
Antoni Vives fue el lugarteniente fiel del alcalde Xavier Trías en una Barcelona que por entonces (2011-2015) estuvo en el punto de mira de la Fiscalía Anticorrupción por diversos motivos.
Vives fue el teniente de alcalde de urbanismo y, en el desarrollo de su cometido, los fiscales, la policía y los jueces detectaron numerosas irregularidades y le incriminaron por presuntos casos de corrupción. En uno de ellos, Antoni Vives fue condenado en sentencia firme. El que fuera teniente de alcalde reconoció los hechos, lo que le supuso asumir dos años de condena (que no cumplió en la cárcel) por haber contratado a una amiga para una empresa pública municipal de la que cobró 155.000 euros, pero a la que nunca se vio en su puesto de trabajo. Vives tuvo que hacer un cursillo redentor de ética pública para evitar la cárcel.
Además, este convergente experto en urbanismo y en gestión de fondos públicos permanece imputado en el llamado caso de 3%, que se centra en la financiación irregular de la antigua CDC por parte de personas y/o empresas vinculadas con fondos públicos que acababan en el saco del partido que presidió, Jordi Pujol.
Vives puso tierra de por medio
Pero ¿qué ha sido de aquel hombre llamado a ser uno de los líderes emergentes de una futura CiU y que estaba dotado de relaciones y del pedigrí indispensable para ello?. Vives parece que superó el desgate que supuso para él su mediática detención por parte de la Guardia Civil. Además, parece que vendió con éxito, a quien quiso oírle, que Barcelona se estaba convirtiendo en una “Smart City” (ciudad sostenible e inteligente) y que él era el mago que lo había conseguido. La familia real saudí le compró el discurso y le contrató para que gestionase una parte sustancial de un proyecto vanguardista y único impulsado por el gobierno de ese país. Se trata poco menos que de la creación de un nuevo país dentro o bajo el amparo de otro país que es Arabia Saudí. Este país nuevo y prefabricado dispondría de todos los estándares de bienestar, protección del medio ambiente y de cobertura social, hoy por hoy, casi inimaginables. Este país, conocido como Neom, es una especie de utopía que se está haciendo realidad. Es un reto o un capricho de la familia real saudí a la que le resulta imposible almacenar todo el dinero que tiene y genera. A partir de una pantagruélica inversión se pretende hacer de esa región lindante con el mar Rojo una zona de turismo y de residencia donde todo, absolutamente todo, esté previsto: el clima, el medio ambiente, la eliminación de residuos, la agricultura y ganadería sostenible y no contaminante, los servicios básicos (cultura, sanidad, ocio, trasporte) personalizados.
Vives se buscó la vida
Pues bien, Vives, según las fuentes consultadas por eltaquígrafo.com, parece ser uno de los cerebritos de este descomunal proyecto, de este mundo casi sacado de una novela de Julio Verne. Antoni Vives ha trasladado su residencia a Arabia Saudí y según parece allí está embarcado, a pie de calle, en la gestión y la dirección de los cimientos de un nuevo país.