Los investigadores le dan la puntilla a “El Rey del Cachopo”

César Román  junto a su letrada, Ana Isabel Peña, durante el juicio | Audiencia de Madrid
photo_camera César Román junto a su letrada, Ana Isabel Peña, durante el juicio | Audiencia de Madrid
El responsable del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional recuerda que en la nave en la que fue hallado el cuerpo de Heidi Paz se recuperó un cuchillo, una puntilla de pelar patatas, idéntico a otro intervenido en uno de los restaurantes de César Román

“Me dijo que había trabajado con Arzak”, ha dicho a través de una pantalla Raquel, propietaria de un restaurante, que contrató a César Román como ayudante de cocina tras su huida a Zaragoza. Se identificó como José Rafael Rujano Contreras, un venezolano de ascendencia gallega que, tras la muerte de su padre y del cierre de los restaurantes familiares, buscaba un empleo. Avaló su nueva identidad con un documento provisional de identidad que le habían proporcionado, temporalmente, tras el extravío de su DNI. “Quería que le llamáramos Chiqui”, ha explicado la hostelera maña. 

La empleadora ha explicado que una mañana, en el programa de Ana Rosa, se enteró de la historia de “El Rey del Cachopo”. El desaparecido César Román había estafado a varias personas y se le buscaba en aquel momento por, presuntamente, haber asesinado a su novia Heidi Paz, una joven hondureña de 25 años hallada en una maleta. “¡Pero si este es el cocinero que yo tengo!”, exclamó la mujer. Aunque ni su marido ni otro trabajador encontraban ningún parecido entre el famoso hostelero y el nuevo pinche de cocina, calvo y barbudo, la mujer decidió llamar a la policía. Pocas horas después, César Román fue detenido como presunto autor de un delito de asesinato en la cocina del restaurante que ella regentaba. 

Román la observaba tras la mascarilla con mueca de fastidio. A medida que han ido avanzando los días de juicio el surco que se le dibuja en la frente cuando frunce el ceño se ha ido acentuando. A veces se le ha visto hacer aspavientos, susurrar indignado o escribir compulsivamente sobre unas diligencias aprendidas al dedillo durante tres años. 

El hombre de las mil caras

“Me dijo que se llamaba Julio y que trabajaba en un hotel”, ha explicado la que fue su compañera de piso en Zaragoza poco más de tres meses. Su convivencia fue tensa y duró poco. Los encontronazos con César y su actitud violenta durante una discusión, en la que “El Rey del Cachopo” profirió varios insultos hacia la mujer, terminaron con el hostelero de patitas en la calle. Su declaración durante el juicio, aunque escueta, ha servido para confirmar lo que la mayor parte de testigos han venido explicando. César es un impostor. No solo en este caso. Ya durante su juventud, siendo miembro de Falange, se hizo pasar por delegado sindical y consiguió infiltrarse en Comisiones Obreras con el objetivo de captar a trabajadores. Incluso después de ser descubierto creó el Sindicato de Enseñanzas Medias y engañó a un reputado periódico de este país haciéndose pasar por un ferviente sindicalista. Pese a sus esfuerzos, fue rechazado también por la Falange, por robar de la hucha del partido. Con los restaurantes pasó lo mismo. El de Román ganó el Premio al Mejor Cachopo de España sí, pero de un certamen orquestado por él mismo y al que el único local de hostelería que se presentó fue el suyo. César es el hombre de las mil caras. Un mentiroso compulsivo. 

La puntilla de “El Rey del Cachopo”

Durante la segunda parte de la sesión del lunes se ha reconstruido el hallazgo del cuerpo de Heidi Paz. “La maleta me dio mala espina”, ha relatado uno de los bomberos que aquella tarde de agosto acudió a sofocar un pequeño fuego en una nave de Usera. “Estaba cerrada pero con la cremallera abierta. Tenía sangre en la solapa y había formado un cerco de fluidos. Decidí no tocarla y levanté la tapa con una varilla metálica que encontré cerca. Tardé un rato en identificar lo que había dentro: un torso mutilado”. 

Los agentes de la Policía Nacional que acudieron inmediatamente al lugar, alertados por los Bomberos y la Policía Local de Madrid descubrieron, muy cerca de los restos mortales de la joven, un cuchillo, concretamente una puntilla, “prácticamente idéntica a la que se recuperó en uno de los restaurantes” de Román. El torso, parcialmente desecado, había sido cubierto por sosa cáustica para acelerar el deterioro del cadáver. El responsable del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional ha puesto el foco en la actitud sospechosa de César Román. “El mismo día que aparece el cuerpo, César Román desaparece y su teléfono deja de tener tráfico”, ha declarado. Lo recuperan, junto al móvil de Heidi, inoperativo desde el 5 de agosto, cuando lo detienen en Zaragoza. Los investigadores saben que antes de huir, “El Rey del Cachopo” regresó al escenario del crimen. Fue el mismo día en el que apareció el cuerpo, por la tarde. César volvió a la nave con otros dos hosteleros para buscar unas mesas. Entraron en una nave adyacente a la que ya había sido hallado el cadáver. Cuando salieron de la nave contigua, sospechan que César vio el dispositivo policial. “Cambió el chip, se puso muy nervioso y se quería ir a toda costa del lugar”. Ese día decidió huir. 

Sobre la identidad del cadáver, el agente ha asegurado que el ADN concluyó que se trataba de Heidi Paz. “Heidi era una persona muy normal. Alguien que vino a España a trabajar. No tenía ningún contacto con nadie relacionado con el mundo del narcotráfico. Tampoco sus exparejas”, ha puntualizado. Además, el agente ha explicado que desde el primer momento las sospechas recayeron sobre “El Rey del Cachopo”. Gloria, la madre de Heidi les confesó que creía que el empresario maltrataba a su hija. No se fiaba de él. Las peores sospechas se confirmaron cuando le mostraron la imagen del hallazgo. Tanto Sara, expareja de César, como Gloria reconocieron enseguida la valija. Era propiedad de César Román. 

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