Opinión

Ha muerto un comunista. Ha muerto Paco Frutos

Carlos Jiménez Villarejo
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Deseo expresar, en unas líneas, mi respeto y admiración a quien, desde la coherencia y la firmeza, se enfrentó a la dictadura franquista y luchó incansablemente por una sociedad presidida por los principios de la pluralidad, la libertad y la igualdad cívica, económica y social; por un Estado mas respetuoso con los derechos ciudadanos y más justo en la distribución de la riqueza.

Nunca olvidaré que compartí con él mi militancia en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) durante su clandestinidad. Y más recientemente, nuestra participación en actos públicos multitudinarios contra el proceso independentista por su carácter, que sigue presente, ilegal, insolidario, excluyente y antidemocrático.

Estos días, escapando del confinamiento derivado de la pandemia del coronavirus, he leído dos obras que me parece necesario citar ante la definitiva ausencia de Paco. Como demócrata y como comunista; como defensor implacable de las libertades y luchador contra el capitalismo construido sobre la brecha, cada vez mayor, entre la burguesía dominante y cada vez más autoritaria, y la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadoras, que sufren con desigual dureza los bajos salarios, el paro y la carencia de toda clase de recursos.

Querido Paco, allí donde estés, tú te anticipaste y luchaste contra esta realidad. Decía Tolstói, en 1900, en su obra Contra aquellos que nos gobiernan: «La situación del pueblo no podrá mejorarse si los trabajadores y los individuos de la clase privilegiada no comprenden finalmente que cuántos quieran servir a los hombres deben sacrificar su egoísmo, y que si realmente desean apoyar a sus semejantes y no satisfacer sus codicias personales, deben estar dispuestos a cambiar por completo su vida... y a aprestarse, en fin, a desafiar la persecución por el desprecio de las leyes».

Y, ¿cómo no citar al profesor, también fallecido, Josep Fontana y a su obra El futuro es un país extraño, en la que describe la crisis social que vivimos en el siglo XXI? Más allá de las certeras citas de Stiglitz sobre los «padecimientos que sufre Europa», en particular, los «jóvenes y los pobres», es necesario destacar, en memoria de Paco, que los poderosos «tal vez no hayan calculado que los grandes movimientos revolucionarios de la historia se han producido, por lo general, cuando nadie los esperaba y, con frecuencia, donde nadie los esperaba». Confiemos, querido Paco, que así sea.

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