La estrategia del acusado, Albert López, siguió este sábado la misma tónica que el día anterior, es decir, minimizar su participación en el crimen, insistiendo en que el único delito que él cometió fue encubrirlo. Un encubrimiento que López respaldó en la lealtad a Rosa y en algo que él mismo tildó de «secuestro emocional». «Secuestro» que aceptó como un «autómata» debido a la «absoluta locura» con la que la amó, añadió. Queriéndose presentar, así, como víctima de lo que, para López, son los extraordinarios dotes de manipulación de la acusada.
Además de presentarse como un mero «enamorado» encubridor de un delito de asesinato, por el que su abogado pide 2 años y 10 meses de prisión, la otra clave de su estrategia de defensa fue negarse a responder las preguntas de la defensa de Rosa Peral. Alegando «cansancio mental», eludió el interrogatorio de Olga Arderiu. Y, sin más dilaciones, pasaron de las preguntas de la acusación particular a las de su defensa.
En total, fueron unas seis horas y media de interrogatorio, respondiendo a las preguntas de las distintas partes. Menos de la mitad de las que tuvo que afrontar Rosa Peral, quien estuvo hasta 14 horas, repartidas en tres largas jornadas.
«Violencia de género con resultado a la inversa»
El abogado de Albert López, José Luis Bravo, puso especial énfasis en incidir en su papel como mero encubridor y en potenciar lo muy enamorado que estaba de la acusada, para justificar, así, el grado de implicación. Trató, por otro lado, de despejar las dudas que tanto el fiscal como el letrado de la acusación particular, Juan Carlos Zayas, habían planteado, al conocer este viernes, por primera vez, algunos detalles de su versión, sobre todo, al no entender cómo ha podido ocultar durante todo este tiempo aspectos que para ellos son de real relevancia —en caso de ser ciertos—; detalles que versan sobre cómo pudo morir Pedro.
Las acusaciones no lograron entender, y por lo tanto no lo consideran creíble, cómo el acusado se pudo guardar, hasta el momento de su declaración, comentarios en los que, según él, Rosa le confiesa cómo murió Pedro. Aunque todo ello fue muy confuso y finalmente no quedó claro si Peral le confesó o no le confesó algo sobre un disparo, el acusado declaró que hasta esta semana tenía la esperanza de que Rosa dijera la verdad, dando a entender que ha pasado casi tres años en prisión, esperanzado en este sentido, aun sabiendo que Rosa, desde su primera declaración, lo apuntó como único culpable del crimen.
Para él, lo que sucedió la noche de los hechos, la madrugada del 1 al 2 de mayo de 2017, fue «una escena de violencia de género, pero con resultado a la inversa», entendiendo que Pedro agredió a Rosa y que ella se defendió, obteniendo un desenlace fatal.
Desconocía que iba a quemar su cadáver
A preguntas de su defensa, Albert López insistió en las muchas veces que intentó convencer a Rosa Peral para ir a la Policía. Insistencia de la que no queda constancia y que, según su relato, se desvaneció cuando la acusada, de forma individual, quemó el coche de Pedro, con su cuerpo inerte en el interior, en las inmediaciones del pantano de Foix.
Según su relato, compró dos bidones de gasolina, porque Rosa se los pidió, para no quedarse «tirada con el coche de Pedro», que siempre iba justo de combustible. La intención de Peral, apuntó López, era la de abandonar el coche, pero no sabía que quería quemarlo, aseguró. Recalcó entonces que nunca sospechó que Rosa lo acabaría quemando en el pantano de Foix, donde la acompañó sin saber hacia dónde se dirigía.
Insiste en su papel secundario
Si su relato es cierto, porque los acusados tienen la opción de no decir la verdad en sede judicial, estaría desmintiendo de este modo que se chamuscara la barba en el incendio y que se la cortara para ocultarlo, ya que —recordó— el día posterior a los hechos la llevaba «en todo su esplendor»: «Rosa me dijo que me la quitara y yo, como soy gilipollas, me la quité», añadió.
Por todo ello, tras su declaración y durante las conclusiones del juicio, su defensa, el abogado, José Luis Bravo, modificó la calificación de los hechos y planteó que, en lugar de la absolución, se le condene por un delito de encubrimiento de crimen, a la pena de dos años y diez meses de cárcel, más accesorias y costas.
En definitiva, se presento como un «exadicto a Rosa» y comentó que, en ese momento, no podía ver que estaba siendo manipulado por ella. Terminó su declaración explicando lo que sintió cuando, presuntamente, vio el cuerpo de Pedro Rodríguez en el maletero del coche: «No podría describir con palabras lo que sentí. Nadie merece morir así y menos a manos de la persona que ama».
Conclusiones antes de los alegatos finales
Asimismo, durante las conclusiones, el fiscal, Félix Martín acusó de falso testimonio al padre de Rosa, Francisco Peral, por negar que su hija le pidiera mentir en su primera declaración y argumentar que se «equivocó» cuando dijo a la Policía que vio a la víctima un día después del crimen, cuando en realidad era Manu, el vecino.
Decidió también deducir falso testimonio a Manu, vecino y presunto examante de la acusada, al entender que mantenían una relación más íntima de lo que éste admitió durante el juicio, así como al excabo del cuerpo J.J. Leal, superior y amigo de Rosa, a quien también pedirá investigar por encubrimiento.
El Ministerio Público cree que Leal ayudó a la procesada a construir una coartada a raíz de una conversación telefónica que sospecha que fue fingida, porque sabían que tenían el móvil pinchado. En dicha conversación, la acusada y Leal hablaron, precisamente, de la «falta de memoria» del padre de Rosa.
Las sesiones del lunes y el martes, a puerta cerrada por la crisis del coronavirus, se destinarán a la lectura de los alegatos finales, es decir, los informes en los que cada una de las partes deberá presentar su propio rompecabezas, juntando cada una de las pruebas o indicios presentados a lo largo del desarrollo del juicio.