Este martes, la sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha acogido la vista de apelación por la sentencia del 'crimen de la Guardia Urbana',que dictó penas de prisión de 25 y 20 años para Rosa Peral y Albert López, respectivamente, al considerarlos culpables del asesinato con alevosía de Pedro Rodríguez —agente de la Guardia Urbana, como los dos condenados, y pareja de Peral en mayo de 2017, cuando falleció—.
Las defensas de ambos acusados, motivando argumentos totalmente opuestos, han coincidido en exigir la anulación de la sentencia y la repetición del juicio, básicamente por la falta de motivación del veredicto dictado por el jurado popular que los juzgó, al tenerse en cuenta pruebas referenciales que carecen de peso y objetividad, según las defensas, para convertirse en pruebas acusatorias y ser la base sólida del veredicto.
No obstante, a pesar de coincidir en el objetivo, la dinámica de la vista de apelación, que ambos acusados han seguido de forma telemática desde las prisiones de Wad-Ras y Quatre Camins, siguió la tónica de las sesiones del juicio: acusarse mutuamente de la muerte y negar la planificación del crimen.
Meras hipótesis y conjeturas
La defensa de Peral, ejercida por la letrada, Olga Arderiu, ha denunciado que la declararon culpable por su vida sexual, a raíz de un «linchamiento mediático» que, ha dicho, condicionó el veredicto. «Se juzgó su pecado y no si había o no había matado o participado en la muerte de Pedro Rodríguez», ha esgrimido.
A su parecer, la condena se basa en «sospechas y conjeturas» que no quedaron buenamente justificadas ni en el veredicto ni en la sentencia, que recogió hechos probados (como que durante el mes de Abril, Rosa y Albert volvieron a entablar conversación) para convertirlos en pruebas acusatorias («este acercamiento se debe a que trazaron un plan para acabar con la vida de Pedro», ponía como ejemplo). Por supuesto, el representante del Ministerio Fiscal, Félix Martín, se ha opuesto taxativamente a estas alegaciones y las ha impugnado en su turno de palabra.
Anulación del testimonio de Antonia
La abogada de Rosa sostuvo, por otro lado, que se le denegaron pruebas testificales y documentales que acreditarían la relación entre ella y su novio, el carácter violento de Albert y el miedo insoportable que la agente tuvo los días posteriores al crimen. Arderiu no entiende porque se aceptaron unos testigos y otros no, al considerarlos todos referenciales y, por lo tanto, con una relevancia media.
Y reclamó, de forma insistente, la anulación de la declaración en el juicio de la actual pareja (Antonia) del exmarido de la agente, quien reprodujo a través de la mímica lo que le había explicado la hija de Rosa. Y pidió que se revisara el testimonio de Anyuli —una de las presas con las que coincidió Peral durante su primera instancia en Wad-Ras— porque, a su parecer, estuvo basado en lo que leyó en la prensa, además, de lleno de contracciones y poca objetividad.
Para Albert, Rosa lo manipuló todo
Por otro lado, el defensor de Albert, José Luis Bravo, ha solicitado al tribunal que se absuelva a su cliente por el delito de asesinato y lo condenen por encubrimiento, al ser culpable, únicamente, de «seguir las órdenes y premisas de Rosa Peral». Su cliente, insistió, acudió a la casa cuando Pedro ya estaba muerto y porque la acusada le llamó. Además, volvió a involucrar al padre de Rosa en la muerte de Rodríguez y puso en duda las pruebas periciales de balística que demostraron que a Rosa Peral no le faltaba ninguna bala y que tenía su arma en el armero durante la noche de los hechos. Del mismo modo, considera que la sentencia carece de datos fiables y contrastados para asegurar que su cliente participó en los hechos.
En cambio, Félix Martín, ha reprochado que «las versiones exculpatorias son absolutamente inverosímiles» y ha criticado que las defensas aleguen indefensión por pruebas que el magistrado inadmitió en el juicio, a las que ha calificado de reiterativas y superfluas.
Martín ha repetido su tesis, que avaló el jurado en el veredicto, de que Peral y López actuaron juntos, movieron y quemaron el cadáver juntos y llevaron el móvil de la víctima a casa del exmarido de ella para inculparlo.