Los acusados en esta macro causa del “procés” tienen mucho que perder. Las peticiones de la fiscalía y de los ultras de Vox son durísimas y los argumentos incriminatorios, aun más.
Sin embargo, la vista oral que se iniciará a principios de febrero en Madrid, escenificará, y lo que es más importante, trasladará a la opinión pública una nítida fotografía de todos y cada uno de los actores que componen este vodevil político-judicial, (incluidos los acusados) en que se ha convertido el caso “procés”.
Y este no es un dato menor, porque vamos a tener oportunidad de ver y escuchar en primerísimo primer plano los argumentos fácticos y exculpatorios de las personas acusadas. Y ellos, los acusados, los saben. Y lo saben sus defensas. Y saben que éste es el momento.
Defensa consistente y mediática
Da la impresión que algunos de sus argumentos (la falta de violencia, la ausencia de carga probatoria sobre el desvío o malversación de caudales públicos, etc), tienen como mínimo un fundamento racional, discutible, pero no incuestionable que en boca de los Junqueras, Sánchez o Turull puede adoptar una dimensión de cierta consistencia.
Ese mensaje público, elaborado, premeditado, argumentativo que todos vamos a conocer sentados cómodamente desde le sofá de nuestra casas, (compartamos o no el fondo de dichos argumentos o los que, en su caso, continúen en boca de las acusaciones) pueden incomodar a los jueces del Supremo que como institución se ha posicionado de una forma taxativa favor de las tesis de la Fiscalía.
Criterio no homogéneo
En el caso del “procés” son muchas y prestigiosas la voces jurídicas que simplemente no ven ni por asomo los delitos de sedición y rebelión que sí ve el Supremo.
Son muchas las voces, incluso de sectores no progresistas de la judicatura, que no consideran golpistas a los Junqueras, Forcadell y cia., ni ven por ningún lado voluntad en ellos de transgredir el orden constitucional. Esas voces técnicamente discordantes, se han dejado oír en España, pero son apabullantes en Europa.
Alemania, Escocia, Bélgica y Suiza ponen en tela de juicio la existencia de violencia en la actuación punitiva (o eventualmente punible) de los acusados y detectan poca transparencia en los jueces españoles a la hora de encausarlos.
Es por ello que no va a resultar cómodo a sus ilustrísimas señorías, ver y escuchar (y, sobre todos, que veamos y escuchemos) los argumentos de los investigados, para unos héroes y víctimas, para otros insurgentes golpistas.
Sánchez y Cuixart… ¿arengaron a las masas a impedir los registros del Departamento de Economía o, por el contrario, se subieron a los coches de la guardia civil para disuadir a los miles de manifestantes allí agolpados?.
Se acabó el discurso único
Vamos a ver y escuchar a los “jordis” y eso servirá para que incluso los ciudadanos legos en conocimientos jurídicos construyan una nueva opinión al margen del discurso único de la prensa independentista o el de la españolista.
Se dice en los corrillos político-jurídicos de Madrid que más de uno (una) va a cambiar de opinión –la que quiera que tenga antes del juicio-, y eso, si va a incomodar a alguien, va a ser a los intocables jueces del Supremo tan poco acostumbrados a las críticas.