Fátima llevaba dos años escondida en un centro de acogida para mujeres maltratadas junto con sus 5 hijos. Por desgracia, su pesadilla todavía no ha terminado.
Urgen decisiones que pongan fin a esta espiral de violencia. Centenares y centenares de mujeres en nuestro país son víctimas de esta lacra y no todas podrán armarse de la valentía necesaria para relatar su caso públicamente, como lo ha hecho Fátima.
Esta mujer, natural de Marruecos, llegó a nuestro país hace veinte años acompañada de su marido. Por aquél entonces, Fátima, era una joven de 20 años con nuevas ilusiones y un futuro todavía por construir. Lo que la joven no se imaginaba era que su puerta a una nueva vida supondría el inicio de su pesadilla.
“Desde que pisé España por primera vez, empecé a sufrir malos tratos y brutales palizas de parte de mi marido”. El que había sido su amor, se había convertido en su agresor, en su amenaza.
“No me dejaba salir de casa ni aprender español”
Fátima explica en una entrevista con el director de eltaquigrafo.com, Carlos Quílez, que su marido no la dejaba salir a la calle, ni siquiera para estudiar el idioma. “No podía salir de casa. Yo le suplicaba que quería aprender español, pero tuve que aprenderlo mirando la televisión. Estaba todo el día encerrada en casa”, asegura la mujer.
El control y la obsesión de su marido era tal que, si Fátima lograba salir de casa, él la perseguía por las calles hasta encontrarla. Luego venían los golpes. La mujer, ahora con 40 años, relata que la pegaba constantemente, “me pegaba a mí, pegaba a su hermana, se convirtió en un hombre muy peligroso”. “Mi marido no habla, solo habla con la mano”, sentenciaba.
Fátima reconoce que se llegó a convertir en su criada. “Solo limpiaba y cocinaba. A veces me chillaba para que le trajera comida o bebida”, explica.
“Mis hijos también están sufriendo las consecuencias”
Tras muchos golpes y amenazas, incluso varias denuncias interpuestas a la policía, Fátima y sus cinco hijos consiguieron, gracias a la ayuda de su asistenta social, refugio en una casa de acogida para mujeres maltratadas. Ahí ha estado “escondida” durante dos años.
La mujer asegura que cuatro de sus cinco hijos también son víctimas oculares de los malos tratos que recibía ella. “Tanto yo como mis hijos estamos yendo al psicólogo y al psiquiatra por culpa de los golpes que me daba mi marido. Ellos lo veían todo y también sufren esta pesadilla como yo”, lamenta Fátima. ¿Cómo van a crecer estos niños? ¿Qué trauma les quedará? Por desgracia, muchos hijos de mujeres maltratadas se encuentran en su misma posición y viven en primera persona los golpes y las palizas que el padre propicia a la madre.
Finalmente, la mujer pudo refugiarse en un centro de mujeres. Asegura que este tiempo ha sido una tregua y que ahora está mejor, pero el miedo ha vuelto.
“Mi pesadilla continúa”
La última orden de alejamiento que el juez dictó tenia una vigencia de seis años, los cuales han finalizado hace escasos 15 días. Fátima vuelve a tener miedo, ya que su estancia en el centro ha finalizado y según los asistentes ahora ya es un buen momento para “rehacer su vida”. Algo muy complicado cuando sabes que tu marido puede volver a acercarte a ti sin impedimento alguno.
De hecho, aunque el maltratador no se ha acercado a ella, de momento, sí que dio señales de vida al entorno más próximo de Fátima. La mujer comprendió la señal. “Sigue ahí”. Y es que una situación de malos tratos y de violencia de género, por desgracia, no empieza ni con el primer golpe, ni termina con el cumplimiento de una pena.
La mujer entiende que la patología que impulsa a este hombre a pegarla, maltratarla y amenazarla no se ha curado durante este tiempo y por eso lleva semanas suplicando a los Servicios Sociales, al juez, Fiscalía y medios de comunicación que la ayuden a poder remedio a su situación, de desesperación absoluta. Fátima vuelve a tener miedo.
“Para colmo, no puedo volver a mi país”
Con todo, la triste historia de Fátima o termina aquí. Durante estos años en el centro de acogida, su marido viajó a Marruecos y aprovechando la situación de pobreza de la familia de la mujer los estafó con la compra de un inmueble. Lo hizo y falsificó la firma de Fátima.
Ahora Fátima es perseguida por las autoridades marroquíes y si vuelve a su país la encerrarán por un delito que ella no ha cometido. Su madre falleció hace pocos días y no puede ir a despedirse de ella. “Mis hijos me necesitan, son niños vulnerables, víctimas también de malos tratos, si voy a mi país me arrestarán y no podré verlos nunca más”.
Fátima suplica el amparo del rey de Marruecos y pide al consulado de su país en España que escuche su caso y la ayude en su vulnerable situación.