“Si yo no estuviera aquí hoy este juicio no podría celebrarse. La defensa es un derecho fundamental y está constitucionalmente consagrado. Mi labor es defender a Norbert Feher. Y ustedes se preguntarán, ¿se puede defender a Norbert Feher? Por supuesto, y esa será mi tarea” ha comenzado la defensa del acusado, más conocido como Igor el Ruso, en la primera sesión del juicio por el triple crimen perpetrado por el serbio en 2017 en Teruel. “El hecho de que yo defienda a Feher no significa que yo empatice con los hechos. Ni tan siquiera con su persona. Empatizo con el dolor y con las consecuencias de sus actos”, ha aclarado la defensa. Con esta contundencia el letrado ha querido marcar las distancias con el sujeto al que le ha tocado defender. “Si yo fuese un cirujano y el señor Feher estuviese sufriendo un infarto nadie se cuestionaría mi intervención”, se ha excusado.
Su letrado se ha esforzado ya durante su primera intervención en levantar un muro entre él y su propio defendido, aunque al abogado y a “Igor el Ruso” los separaba ya una mampara blindada a prueba de disparos colocada ahí con motivo de la peligrosidad del acusado. Norbert Feher ha llegado poco antes de las 09:30 de este lunes al Palacio de Justicia de Teruel, donde se celebra el juicio, desde la cárcel de Zuera (Zaragoza), entre medidas de seguridad extremas, para responder ante el jurado popular por el triple crimen cometido en 2017 cuando, según su propia confesión, acabó con la vida del ganadero José Luis Iranzo y de dos guardias civiles, Víctor Romero y Víctor Caballero. “La responsabilidad de la vida de Norbert Feher no está en sus manos. La decisión que tomen no va a alterar en nada la vida personal de Feher. Solo le esperan una vida en prisión”, ha dicho su propia defensa, restando presión al juzgado popular que tendrá que juzgar el triple crimen que presuntamente perpetró su defendido.
Triple asesinato con alevosía
Las acusaciones particulares de los tres fallecidos creen que Feher cometió los crímenes con alevosía y que se ensañó con ellos. “De todos los tipos de alevosía que existen, concurre en todos ellos. Hay ensañamiento.” ha explicado al jurado popular Jorge Piedrafita, abogado de la Asociación Española Guardias Civiles y acusación particular en representación de la esposa e hija del asesinado Víctor Romero. El letrado lo cree porque Igor el Ruso disparó a los Guardia Civiles por la espalda con dos pistolas, una en cada mano. Primero apuntó a las armas de los agentes, todavía enfundadas, para imposibilitar su defensa. Después, cuando reparó en que llevaban chalecos antibalas, apuntó a las ingles y al cuello. Cuando estaban tendidos en el suelo se acercó y les disparó a menos de un metro de distancia. Cuando todavía estaban vivos, les robó los móviles para imposibilitar que pidiesen ayuda y los abandonó a su suerte.
“Sabe lo que hace y cómo lo hace. No es una persona que se encuentre mal, está muy bien. Lo que tiene es un desprecio absoluto por la vida humana que lo lleva a asesinar sin piedad” ha alegado Piedrafita. La misma teoría la apoya Ramón Castro, acusación particular en representación de la familia de Víctor Caballero Espinosa. “Este señor sabe perfectamente lo que hace y sabe perfectamente lo que quiere”, ha explicado, “algunos disparos suponen un mero ensañamiento, eran "innecesarios" para producir la muerte”.
El Ministerio Fiscal sostiene, al igual que las acusaciones particulares, el agravante de alevosía, es decir, Feher se encargó de “inutilizar cualquier posibilidad de defensa”. A José Luis Iranzo, el ganadero, le disparó en el corazón. Herido de muerte, la víctima dio unos pasos tratando de huir y el acusado le volvió a disparar una segunda vez para asegurarse de acabar con su vida. A los agentes los esperó oculto detrás de un vehículo y cuando bajaron, el acusado les disparó por la espalda con una pistola en cada mano y apuntando a zonas no protegidas por el chaleco y a sus armas con la finalidad de utilizarlas. De hecho, inutilizó parcialmente las dos pistolas de los dos agentes.
La Fiscalía lo considera autor de tres delitos de asesinato con alevosía, dos de ellos en grado de atentado ya dos de las víctimas eran agentes de la Guardia Civil, de un delito de robo con violencia porque además de matar a sus víctimas robó el vehículo del señor Iranzo y los efectos personales de los agentes, y de un delito de tenencia ilícita de armas al no tener licencia de armas y porque, además, las armas con las que cometió los crímenes las introdujo ilegalmente en España. “Consideramos plenamente acreditado que el acusado quería matar y se aseguró de ello cometiendo los asesinatos con alevosía, es decir, sin que las víctimas pudiesen defenderse del ataque”, ha dicho la Fiscal.
El móvil: una Biblia
Lejos de negar estos hechos, Norbert Feher ha admitido los tres crímenes. “Disparaba con las dos manos a la vez como si fuese una metralleta. Como una ráfaga. Primero le disparé a uno y después a otro.”, ha explicado en relación al crimen de los dos agentes. No obstante, niega haberles asesinado por la espalda. Sin embargo, la Fiscalía contradice la versión de Igor el Ruso y cree que este apretó el gatillo cuando los agentes se encontraban de espaldas. Lo hizo incluso cuando ya estaban malheridos, tendidos en el suelo e intentando cubrirse con las piernas en alto. Y creen, además, que lo hizo a bocajarro, sin ninguna piedad.
A las preguntas de las acusaciones en relación al móvil del crimen, Feher ha dado una explicación que ha dejado estupefactos a los presentes en la sala. “Les disparé (17 veces) porque quería recuperar mi Biblia que estaba en una mochila dentro del coche”, ha explicado impasible. "¿Qué tenía esa Biblia de especial para disparar y matar a dos personas?", ha preguntado Ramón Castro, el letrado que representa a la madre y hermanos de Víctor Caballero. "La salvación. Nuestro cuerpo es solo un contenedor, nuestra alma es lo importante. Y ella es inmortal", ha contestado Feher. "Si hubiera podido salvar mi Biblia de otra forma, estas dos personas estarían vivas. Yo no voy matando por ahí a la gente porque sí", ha aclarado.
Después de herirlos de muerte y dejarlos agonizando en el suelo, les robó sus pertenencias, entre ellas sus teléfonos, y escapó. “Tuve que pararme a descansar. Me quedé dormido. Cuando me desperté, estaban allí los agentes que me detuvieron” ha explicado el presunto criminal serbio con una verborrea incontenible y con una frialdad que hiela la sangre. No obstante, aclara, estos sucesos no le produjeron ningún episodio de ansiedad. “La ansiedad es la enfermedad de los débiles”, ha espetado a los presentes contradiciéndose a él mismo tras declarar que sufre una neurosis derivada de la guerra de Serbia. Ahora, el exmilitar y criminal serbio se enfrenta a prisión permanente revisable y al pago de una indemnización para los familiares de las víctimas mortales que asciende a un millón de euros. "El Estado pretende que la gente vaya a trabajar cada día y luego, cuando ocurre algo así, los deja tirados", ha dicho con descaro el acusado en relación a que las familias todavía no hayan percibido ni un euro de esta compensación económica por unas pérdidas irreparables.