El periodista español Pablo González lleva desde el pasado mes de febrero en una prisión de alta seguridad polaca, incomunicado, acusado de ser un espía ruso. Sin embargo, hasta ahora no se ha hecho pública ni una sola prueba que demuestre esa acusación. Y aunque así fuera, casi seis meses de prisión preventiva incomunicada no estarían justificados. Fue detenido en la frontera con Polonia mientras cubría la guerra de Ucrania para varios medios de comunicación, entre ellos Público y La Sexta.
El servicio de inteligencia británico se permite poner a Pablo González como ejemplo
Mientras el periodista no ha podido tener contacto con nadie de su familia, y sólo ha sido visitado en escasísimas ocasiones por el cónsul español en Polonia, el máximo responsable del MI6 británico, hace pocos días durante la celebración del Foro de Seguridad de Aspen en Estados Unidos, puso el caso de Pablo González como ejemplo de detención de espías rusos en territorio europeo, como si fuera un logro de las labores de contraespionaje, de las que ningún gobierno ha informado a nadie.
El gobierno español desentendido del ciudadano Pablo González
Lo cierto es que, mientras los responsables de la inteligencia europea se jactan de mantener al periodista español encerrado sin que ni siquiera su abogado haya podido acceder al expediente en el que se basa su acusación, ni tampoco hayan tenido acceso a ninguna prueba (caso de existir), las gestiones de la diplomacia española en este asunto para salvaguardar los más básicos derechos humanos de González han sido nulas.
Ni si quiera en el transcurso de la cacareada cumbre de la OTAN en Madrid hemos tenido conocimiento de que ningún representante del gobierno español interpelara al gobierno polaco sobre las condiciones en que se mantiene a Pablo González y exigir una explicación sobre en qué se basan para mantenerlo en una situación de privación total de libertad. Tampoco lo han hecho en ninguno de los numerosos encuentros a nivel europeo.
Ni la familia ha podido verle
Ohiana Goiriena, pareja de Pablo González y madre de los hijos que tiene en común, compareció a finales del pasado mes de junio ante el Parlamento Vasco para denunciar la situación del periodista, la violación sin parangón de sus derechos humanos y la inacción total del gobierno de España en este asunto. Recibió el apoyo de los grupos parlamentarios PNV, PSE, EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU, votando en contra de la declaración de apoyo a la familia PSOE y PP. Sin embargo, esto tampoco ha generado ningún cambio en la situación de González.
Goiriene explicó que el gobierno polaco les prohibió a ella y a sus hijos poder comunicarse con Pablo González, el cuál sólo podía recibir visitas de el cónsul español y de su abogado polaco. Ahora puede recibir también cartas, pero está privado de cualquier contacto con otro ser humano.
Interrogatorios sin derechos
El pasado mes de mayo, las autoridades polacas decidieron, nuevamente, prolongar otros tres meses más la detención de Pablo González. En este tiempo, nadie sabe en que condiciones está el periodista ni a qué tipo de interrogatorios se está viendo sometido ni qué métodos se están utilizando.
Es una situación completamente inaudita en territorio de la Unión Europea, donde de manera flagrante se está haciendo caso omiso de la situación de este ciudadano español, periodista, en lo que representa también un furibundo ataque ante la libertad de prensa y expresión, en la línea de las decisiones tomadas por la Unión Europea de aplicar la censura a ciertos medios de comunicación rusos, extremo éste que no se ha llegado a aplicar ni siquiera en Estados Unidos.
Desparecido también de los informativos
Es especialmente relevante que, tratándose de un compañero de profesión, casi la totalidad de los medios de comunicación españoles y europeos estén silenciando el caso de la detención y retención de Pablo González y la nula actuación del gobierno español y también el vasco, por aclarar su situación. Sólo algunos medios independientes y Público, donde él trabajaba, exponen información sobre el caso. Sin embargo, hace ya mucho tiempo que no ocupa ni un solo segundo en los informativos de los grandes grupos de comunicación nacionales.