A un paso de la prisión permanente revisable. Con el veredicto del Tribunal Popular, que declaró culpable a Iván Pardo por el asesinato de la niña Naiara Briones, de 8 años, en julio de 2017, en Sabiñánigo (Huesca), el acusado queda abocado a la prisión permanente que solicitaron tanto la Fiscalía como las dos acusaciones particulares.
Los nueve miembros del jurado, que se pronunciaron anoche, han considerado probado por unanimidad que Iván Pardo, hermano del padrastro de Naiara Briones, hizo que la niña permaneciera despierta estudiando toda la noche anterior a su muerte de rodillas sobre grava y que, cuando a la mañana siguiente regresó de su trabajo como vigilante de seguridad, al no encontrar satisfactorios los estudios, le infligió, durante cinco horas, toda una serie de maltratos y torturas que acabaron en su muerte.
¿Asesinato u homicidio?
El Jurado recibió el objeto de veredicto tras seis sesiones de juicio en la Audiencia Provincial de Huesca. Los nueve miembros que conformaban el Tribunal Popular tenían que decidir, fundamentalmente, si Iván Pardo era responsable de un delito de asesinato o de un delito de homicidio en concurso con otro de lesiones, como solicitó su defensa. El jurado no solo vio probado el delito de asesinato, sino que, además, lo considera también culpable de malos tratos a la niña, delito por el se le pide otra pena de tres años.
Su hermano Carlos, padrastro de Naiara, y Nieves Pena, madre de los dos hermanos acusados, han sido declarados culpables del delito de malos tratos habituales en el ámbito familiar. En su caso, ha quedado probado, tras las seis sesiones, que los tres miembros de la familia paterna se mandaban entre ellos fotos de torturas a Naiara, previas a las que le causaron la muerte, como explicaron las primas de la víctima. Ambas, menores de edad, reconocieron ante el tribunal haber sufrido, en menor medida, alguno de los castigos que tanto Iván, el acusado, como Carlos, el padrastro de Naiara, les habían impuesto.
Quedan probadas las torturas
Así, para el jurado ha quedado probado, en el juicio oral que se ha celebrado en la Audiencia Provincial de Huesca, que «le golpeó repetidamente en la cabeza con los nudillos de su mano y le forzó a permanecer de rodillas sobre piedras de grava», le efectuó descargas eléctricas por todo el cuerpo produciéndole quemaduras «con una raqueta eléctrica de las empleadas para matar insectos, manipulada por él» y, posteriormente, «ató a Naiara de pies y manos por la espalda con unos grilletes y éstos, a su vez, con una cuerda».
Pardo obligó a sus otras dos sobrinas a presenciar los hechos, incluso las forzó para que, contra su voluntad, participasen en torturar a la pequeña, que cayó inconsciente tras cinco horas prolongadas de malos tratos. Previsiblemente los golpes que acabaron con su vida fue los que propició Pardo cuando levantó a la pequeña del suelo, cogiéndola del pelo, y lanzándola contra una mesa. El «pecado» de Naiara fue que no le gustaba demasiado estudiar.
Dos horas inconsciente sin ser atendida
Llena de quemaduras, hematomas y traumatismos, Naiara acabó inconsciente, pero aún la dejó en ese estado otras dos horas, el tiempo en el que ordenó a las niñas que limpiaran y recogieran los restos de esa orgía de golpes. Las crías debían decir que la niña se había caído por la escalera. A las 15.30 de la tarde, después de ocho horas de torturas y dejadez, llegó por fin una ambulancia y un helicóptero llevó a Zaragoza el cuerpecito roto de la niña. Murió a la mañana siguiente.
Los hechos sucedieron días después de que Naiara, quien habitualmente residía con su madre biológica, su padrastro y sus dos hermanas, se trasladara, por decisión materna, a la casa de su abuela y tío políticos, con la finalidad de corregirla, según ha estimado el jurado.