La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 23 años y medio de prisión que el TSJ de la Comunitat Valenciana impuso a la denominada "viuda negra" de Alicante por el asesinato de su marido en el aparcamiento de un restaurante ubicado en la Playa de la Albufereta. Los hechos sucedieron en agosto de 2018, apenas 15 días después de contraer matrimonio.
Por aquél entonces, Conchi, la condenada, fingía una discapacidad física y se movía en silla de ruedas. Por eso, se excusaba de ir siempre acompañada de su presunto cuidador, un amigo suyo de toda la vida que, según quedó constatado en el juicio, también participó en el crimen. Él, por su lado, cumplirá 22 años y medio de cárcel.
Agravante de disfraz
Con esta ratificación por parte del Alto Tribunal, se desestiman los recursos de casación interpuestos por los dos condenados contra la sentencia del TSJ de la Comunitat Valenciana que apreció la agravante de disfraz, y que aumentó un año de prisión para cada uno de los implicados, respecto a la pena original, impuesta por la Audiencia Provincial.
A ella, además, se le había impuesto desde la primera instancia la agravante de parentesco, ya que se había casado con la víctima 15 días antes de los hechos.
Una cita con la muerte
Los hechos probados por el jurado recogen que la mujer, con el único propósito de acabar con la vida de su marido, concertó una cita con él sobre las 9:30 o 10 horas de la noche del 20 de agosto de 2018, 15 días después de casarse, en un aparcamiento al aire libre en la playa de La Albufereta.
La mujer le dijo que celebrarían una cena romántica a la que también asistiría su cuidador y que echarían flores en memoria de seres queridos de ella. Para ello, le comentó que deberían saltar una valla y que no se asustara al verlos porque vestirían ropa oscura.
Apuñalado con un destornillador
Al llegar los dos acusados al lugar del encuentro, el cuidador se aproximó a la víctima y comenzó a agredirlo con un destornillador. La acusada sujetó y golpeó a su esposo mientras su cuidador continuaba clavándole sucesivas veces el destornillador por todo el cuerpo. Falleció a consecuencia de una de las heridas que sufrió.
Para el TS, "usaron ropa negra y gorra, durante la noche, en lugar despoblado" para evitar su identificación. Según el escrito, "no obsta el hecho de que esas vestimentas no impidieran la identificación y detención de los autores al darse la casualidad de que dos personas que hacían deporte (uno de ellos policía) oyeran los gritos de la víctima y, al observar atentamente lo que sucedía, procedieran a intervenir".