La sección de apelaciones del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha ratificado la condena, dictada por la Audiencia de Barcelona en abril de 2019, de 21 años y nueve meses de prisión para Joaquim Benítez, el exprofesor de educación física del colegio Maristas de Sants-Les Corts, en Barcelona, acusado de abusar de, al menos, cuatro menores. Fue condenado por un delito de abusos sexuales cometidos contra cuatro alumnos, aprovechándose de su superioridad como profesor, lo que le permitió, según el fallo, «cometer el delito con mayor facilidad», entre 2006 y 2009.
La sala también ha desestimado el recurso de apelación que interpuso la empresa Generali, sociedad que aseguraba a la Fundación Marista para la que trabajaba el condenado, y a quien el tribunal declaró responsable civil directa del pago de una indemnización para las cuatro víctimas de 120.000 euros (60.000, 40.000 y dos de 10.000).
Único profesor juzgado
Aunque se conocen más de 40 denuncias, que involucran a casi una veintena de profesores de distintos centros de esta orden religiosa, Benítez ha sido el único marista que ha acabado sentado en el banquillo de los acusados.
A Benítez lo habían denunciado una veintena de exalumnos, pero solo cuatro de estas demandas atañían a delitos que la Ley todavía no consideraba prescritos. Los otros profesores maristas, la mayoría hermanos religiosos, no pudieron ser juzgados porque todas las denuncias de sus respectivas víctimas también se declararon prescritas. A pesar de que Benítez fue condenado en abril de 2019, el tribunal lo dejó en libertad hasta que se resolviera el recurso que el TSJC ha desestimado finalmente. Asimismo, ahora con la sentencia ratificada, el acusado todavía tiene la opción de recurrir el fallo ante el Tribunal Supremo, motivo que puede alegar la defensa para solicitar que la pena continúe en suspenso.
La decisión, en cualquier caso, corresponderá a la propia Audiencia de Barcelona, que en su sentencia, declaró a los Maristas responsables civiles subsidiarios, como titulares del centro donde ocurrieron los hechos y ser, por tanto, el acusado su empleado.
Reconocimiento parcial de los hechos
Benítez reconoció haber abusado de dos de los cuatro denunciantes por los que se le está juzgando. Admitió conocer a tres de esos cuatro exalumnos, pero defiende que solo agredió a dos.
Reconoció haber engañado a dichos alumnos tras la clase que él impartía, la de educación física, con la excusa de darles un masaje en una lesión muscular. Una vez en su despacho, una especie de sala que también funcionaba como enfermería, sintió un «impulso» y abusó de ellos. «A T.B. lo engañé y le hice una felación», dijo de una de las víctimas. Afirmó, incluso, que en una ocasión, otro profesor (ya fallecido) abrió la puerta y le descubrió. También reconoció que abusó de la misma manera de M. G. Sin embargo, negó que hubiera sexo anal con el primero de ellos, tal y como este relató ante el tribunal.
Benítez admitió que repitió esos abusos para saciar «ese impulso», pero ha negado haber pagado 10 euros a M.G. para comprar su silencio, tal como se le acusa. En cambio, ha alegado que entregó ese dinero al estudiante para que éste arreglara la bicicleta, que se le había estropeado.
El exprofesor especificó que siempre cometía los abusos sexuales durante el horario lectivo, entre los «12 o 13 minutos» que tenían los alumnos para ducharse tras la clase de educación física.
Los Maristas en el punto de mira
La sentencia de Joaquim Benítez activó, por otro lado, la apertura de un expediente de Educación a los Maristas. Con dicho informe, la Generalitat prende esclarecer la implicación del centro en los abusos cometidos por casi 20 de sus docentes. Concretamente, la Conselleria d’Educació reabrirá el ‹caso Maristas›, para revisar el papel de la Fundació Champagnat —dueña de los colegios maristas catalanes— en los abusos sexuales que sufrieron los alumnos escolarizados en centros de la orden religiosa entre 1962 y 2018.