Marisol, la madre de Marta Calvo: “confío plenamente en la justicia, pero quiero que esto acabe ya”

Marta Calvo, imagen de archivo
photo_camera Marta Calvo, imagen de archivo
Minutos antes de que empiece el juicio contra el presunto asesino de su hija, Marisol Burón, la madre de Marta Calva ha declarado ante eltaquígrafo.com que aunque confía plenamente en la justicia, necesita que toda esta pesadilla termine cuanto antes.

Al menos once mujeres, que se haya podido relacionar en la investigación policial, fueron víctimas de las garras de Jorge Ignacio P.J. Tres de ellas, Arline Ramos, Lady Marcela Vargas y Marta Calvo ya no viven para poder contarlo. Murieron a manos de este presunto depredador sexual y asesino en serie que este lunes se sienta ante el tribunal y el Jurado Popular de la Sala Tirant lo Blanc de la Ciudad de la Justicia de Valencia.

Empieza, así, el juicio contra este individuo, el rey de las “fiestas blancas” y en juego están tres condenas de prisión permanente revisable, además de una montaña más de años de cárcel por las violaciones de todas ellas y por haberles administrado cocaína de alta pureza por vía genital a escondidas y bajos engaños. Minutos antes de la apertura de puertas, Marisol Burón, la madre de Marta Calvo, la joven de Manel (Valencia) ha declarado ante eltaquígrafo.com que aunque confía plenamente en la justicia, necesita que toda esta pesadilla termine cuanto antes.

De hecho, la muerte de su hija fue la clave que inició toda la investigación, a raíz de su desaparición, el 7 de noviembre de 2019. Sin embargo, la trayectoria criminal de Jorge Ignacio P.J. empezó meses antes, el 25 de julio de 2018, cuando se tiene constancia de la primera víctima. Ésa superviviente. El modus operandi de este depredador sexual letal era siempre el mismo:

Drogarlas, violarlas y seguir drogándolas

Contactaba con sus víctimas a través de redes de prostitución. Todas, a excepción de Marta Calvo, eran prostitutas, de este modo se aseguraba que no le denunciaran. De hecho, las ocho supervivientes solo se pronunciaron y acudieron a las autoridades cuando se destapó el caso de Marta Calvo. El segundo paso era convencerlas de que consumieran cocaína para, en un descuido, introducirles la misma droga de alta pureza por vía vaginal y anal. Si no aceptaban la ‘fiesta blanca’ -mantener relaciones consumiendo cocaína-, lo remediaba aturdiéndolas hasta el desmayo con una sustancia no identificada que, por el cuadro de las víctimas, debía ser MDMA (éxtasis líquido), la droga de moda para violar, con la ventaja de que quien la ingiere sufre un borrado integral de la memoria.

En tres ocasiones, la sobredosis de droga, en especial por las vías vaginal y anal provocó un shock en las mujeres, acabando con sus vidas.

Las claves del caso de Marta Calvo

La joven de 25 años desapareció en la madrugada del 7 de noviembre de 2019, cuando acudió a una cita con su presunto asesino en la localidad de Manuel (Valencia), tras quedar por una aplicación de citas. Una vez allí, envió la ubicación desde el móvil a su madre, algo que solía hacer para que supiese donde se encontraba.

Dos días después, el 9 de noviembre, y tras no tener noticias de Marta, su madre, Marisol Burón, se presentó en la ubicación que le había enviado su hija. Allí habló con José Ignacio P.J, quien le negó que conociera a la joven. Después de este episodio, Burón fue a presentar una denuncia por desaparición. El acusado huyó tras esta conversación.

La noticia de la desaparición de la joven valenciana se difundió rápidamente en los medios de comunicación y, durante los días posteriores, se la buscó incansablemente, en todos los lugares en los que podría encontrarse. Paralelamente, se llegó a registrar, incluso, la casa abandonada del asesino, que como constatan los investigadores: desprendía un fuerte olor a lejía.

La “confesión”

Justo 21 días después de la desaparición de Marta, el 4 de diciembre de 2019, su presunto verdugo se entregó a las autoridades en el cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent (Valencia).

En su primera declaración ante los agentes contó que la desaparecida y él habían mantenido relaciones sexuales consentidas y ambos había consumido cocaína. Además, declaró que, en un momento dado, la joven había fallecido y él, asustado, decidió descuartizarla y repartir sus restos por diferentes contenedores de basura de la zona.  Sin embargo, la investigación y, en especial la declaración de las ocho supervivientes, constató que el consumo de cocaína no era voluntario, en especial, la introducción de rocas de alta pureza por la vía vagina.

Más de un siglo de condena

De este modo, Jorge Ignacio P.J. se sentará por fin ante el Jurado Popular que deberá dirimir sobre su culpabilidad en los hechos investigados. Con todo, las sesiones contra este presunto asesino en serie se prolongarán durante cinco semanas, según el calendario previsto, hasta el próximo 8 de julio. La Fiscalía pide para él una condena global de 130 años e indemnizaciones que se elevan a 340.000 euros.

Comentarios