Víctima del 17-A: «cuando me incorporé, vi el horror de lo que estaba sucediendo»

Las Ramblas de Barcelona, poco después del atentado | EFE
photo_camera Las Ramblas de Barcelona, poco después del atentado | EFE
El aterrador y emotivo relato de Carmen Judith Romero, una de las supervivientes del atentado de Las Ramblas, marcó una sesión testifical muy técnica, en la que intervinieron una decena de agentes entre mossos y guardias civiles.

De repente, la sala de vistas de la Audiencia Nacional, donde se celebra el juicio por los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils (Tarragona), pareció quedarse desierta. El sutil bullicio intrínseco de una sala abarrotada de letrados se volvió silencio sepulcral: por respeto, por emoción, por curiosidad... dejando total espacio a la voz temblorosa y rota de Carmen Judith Romero, una superviviente del atentado perpetrado por Younes Abouyaaqoub en Las Ramblas, el 17 de agosto de 2017.

Desgarrada, como si lo estuviese viviendo de nuevo en ese preciso instante, la testigo explicó, desde una sala anexa, lo que vio y, en especial, lo que sintió cuando, esa tarde de agosto, al salir del hotel donde trabajaba, su vida se truncó al cruzarse con la maldita furgoneta blanca.El orden de las frases no era del todo lógico, pero no hacia falta esa disposición para entender lo que, a preguntas de su defensa, iba relatando.

«No he vuelto a ser la misma»

Salía de trabajar con una amiga cuando, esperando en un semáforo del inicio de Las Ramblas, escuchó al furgón conducido por Abouyaaquob dar un acelerón muy fuerte. Se dirigía hacia ellas; y no solo hacia ellas, sino hacia la magnitud de turistas y ciudadanos que paseaban sin saber que su vida estaba a punto de romperse en añicos. «No pude reaccionar al momento, cogí a mi amiga y la aparté, pero el furgón ya le pegó con el retrovisor en la frente», cayendo ambas al suelo.

Con la voz acelerada y entre lágrimas, Carmen Judith prosiguió con el relato: «la gente empezó a pisotearnos, tenía miedo y cuando por fin me incorporé, vi el horror de lo que estaba sucediendo: mucha gente tumbada en el suelo y el furgón bajando a toda velocidad, haciendo zigzag y llevándose a todos lo peatones que encontraba a su paso». Carmen Judith tardó ocho meses en volver a trabajar, todavía no ha pisado Las Ramblas y sigue con medicación. «No he vuelto a ser la misma», suspiraba sollozando al final de su intervención. Y como ella, tantos cientos de personas que, desde esa tarde de agosto, luchan contra sus propios recuerdos; una evidencia de las terribles secuelas psicológicas de este suceso atroz.

Las defensas alejan a sus clientes de la célula

Y, aunque la intervención de la testigo fue breve, su historia relegó a un segundo plano el resto de los relatos, mucho más técnicos, de los mossos d’Esquadra y guardias civiles presentes en las detenciones y las declaraciones de los tres acusados. Todo ello, en una tercera sesión marcada, de nuevo, por la voluntad de las defensas en alejar a sus clientes de la trama terrorista, en contraposición a las voces de los agentes, que insistían en situar a los tres acusados como miembros y/o colaboradores activos de los jóvenes terroristas de Ripoll (Girona).

La defensa de Mohamed Houli Chemlal, el principal acusado, volvió a girar entorno a la predisposición a colaborar que, según esta parte, el joven ofreció una vez detenido. Si bien los agentes que le tomaron la primera declaración aseguran que el joven contestó a la mayoría de sus preguntas, explican que, en ocasiones, su relato fue contradictorio y, precisamente por ello, tuvieron que tomarle declaración hasta cinco veces antes de que pasara a disposición del juez instructor de la causa.

El abogado de Driss Oukabir centró sus preguntas en tratar de demostrar que no se siguió la cadena de custodia correspondiente con el teléfono móvil del detenido, una vez fue llevado a comisaría por una patrulla de los Mossos de Ripoll, que recibieron el aviso de un ciudadano alertando de que el hermano mayor de los Oukabir, que acababa de salir en televisión relacionado con los atentados, estaba paseando por el centro de dicha localidad. Los agentes explican que el joven se quedó muy parado. «Le dijimos 'Driss, levanta las manos, levántate la camiseta y al suelo'. Estaba a la defensiva. Dio tres pasos hacia atrás, pero no llegó a correr». 

Su defensa ha insistido en que Driss se mostró muy predispuesto a colaborar. Es más, según ha asegurado uno de los testigos, al final de su primera declaración en comisaría, y de forma totalmente voluntaria, Driss Oukabir aseguró que la cabeza pensante de todo lo que había pasado era el imam, Abdelbaki Es-Satty. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los letrados, los investigadores, agentes e instructores de los Mossos d'Esquadra están convencidos de su participación en distinto grado y del pleno conocimiento que tanto Houli como Oukabir tenían acerca de lo que se estaba tramando en Alcanar (Tarragona).

Saïd Ben Iazza, geolocalizado en Alcanar

El tercero de los acusados, Saïd Ben Iazza, no se salvó de la presión policial, pues los agentes de la Guardia Civil que se encargaron de su detención y de la posterior investigación pudieron constatar, según consta en las tarificaciones de su teléfono móvil, que el acusado, el día 13 de agosto de 2017, estuvo, según la antena a la que se conectó de forma automática su teléfono, en la casa de Alcanar, en el mismo momento en el que Mohamed Hichamy, abatido en Cambrils, también lo estaba.

Los agentes que custodiaron a Ben Iazza han sido los últimos en prestar declaración durante la tercera jornada del juicio. Este viernes, de forma imprevista, pues no estaba contemplado en el calendario, se celebra una nueva vista, de nuevo con el objetivo de esclarecer y otorgar luz a unos hechos oscuros y con muchos interrogantes por resolver.

Tensión entre el magistrado y Alonso-Cuevillas

Y, como parece habitual, el magistrado, Luís Alfonso Guevara Marcos, volvió a ofrecer evidentes muestras de su mal genio, protagonizando una escena muy incómoda con el letrado, Jaume Alonso-Cuevillas, en defensa de la familia del niño de tres años fallecido en el atropello masivo. El juez, tras declarar improcedentes varias de sus preguntas a un Mosso d'Esquadra, ha advertido que pondría su actitud «irónica» en conocimiento del colegio de abogados, después de que Alonso-Cuevillas diera las «gracias por su amabilidad» al magistrado.

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