y al albor del juez, también recibe duras críticas del tribunal. Dice que la DAI se limitó a pinchar teléfonos “sin llevar a cabo ningún seguimiento, ni cualquier otro tipo de actuación. Nos resulta paradigmático que la DAI mencione muchas actuaciones de tráfico de drogas y no hubieran ni seguimientos, ni interceptación de sustancia alguna”.
Investigadores bajo sospecha
Asuntos Internos de los Mossos no trató con el mismos rasero los indicios (ahora evidenciados como inexistentes) contra el subinspector Ranea y los que aparecieron contra otro agentes que durante un tiempo estuvieron en el punto de mira de Aguirre. Los investigadores de Asuntos internos de los mossos, que hicieron todo lo posible (sin conseguirlo) para imputar al entonces intendente Josep Lluís Trapero (otra de las obsesiones del juez), entraron en palmarias contradicciones en el turno de interrogatorio durante el juicio.
Por último, el tribunal sostiene, sorprendido y aparentemente escandalizado, que el hilo argumental del juez está plagado de un tiempo verbal que es el condicional. “Cabría pensar”, “es previsible sostener”, etc. Un hilo argumental que los magistrados de la Audiencia Provincial de Barcelona también detectan en los atestados de los Mossos, que califican de impropios y, desde luego, insuficientes para sostener una imputación.