A raíz de sus problemas económicos, Janet empezó a trapichear con la marihuana que se fumaba para sus dolores físicos. Su entorno ha confirmado este extremo y ha explicado que el día antes de su desaparición el acusado fue a verla a su domicilio
La Audiencia de Barcelona ha acogido hoy la primera sesión del juicio por el asesinato de Janet Jumillas, la vecina de Viladecans de 39 años que desapareció el 13 de febrero de 2019 en Cornellà, y cuyo cadáver fue hallado meses después en un solar de El Prat de Llobregat. Como estaba previsto, los primeros en declarar han sido los familiares y amigos de la víctima. Un entorno desolado que sigue asimilando el trágico final de Janet, madre de dos hijos pequeños.
Janet y el acusado se vieron el día antes de la desaparición
Ninguno de los testigos, a excepción de un sobrino y una amiga, conocía de nada al acusado, a Aitor García. Así pues, los únicos que han manifestado haberlo visto una vez han sido el sobrino mayor de la víctima, Fernando Jumillas, y una antigua amiga, Martina. Ambos coincidieron con él en casa de Janet, en Viladecans, el día antes de la desaparición. Según han manifestado, el acusado fue a visitar a la víctima para concertar un encuentro para el día siguiente. Fernando y Martina estaban en la vivienda y pudieron saludar al único sospechoso de la muerte de Janet.
Según explicó la mujer a su sobrino, Aitor trabajaba en Amazon y le había conseguido una bomba de agua mejor de precio. Al día siguiente, el día de la desaparición, Janet aprovecharía que iba a hacer unas gestiones en la sede de la Agencia Tributaria de Cornellà de Llobregat, para visitar al acusado en su domicilio y recoger la bomba. Luego, según ha manifestado Fernando, la intención de Janet era volver a Viladecans para desayunar juntos. Sin embargo, la mujer ya no regresó.
Atravesaba un momento económico complicado
Las preguntas del Ministerio Fiscal han ido enfocadas a conocer la situación de la víctima, cómo era su entorno y su vida los días antes de su desaparición. Los más allegados, especialmente sus hermanos y su amiga Jessica, han explicado que Janet no estaba pasando por un buen momento económico. Recibía una pequeña ayuda del Estado y ocasionalmente hacía de canguro de la hija de Jessica o realizaba masajes a domicilio. También cuidaba de uno de sus hermanos, Paco, que al parecer tenía problemas de drogadicción y de su madre, mamá Carmen, que tiene varias dolencias.
Además, han explicado que Janet, o “Toti”, como la conocía su entorno, sufría de fibromialgia, lo que le provocaba muchos dolores en las piernas y articulaciones. Para ello, además de la medicación, fumaba marihuana con fines terapéuticos. Según la versión de la fiscal, Janet empezó a vender lo que le sobraba para poder ganar dinero y sacar adelante a su familia.
Empezó a trapichear con marihuana para ganar dinero
Según el relato de varios de los testigos, en especial amigos, se ha confirmado que Janet empezó a vender marihuana para ganar algo de dinero y llevar una vida económica más desahogada. Jessica, su amiga de toda la vida, ha explicado que Janet nunca le confirmó que vendiese, pero tampoco se lo desmintió: “siempre me decía que tenía que alimentar a sus hijos”. De la misma manera, otros testigos han relatado versiones similares: eran conocedores de que la víctima empezó a trapichear con marihuana para ganar dinero y todos ellos le recomendaron que lo dejara.
Este extremo, ayudaría a confirmar la versión del Ministerio Fiscal que asegura en su escrito de acusación que Aitor García, el acusado, le debía dinero por la compraventa de marihuana y que realmente el día de la desaparición no quedaron para recoger una bomba de agua, sino para saldar dicha deuda.
El acusado admitió la deuda de 50 euros
De hecho, según el escrito de la fiscal, fue lo único que admitió cuando prestó declaración, aún como testigo, ante los Mossos d’Esquadra, poco antes de su detención. Aunque después de esa primera declaración los Mossos le dejaron en libertad, los investigadores estaban convencidos de que Aitor era el responsable de la desaparición y muerte de la mujer.
Poco después del interrogatorio Aitor, nervioso tras el interrogatorio, llamó a un amigo, Christian, y esa misma tarde se deshicieron de tres mochos de fregona con la sangre de Janet, las gafas rotas de la víctima y hasta restos de pelo de la mujer. Los mossos lo grabaron todo y decidieron dejarlo en libertad por si les conducía hasta el cadáver o paradero de Janet. Como pasaban las semanas y no había avances en este sentido, finalmente le detuvieron.