El que fue profesor de Educación Física del colegio los Maristas de Sants-Les Corts ha ingresado este miércoles en prisión para cumplir una condena de 21 años y 9 meses por abusar de, al menos, cuatro de sus alumnos menores de edad
Han pasado seis años desde que Joaquín Benítez, exprofesor de educación física del colegio los Maristas de Sants-Les Corts (Barcelona), confesó, en 2016, haber abusado de varios de sus exalumnos. Tres años después, en 2019, tras una larga instrucción, fue juzgado por la Audiencia de Barcelona, que le condenó a 21 años y 9 meses de prisión por abusar sexualmente de, al menos, cuatro de sus alumnos menores de edad. Después de dos recursos, ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya y el Supremo, el pasado 19 de octubre el Alto Tribunal rarificó la sentencia impuesta por la Audiencia Provincial.
Este miércoles, a las 20:15 horas, poco antes de que acabara el plazo para entrar voluntariamente, Benítez se personó en la prisión de Puig de les Basses (Figueres, Girona) para empezar a cumplir con su condena, ya que durante todos estos años se ha mantenido en libertad provisional. Así, con su ingreso en prisión de se cierra un caso que abrió en 2016 con la denuncia del padre de una de las víctimas y una investigación de El Periódico de Catalunya.
El Supremo no tocó ni una coma
La sentencia final del caso avaló el relato de las víctimas respecto a los abusos de Benítez que no habían prescrito. Tanto la Audiencia de Barcelona como el Supremo dejaron claro que Benítez usó su puesto y su posición dominante sobre los menores para perpetrar los abusos.
De hecho, el fallo del Supremo no tocó ni una coma de la sentencia que en mayo de 2019 ya emitió la Audiencia de Barcelona contra este exprofesor, convirtiéndose oficialmente en la pena más dura impuesta contra un profesor por pederastia en España.
En libertad a pesar de la dura condena
La Audiencia a pesar de la dura condena prefirió dejarlo en libertad a la espera de que la sentencia deviniera firme. El tribunal de la sección 21, encargado de juzgarle, entendió que el acusado había cumplido sin incidencias todas las medidas cautelares —comparecencias periódicas en comisaría, prohibición de salir de España y de tratar con menores— que se le impusieron desde febrero de 2016, cuando compareció como investigado ante el juez instructor. Siguió en libertad después de que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya resolviese el primer recurso.
Muchas denuncias cayeron por el camino
A Benítez lo denunciaron una veintena de exalumnos, pero solo cuatro de estas demandas atañían a delitos que la Ley todavía no consideraba prescritos. Los otros profesores maristas, la mayoría hermanos religiosos, no pudieron ser juzgados porque todas las denuncias de sus respectivas víctimas también se declararon prescritas.
Reconoció parte de los hechos
Con todo, Benítez reconoció en sede judicial haber abusado de dos de los cuatro denunciantes por los que se le estaba juzgando. Admitió conocer a tres de esos cuatro exalumnos, pero defiende que solo agredió a dos. También reconoció haber engañado a dichos alumnos tras la clase que él impartía, la de educación física, con la excusa de darles un masaje en una lesión muscular. Una vez en su despacho, una especie de sala que también funcionaba como enfermería, sintió un «impulso» y abusó de ellos, confesó.
«A T.B. lo engañé y le hice una felación», dijo de una de las víctimas. Afirmó, incluso, que en una ocasión, otro profesor (ya fallecido) abrió la puerta y le descubrió. También reconoció que abusó de la misma manera de M. G. Sin embargo, negó que hubiera practicado sexo anal con el primero de ellos, tal y como este relató ante el tribunal.
Benítez admitió que repitió esos abusos para saciar «ese impulso», pero negó haber pagado 10 euros a M.G. para comprar su silencio. En este sentido, alegó que entregó ese dinero al estudiante para que éste “arreglara la bicicleta, que se le había estropeado”.