La sensación es que estamos ante una sentencia condenatoria dura. Algo que incluso intuyen algunos de los abogados de la defensa.
Toda la vista, la declaraciones, los testigos, los documentos y las pruebas han servido de poco o nada para cambiar el criterio de los magistrados y modificar una decisión que puede estar ya tomada desde hace tiempo.
Una sentencia condenatoria que también puede generar un clima de inestabilidad y de problemas de orden público en ciertos sectores de la sociedad catalana. Esta sentencia va a ser vista como un auténtico bofetón al independentismo.