Apenas se ha iniciado el juicio y ya se ve claro cómo las defensas orientan su punto de mira a cargar de munición exculpatoria a los tribunales europeos que resolverán, los eventuales recursos contra las eventuales sentencias (Supremo y Constitucional) que acaben condenado a los 12 acusados por la llamada causa del procés.
Sin derechos fundamentales
Las defensas coinciden en la vulneración de derechos fundamentales: “La indisoluble unidad de España no es un derecho fundamental, la libertad, si”, ha dicho el letrado Benet Salellas (abogado de Jordi Cuixart) en una sosegada y no por ello menos dura intervención ante la mirada de los siete miembros del Supremo que forman el Tribunal.
Jordi Pina, letrado de Rull, Turull y Sánchez no ha llegado a tildar de parcial a los miembros de la sala, pero si que ha dicho con nitidez que “existe una apariencia manifiesta de imparcialidad”. El derecho a una justicia justa es una derecho fundamental.
Europa, en espera
Olga Arderiu, defensora de la ex presidente del Parlament, Carme Forcadell, ha insistido que a su clienta se la está juzgado “por cuestiones políticas: Debería estar junto al resto de miembros de la mesa del parlamente a disposición del Tribunal Superior de Justicia”.
Son sólo tres ejemplos del tono y del fondo del discurso de las defensas: dejar claro que ha habido vulneración de derechos fundamentales, dirigismo político, parcialidad y limitación del derecho de defensa.
El tribunal europeo ha dado numerosas muestras de sensibilidad ante recursos por cuestiones y con argumentos análogos.
De hecho la justicia escocesa, alemana y belga ya han mostrado su radical oposición técnica y jurídica a algunos de los pilares que la justicia española ha utilizado para sustentar la investigación de esta causa.
Por ejemplo, se ha cuestionado y rebatido el particular y polémico concepto de violencia esgrimido por el instructor, Pablo Llarena.
Pluma fina
Así, las defensas van a obligar al tribunal a hilar muy fino y a “mojarse” ineludiblemente en su argumento, un posicionamiento que se condensará en la sentencia, una sentencia que será revisada con lupa y que pondrá a más de uno en su lugar, incluido quienes la redacten.