Juan Francisco López Ortiz abandonó este lunes su celda en la prisión de Lledoners, donde está ingresado después de pasar por el módulo psiquiátrico de Brians 1, y se ha sentado por primera vez ante el tribunal que juzgará los hechos acaecidos el 4 de junio de 2018. Un jurado popular integrado por de cinco hombres y cuatro mujeres será el encargado de juzgarlo a partir de este lunes en la Audiencia de Barcelona. Las partes implicadas (Fiscalía, acusación particular y defensa) coinciden en afirmar que el acusado es responsable de la muerte de la pequeña Laia; pero no en qué grado y en qué circunstancias. Esos son los interrogantes por resolver.
Mientras la fiscal María José Franco reclama para el procesado 10 años de cárcel por el presunto delito de agresión sexual, prisión permanente revisable por el de asesinato y una indemnización de 450.000 euros para los familiares de la víctima; la defensa de López Ortiz pide una pena de 14 años por un delito de homicidio imprudente con atenuantes por su trastorno mental derivado del consumo excesivo de drogas y alcohol. Sea como fuere, este lunes la fiscalía, la acusación y la defensa hicieron sus alegaciones iniciales para después dejar paso a varios testigos, entre ellos, las dos hermanas del acusado y algunos familiares de la víctima.
“Murió de forma brutal”
"Era una niña que era feliz y que fue asesinada de una forma salvaje, brutal, como ni imaginan, en un escenario dantesco", resumió la fiscala María José Franco. Los hechos, descritos en las alegaciones iniciales leídas ante el jurado popular, resumen cómo Laia, de 13 años, nacida en la China y adoptada de bien pequeña, fue hallada semidesnuda por dos de sus tíos, debajo de un colchón en el inmueble de los padres del acusado.
Al parecer, la menor bajaba sola las escaleras de la finca donde vivían sus abuelos y la familia del acusado cuando fue interceptada por el asesino confeso, que era el vecino del primer piso. La introdujo por la fuerza en su domicilio, la violó, la asfixió con una correa de perro y le asestó múltiples puñaladas y golpes hasta matarla.
Los hechos relatados, sucedieron cerca de las 18:50 horas del 4 de junio de 2018. Laia bajaba por las escaleras de casa de sus abuelos para reencontrarse con su padre que iba a buscarla. Nunca más volvió a salir de ese edificio. El acusado se había pasado la tarde en el bar cuando se topó con la pequeña. Hacía poco que había vuelto de la China a casa de sus padres, donde perpetró el crimen. Su madre enferma fue el motivo del precipitado regreso.
Consumía drogas desde su juventud
Él mismo confesó el crimen poco después de los hechos. No de forma inmediata, puntualizaba su abogada, pero sí cuando estuvo en condiciones. La tarde de los hechos, según se pudo extraer de la prueba toxicológica, el acusado se drogó y bebió alcohol de forma descontrolada. Hacia años, como han asegurado sus hermanas, que consumía y tenía, derivado de dicho consumo, un trastorno mental que se traducía en comportamientos paranoides. La enfermedad de su madre, que falleció la misma madrugada de los hechos, no ayudó en sus adicciones.
La defensa insistió, durante la primera sesión del juicio, en que su representante no logra recordar los hechos con exactitud, dada la gran cantidad de cocaína que había tomado esa tarde. Sus hermanas recordaron, por otro lado, ante el tribunal varios episodios de paranoia anteriores y en el escrito de defensa se detalla que López Ortiz tenía esa tarde de junio el “estado mental alterado y no era capaz de ver la realidad ni era consciente de sus actos ni de lo que ocurría a su alrededor”. La defensa asegura que su cliente creyó que entró un ladrón y se defendió como pudo hasta acabar con la vida de Laia “sin saberlo ni quererlo”.
La mató sin posibilidad de defenderse
Sin embargo, ni la fiscal, ni el letrado de la acusación particular, Juan Carlos Zayas, creen verosímil el discurso del “pobre enfermo y adicto a la cocaína”. Zayas, que representa a la familia de Laia, remarcó que el acusado actuó con alevosía, al entender que la niña no tuvo posibilidad de defenderse y asegurando que López Ortiz es una persona "calculadora" y no un enfermo como intentará hacer creer la defensa. "No solo el acusado mató a una niña, sino que por la propia circunstancia del autor y la víctima se produce una imposibilidad de que la pobre niña se pueda defender (...) Posibilidad de huir, ninguna", precisó el letrado.