Crimen Vilanova: arranca el juicio por el asesinato de Laia en 2018

Mossos d'esquadra custodian al detenido por el asesinato de Laia Andreu Dalmau / EFE
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El juicio por el asesinato de la pequeña Laia, de 13 años, a manos de Juan Francisco López Ortiz, asesino confeso, en Vilanova i la Geltrú en 2018, arranca este viernes con la petición del fiscal de condenar al acusado a prisión permanente revisable

Juan Francisco López Ortiz, el asesino confeso de la pequeña Laia, la niña de 13 años asesinada en 2018 en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), se sienta a partir de este viernes en el banquillo de los acusados. Lo hará, ante el jurado popular que decidirá su grado de culpabilidad y con la presión de una pena de prisión permanente revisable, como exige la Fiscalía. Así pues, a partir de este viernes, casi tres años después del trágico 4 de junio de 2018, López Ortiz saldrá del módulo psiquiátrico de la prisión de Brians 1, donde está encerrado desde el momento de su detención, para asistir a las nueve sesiones de juicio previstas en la Audiencia de Barcelona.

La primera sesión de la vista oral se ha reservado, como es habitual en estos casos, en la elección y constitución del jurado popular. En las ocho sesiones restantes se espera la participación de hasta 27 testigos de las distintas partes, además de los investigadores de los Mossos d’Esquadra y los distintos peritos judiciales. Si una de las sesiones se prevé especialmente relevante será la del próximo 19 de abril, donde se analizarán las presuntas adicciones del acusado. Está previsto que López Ortiz declare al día siguiente, 20 de abril, a partir de las 10.00 horas de la mañana, en la penúltima sesión.

Casi tres años desde la muerte de la pequeña Laia

El 4 de junio de 2018, Juan Francisco López Ortiz, de 42 años, vecino de los abuelos de Laia, acechó a la niña de 13 años en la escalera, la metió en su casa (la de sus padres), intentó violarlala mató y la escondió detrás de un colchón de la vivienda situada en Vilanova i la Geltrú. Jordi, el padre de la cría, esperaba abajo para recogerla sin entender dónde se había podido meter su hija.

Era lunes. Jordi, el padre de la niña, tenía que ir a buscarla a las cinco al colegio. Estaba de viaje y como no llegaba avisó a sus padres para que la recogieran ellos. Cuando Jordi estaba llegando llamó para que bajara ya la niña y él aparcó unos metros más adelante esperándola. Como tardaba, picó en el telefonillo. La abuela paterna le dijo que ya había bajado, pero nadie la había visto. Y es que, Laia, efectivamente, nunca llegó a salir del edificio.

Horas más tarde, aparecía el cuerpo sin vida de la pequeña. Lo encontraron dos de sus tíos, que habían sospechado de la extraña actitud de López Ortiz cuando se le requirió para contestar a unas preguntas sobre si había visto a la niña.

López Ortiz no recuerda nada

Justo debajo de los abuelos de Laia vivían Antonio e Isabel, los padres del asesino. Isabel llevaba semanas en el hospital (murió esa misma madrugada). Su marido había ido a cuidarla. Juan Francisco López Ortiz había vuelto recientemente de China, donde había trabajado como cocinero, pero casi nadie lo sabía.

Según los investigadores, cuando asesino y víctima se encontraron en las escalera del inmueble, éste – sospechan - debió engañarla, porque nadie en la escalera escuchó ningún ruido. También están seguros de que el individuo había generado una especie de obsesión con China y todo lo que rodeaba aquel país, premisa que condicionó la elección de la víctima, al ser Laia una niña adoptada de dicho país.

Poco después de raptarla, la mató, asfixiándola con una cuerda en el cuello. Sin embargo, Juan Francisco declaró desde un primer momento ante el juez que no recordaba nada y que debió de ser otra persona. Añadió, ya entonces, que en su sano juicio no haría nada similar. Pero si lo había hecho, no se lo perdonaría nunca. Su declaración siempre ha sido muy inconexa, incluso después de reconocer que pudo haber sido él.

Cerca de 70 indicios lo señalan como único culpable

Durante la fase de instrucción, los agentes han hallado cerca de 70 indicios que lo sitúan como único responsable de la muerte de Laia. Los investigadores no han hallado en todo este tiempo ni una sola evidencia de que otra persona, como sostenía el acusado, entrara aquel día a la vivienda de los padres de Juan Francisco López. 

El sospechoso levantó las sospechas de los tíos de la pequeña porque tenía una actitud tranquila –les indicó que acababa de llegar y de ducharse— y no colaboraba en la búsqueda de la niña, pese a la expectación que había generado su desaparición y el hecho de que el resto de los vecinos se había movilizado para localizarla.

Según los tíos de la menor, el detenido tampoco opuso resistencia cuando uno de ellos entró por la fuerza para inspeccionar el piso, mientras el otro permanecía a su lado frente a la puerta de la vivienda. Cuando finalmente el tío encontró el cadáver bajo el colchón, han añadido los testigos, el detenido se vino abajo, se tiró al suelo y rompió a llorar. Los familiares entonces retuvieron al presunto homicida hasta la llegada de los agentes. Fue detenido de inmediato e ingresó, sin posibilidad de fianza, en el módulo psiquiátrico de Brians 1.

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