La Audiencia de Barcelona ha retomado este martes el juicio por el asesinato de Juan Pita. La sesión de hoy se ha centrado exclusivamente en la declaración de los tres acusados, entre los que se encuentra el exyerno de la víctima, Juan Cortés.
Tanto Cortés como sus dos presuntos cómplices, Daniel G. (alias ‘Jaro’) y Carlos Alberto M. (alias ‘Camarón’) se han limitado a responder a las preguntas de sus defensas. En los tres casos, los letrados se han centrado en demostrar los problemas con el alcohol y las drogas que los jóvenes padecen desde su adolescencia y que mermaron sus capacidades volitiva e intelectiva la noche del 12 al 13 de enero de 2018 cuando, presuntamente, incendiaron la cabaña donde dormía Juan Pita, con él en su interior.
Sin embargo, poco han incidido los letrados con sus preguntas en que los acusados explicaran qué es lo que sucedió exactamente esa noche en las afueras de Santa Perpetua de Moguda (Barcelona). Creando una especie de vacío temporal en la cronología de los hechos, limitándose a justificar los problemas y las adicciones de los jóvenes.
Los tres iban drogados y bebidos
Ya durante las cuestiones previas, las defensas pidieron la absolución de los tres acusados, justificando esta medida en torno a los problemas drogadicción y alcoholismo que padecen los tres acusados. Considerado, además, que su bajo coeficiente intelectual les condujo a llevar a cabo una acción de la que no se pueden considerar culpables dados los factores psíquicos e intelectuales que los anteceden.
De hecho, en sus escuetas declaraciones los tres acusados han narrado que la noche del crimen iban bajo los efectos del alcohol y las drogas. Añadiendo que, en ningún caso, su intención fue la de ocasionar la muerte de Juan Pita, padre de Andrea Pita, la expareja de Juan Cortés. El principal acusado, por los lazos de parentesco que había tenido con la víctima y su hija, ha explicado que su relación con Pita era buena y que no le deseaba ningún mal.
Se incriminó para llamar la atención
Durante la sesión de hoy ya se ha podido intuir que la clave de este juicio se hallará en los mensajes que los acusados intercambiaron entre ellos y más concretamente en los que Juan Cortés envió a su expareja, Andrea, incriminándose la muerte de su padre. Preguntado por ellos, Cortés se ha justificado diciendo que en ese momento estaba dolido con Andrea, “porque se sentía traicionado”, y que lo único que quería era “llamar su atención”. No obstante, no queda claro qué es lo que sucedió la noche del crimen.
El acusado, por otro lado, ha matizado que se entregó voluntariamente en la comisaria de Sabadell en abril de 2018, cuando quedó detenido. Cabe recordar, sin embargo, que primero quedó privado de libertad por quebrantar la orden de alejamiento que tenía impuesta respecto Andrea y, luego, un año más tarde, en 2019, como sospechoso de la muerte de Juan Pita.
Su defensa ya expuso durante la lectura de los escritos de calificación que Juan Cortés sufre un trastorno de conducta inherente de una persona que lleva años drogándose y que, además, su impulsividad, así como su alteración psicótica de carácter ansiolítico, paranoico e irritable le impidieron tener un control de sus facultades la noche de los hechos.
No había plan preconcebido
En la misma línea, los dos presuntos cómplices han argumentado que no habían planeado con anterioridad la muerte de Juan Pita. Carlos Alberto M. ha explicado que a él lo llamaron horas antes del crimen para que los acercara con su coche hasta la cabaña de Pita, en las afueras de Santa Perpetua de Moguda (Barcelona), para que Juan Cortés hablase con su exyerno sobro cómo podía recuperar a Andrea. No recuerda nada más. Dice que lleva años medicándose por sus problemas con el alcohol y con las drogas (metadona, principalmente). Y cree que a él sólo lo llamaron porque era el único que tenía coche.
Por otro lado, Daniel G., ha incidido en que no conocía a la víctima, ni conocía sus problemas psíquicos. Añadiendo que él era habitual consumidor de alcohol y todo tipo de drogas desde muy joven. Adicción por la que, ha asegurado, está siendo tratado en un centro de Mollet del Vallès (Barcelona). Ha matizado que, como la noche de los hechos trascurrió de viernes a sábado, era “normal” que él estuviese bajo los efectos de las drogas, “porque tomaba [drogas] todos los fines de semana de forma ininterrumpida desde el viernes por la tarde hasta el domingo”.
Cortés se expone a la prisión permanente revisable
Sus argumento, sin embargo, poco han convencido a los representantes del Ministerio Fiscal y de la acusación particular que piden sendas penas de prisión para cada uno de ellos, por lo que consideran que fue un asesinato con alevosía. Mientras que el fiscal solicita una condena de 18 años para cada uno de ellos, la letrada de la acusación requiere la prisión permanente revisable para Juan Cortés, al entender que él sí conocía los problemas psíquicos de la víctima.
La letrada que defiende los derechos de Juan y Andrea Pita, expuso durante la primera sesión del juicio que el objetivo final de Cortés fue el de perjudicar a Andrea, su expareja. De hecho, en este sentido, la abogada bautizó este caso como un “asesinato vicario”, es decir, matar a alguien para perjudicar de manera directa e intencionada a una tercera persona. Con todo, cabe recordar que la noche de los hechos Cortés envió varios mensajes a la joven amenazándola con matar a su padre si ella no volvía con él.
Con drogas o sin drogas, la realidad es que Juan Pita murió esa noche en la cabaña donde malvivía en las afueras de Santa Perpetua de Moguda.