Los detenidos, que con toda seguridad han sido golpeados por los policías, son expuestos ante los ciudadanos y ridiculizados por los agentes.
Los agentes se enfrentan con sospechosos y ciudadanos en general a grito limpio, haciendo valer el brillo de sus placas policiales y el poder que le otorga la tenencia de armas y, sobre todo, el amparo de la nueva jefatura política del país.