El juicio por el ‘caso Macedonia’ encara su recta final. Este miércoles la sección 03 de la Audiencia de Barcelona ha vivido uno de los momentos más esperados de todo este rebuscado y longevo procedimiento judicial: las declaraciones de Manuel Gutiérrez Carbajo, el presunto cabecilla del clan de narcotraficantes afincados en la zona de Castelldefels; y, José Ranea, el único subinspector de los Mossos d’Esquadra que, finalmente, se ha tenido que sentar en el banquillo de los acusados, sospechoso de colaborar con esta red de delincuentes, filtrando información confidencial.
Como lleva semanas informando eltaquigrafo.com, el ‘caso Macedonia’ se inició con una presunta trama de corrupción en la Guardia Civil, que quedó archivada por falta de pruebas. Una investigación instruida por el juez de Instrucción 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, que fue dando palos de ciego hasta llegar a unas conclusiones, según las defensas, manipuladas e interesadas. Denuncia que también han querido verbalizar este martes los dos principales acusados, que se enfrentan a 11 años de prisión por petición de la Fiscalía. Y es que, contra todo pronóstico, el juez terminó imputando a los mossos que iniciaron la investigación contra la Benemérita y a los presuntos narcos que ésta había interceptado.
Se plasman los agujeros negros de la causa
Con la declaración de ambos, se ha puesto de manifiesto, una vez más, los vacíos y agujeros negros que a priori hacen sospechar de los intereses de un juez que, de la forma que fuese, parecía querer imputar a la policía judicial que no compartía sus mismas premisas.
De hecho, así lo ha asegurado Ranea en su declaración: “los agentes de la DAI, me presionaron para que delatara al Inspector Salleras. Ni siquiera registraron mi casa o se quedaron con mi teléfono móvil. ‘Esto no va contigo, delata a Salleras y no te pasará nada’” ha recordado el subinspector sobre lo que le dijeron los agentes de Asuntos Internos tras su detención. Y es que, cabe recordar en este sentido, que Salleras no le rio las gracias al instructor, oponiéndose a pedir ciertas diligencias en el marco de la investigación contra la Guardia Civil. Extremo que irritó a Aguirre hasta el punto de desvincular al grupo de Salleras de dicha causa para que fuese la División de Asuntos Internos de los Mossos quien se quedara con la investigación.
La declaración de Gutiérrez Carbajo
No obstante, el primero en declarar ha sido Manuel Gutiérrez Carbajo. Su declaración no ha sido muy extensa. No ha necesitado muchas palabras para dejarlo todo claro. Siguiendo lo que ya dijeron en su día tanto Trapero, como el Inspector Salleras, él cree que la instrucción ha sido una artimaña mal ejecutada para desprestigiar a los Mossos d’Esquadra, en especial al Major y al exfiscal Anticorrupción David Martínez Madero. Ha añadido que considera que él se ha visto salpicado por haber mantenido contacto con todos ellos, incluido con Ranea, por su antigua condición de confidente.
De hecho, no ha escondido su amistad con el subinspector acusado y ha recordado, paralelamente, que su relación con Trapero, Salleras y Martínez Madero se inició mucho antes de que estallara esta causa, cuando le pidieron ayuda para desarticular una trama de corrupción que implicaba a comandos de la Policía Nacional en los prostíbulos Saratoga y Riviera de Castelldefels. De hecho, parece ser que Gutiérrez Carbajo resultó ser clave para la resolución de ésta y otras investigaciones dirigidas por los mandos mencionados.
“Ahí empezó mi ruina” ha lamentado. Desde entonces estuvo en el punto de mira de otras investigaciones judiciales que, según él, nada tenían que ver con su persona. “Villarejo y Olivera – el antiguo responsable de la UDEF en Catalunya - nos buscaron la ruina por colaborar con la Fiscalía dirigida por Martínez Madero”. Él mismo se considera un ‘chivo expiatorio’ mediante el cual pretendieron acabar con la reputación del cuerpo policial y de sus principales mandos.
El turno de Ranea
El último protagonista de la jornada ha sido el subinspector José Ranea. ‘Rani’, sobrenombre por el que se le conoce, se ha mostrado muy contundente con su relato y ha destapado varias presuntas irregularidades que han enmudecido a la sala. Lo más destacado de su declaración, como se ha comentado anteriormente, ha tenido que ver con las presiones que sufrió de la DAI tras su detención, con el objetivo de delatar al Inspector Salleras. El 15 de octubre de 2010 lo trasladaron hasta Sant Andreu de la Barca y no a la comisaría de los Mossos en Les Corts, como es habitual. Allí, según su versión, lo presionaron para que cargase contra el que había sido responsable de la investigación de los burdeles (Salleras), y este se negó.
Además, pese a detenerlo, no le requisaron el teléfono móvil, ni registraron su domicilio, ni su taquilla en la comisaría de Vilanova, donde ejercía como segundo al mando. “Me dijeron que no lo hacían porque sabían que no encontrarían nada, porque ‘esto’ no tenía nada que ver conmigo”, ha precisado el mosso.
Las llamadas y las madalenas
La defensa del subinspector, ejercida por el letrado José María Fuster-Fabra, ha vuelto a cargar contra las transcripciones realizadas por la División de Asuntos Internos (DAI) que dejó por incorporar más de 200 conversaciones telefónicas que favorecían a su cliente y/o contextualizaban las llamadas que sí que se añadieron. Concretamente, ha criticado que no se transcribiesen aquellas conversaciones que, precisamente, demostrarían la inocencia del subinspector.
Para acabar con el interrogatorio, Fuster-Fabra ha empezado a leer el oficio de imputación de la DAI. La magistrada le ha cortado, exigiéndole que hiciese una pregunta. “¿Se quedaba usted con las madalenas de los detenidos?”. La cara de las magistradas que componen el tribunal ha sido digna de ‘fotomatón’. “Perdone, señoría – ha proseguido el letrado – es que, entre otras cosas, la DAI acusa a mi cliente de quedarse con la caja de madalenas de los detenidos” a la sazón sus ex confidentes. Queriendo recordar, una vez más, que la relación que Ranea tenía con el resto de los imputados en esta causa se justificaba con fines meramente profesionales. Así como los extremos de ridiculez que ha alcanzado esta investigación.
Los peritos no pueden acreditar el sueldo a cargo de los narcos
Sin embargo, antes de las declaraciones de los acusados ha sido el turno de los peritos económicos que no han podido acreditar la teoría del juez Aguirre y la fiscal Ana Gil acerca del sueldo, de 1.00 euros, que regularmente Ranea recibía de los narcos por los servicios prestados. Ambos, el funcionario de la Agencia Tributaria y el contratado por la defensa del subinspector, han llegado a la conclusión de que las cuentas corrientes del acusado “no desprendían indicios de cualquier actividad delictiva”, siendo lógicas las operaciones e inversiones que se observan en sus movimientos bancarios.
Sobre su inversión en preferentes y la titularidad que ostentaba su madre, él mismo ha explicado -entre sollozos- que vendieron un piso familiar para luego comprar acciones. Así que, parece ser que no hubo ni cajas de madalenas, ni sueldos a final de mes. El lunes conclusiones e informes finales.