En la segunda sesión del juicio contra “El Rey del Cachopo”, el acusado se ha defendido con una verborrea asombrosa de todos los delitos que se le imputan. Con tono altivo y una seguridad pasmosa, el empresario ha ido relatando ante el jurado popular su idilio con Heidi Paz, la joven asesinada en agosto de 2018. Con una labia irrefrenable y con gran frialdad, César Román ha narrado una historia que, aunque pudiese resultar poco creíble por los elementos fantásticos con los que el hostelero la ha adornado, tendrá que ser refutada por el Tribunal que lo juzga.
“No existe ninguna prueba en todo el sumario en mi contra”, ha comenzado su declaración. Según el famoso empresario, la hipótesis más plausible es que Heidi Paz sigue viva. “Sabe desenvolverse, ha vivido siempre sola”, afirmaba en presente el empresario, para recalcar su teoría. Heidi Paz se independizó con 12 años. Se fue a vivir con el que sería el padre de sus dos hijos, de quien se quedó embarazada apenas un año después. Sin embargo, la pareja nunca llegó a casarse. La ruptura fue precipitada. Sucedió después de que el líder de una pandilla, la Mara 13, se obsesionara perdidamente con ella. La joven hondureña tuvo que huir en 2013 a España, mientras que el padre de sus hijos se refugió en Estados Unidos.
Cuando llegó a la península se instaló en Madrid, cerca de su madre. Tras unos años en la capital, encontró trabajo en uno de los locales de César Román, alias “El Rey del Cachopo” como camarera. Una semana después surgió el amor entre ellos dos. Sin embargo, la relación se truncó después de que ella se quedara embarazada. Poco después, el cuerpo de Heidi fue hallado en el interior de una maleta, desmembrado, sin senos, cabeza ni extremidades, en una nave industrial alquilada por su expareja, César Román. Las prótesis mamarias aparecieron en una hoguera, junto a su pasaporte, en el mismo local. El popular hostelero había desaparecido. Parecía que se lo hubiese tragado la tierra. Sin embargo, después de varios meses en paradero desconocido, fue detenido en Zaragoza, donde se había instalado bajo una identidad falsa.
Huía de una red de narcotráfico
Este martes, César Román ha ofrecido una coartada plausible para su extraña huida en las mismas fechas en las que desapareció la joven hondureña. “Un día Heidi me contó que había participado en dos vuelcos de cocaína. Había participado en uno en San Blas y en otro en la Cañada. En aquel momento estaban preparando otro en Orcasitas”. Sin embargo, Román, en aquel momento, no le dio credibilidad.
Pocos días después, cuando ya había roto su relación sentimental con la joven hondureña y le había perdido la pista, un conocido de su expareja lo citó en un local de la capital. “Me preguntó ‘¿Dónde está el material? ¿Dónde están mis 12 kilos?’ Yo me quedé pálido y le dije ‘A ver, que yo con Heidi quedo de vez en cuando y echamos cuatro polvos, nada más’.”. Sin embargo, según el testimonio del empresario, el conocido de Heidi lo encañonó y le dijo con tono amenazante “Tienes 48 horas para decirme dónde está Heidi, dónde está la mercancía o dónde la guarda. O te vacío el cargador”.
Asustado por la amenaza que acababa de recibir, César Román fue a su casa, cogió un poco de ropa y puso tierra de por medio. “Me entró miedo. Yo no estoy habituado a tratar con este tipo de gente. Lo que pensé fue: si recojo a la niña y me voy por ahí con ella le harán daño a mi hija. Así que decidí irme unos días y alejarme a ver si se solucionaba. Cogí ropa en una mochila, unas tarjetas de teléfono y me fui a Zaragoza.”.
A la pregunta de por qué no denunció las amenazas ante la policía, “el Rey del Cachopo” respondía con sorna. “No fui a una comisaría porque uno de los que me amenazó era un comisario. Claro, vas a ir a comisaría para decirle que su jefe, un comisario, está metido en un rollo de coca.”.
“Heidi está viva”
César Román ha descrito a la fallecida Heidi Paz como una joven posesiva y avariciosa. En la misma línea de lo que declaró tras su detención, César Roman se ha ratificado en que la chica estaba involucrada en una red de narcotráfico. “Desde España se compró una casa de dos plantas en su país, sus hijos van a un colegio privado, mantenía a seis personas desde España... Eso no se mantiene con mil euros de un sueldo de camarera. Heidi está viva, vendió esos 12 kilos y está en Honduras viviendo. Por eso su familia no ha reclamado su cuerpo, que sigue en un frigorífico del Instituto Anatómico Forense tres años después. Nadie ha ido a rezarle ni un Padre Nuestro. ¿Por qué? Porque la madre sabe que ese cuerpo no es el de su hija.”.
Admite que tocó la maleta
Sobre el hecho de que el cadáver hubiese aparecido en una maleta en la que se encontró su ADN y dentro de una finca alquilada por él, César ha sido tajante. “Tocarla la he tocado seguro”, ha dicho en referencia a la maleta, “pero porque cuando alquilamos la nave había trastos: palés, una pantalla de croma, maniquíes… allí se hacían cosas de moda y fotografía. Y había una maleta grande. Yo cogí esa maleta, la abrí, la inspeccioné y la dejé ahí porque tenía las ruedas rotas”.”
Además, ha añadido que él apenas frecuentaba la nave. Román dice que era un local semiabandonado, prácticamente en desuso, en el que se colaban okupas y al que mucha gente de su propia sociedad tenía acceso. “Había varios juegos de llaves. Del juego inicial de llaves se hacen copias, no sé exactamente quién las hizo ni cuántas copias se hicieron.”
Sobre el hecho de que el cuerpo hubiese sido perfectamente despiezado, y que tenga el sello de un matarife compatible con un cocinero especializado en cachopos, Román ha admitido con chulería que, aunque tiene una gran destreza en todos los ámbitos de la hostelería, sector en el que comenzó a trabajar con apenas 15 años, su labor era fundamentalmente la de gerencia. Sin embargo, ha puntualizado, para despejar posibles dudas entre el jurado popular, “No sabía cortar los cachopos, pagaba para que lo hiciesen.”