Opinión

Carta al camarada Tamames

La opinión de Carlos Quílez para eltaquigrafo.com
photo_camera La opinión de Carlos Quílez para eltaquigrafo.com

Será por el decoro institucional. Será porque la ostentación de un cargo público relevante otorga necesariamente la obligación de mesurar el discurso. Será porque nuestros políticos son unos cobardes. Será porque en este país nuestro vale todo y lo esperpéntico no es lo insólito como bien nos enseñó don Ramon María del Valle Inclán. Será por todo ello, y seguro que por otras muchas cosas más, que uno no puede sino sobrecogerse ante la tibia respuesta que el hemiciclo del Congreso de los Diputados ofreció al octogenario, chaquetero político y economista, Ramón Tamames.

A los de mi generación, nuestros padres nos enseñaron que, a la gente mayor, a nuestros viejos, se les debe de guardar un axiomático respeto. Respeto por el mero hecho de serlo. Y a mí me agrada ese apriorismo y así se lo he enseñado a mis hijos. Creo que esta sociedad es muy injusta con nuestros mayores y éstos se merecen un reconocimiento y un mino del que no disfrutan. Pero mis padres me van a perdonar, porque la condición de anciano venerable que ostenta el señor Tamames no va a ser óbice para que manifieste mi más energético desprecio por lo que es, por lo que representa y por los oscuros intereses a los que sirve.

Haré pues, lo que no hizo el pulcro y profiláctico discurso del grueso de grupos políticos (a excepción, quizá, del portavoz del PNV, Aitor Esteban Bravo) a las palabras de ese anciano impostor, que se ha auto arrogado la bandera de la erudición y de la decencia política.

Un comunista revenido a mamporrero de la ultraderecha me suscita muchas consideraciones, ninguna, como es fácil suponer, positiva. Como poco cabe decir que o mintió antes o mintió ahora, porque ese bandazo (similar, aunque en sentido inverso al que protagonizó el delfín de Manuel Fraga, Jorge Verstrynge), es simplemente inaceptable e insultante. Eso como poco, porque durante su trayectoria profesional, Tamames ha dado muestras evidentes de que es un tipo indigno que, sin embargo, ha hecho del discurso de la dignidad política y profesional su bandera. Y los de Vox le han utilizado y el resto, así lo hemos comprado.

Por ejemplo, Tamames cobró una pasta gansa por un infumable informe pericial para cuya redacción fue contratado por Javier de la Rosa, cuando a éste lo imputaron por el monumental escándalo del caso ‘Gran Tibidabo’. A de la Rosa la fiscalía le acusó primero, y el juez le imputó después por apropiación indebida, estafa y falsedad documental. JR descapitalizó una empresa dejando sin un duro a cientos de pequeños inversores. Se apropió de miles de millones de pesetas y dibujó una serie de cortafuegos para que el látigo de la ley nunca le alcanzase. No lo consiguió, estuvo en la cárcel preventiva y fue condenado. Pues bien, Tamames elaboró por encargo ese informe que explicaba la pulcritud legal de la actuación de De la Rosa y criticaba, con su habitual flema y soberbia, a los operadores judiciales y a los técnicos de la Agencia Tributaria que descubrieron el extraordinario escándalo que protagonizó el financierio. 

Tamames se prestó a ello. Se prestó a poner el culo al servicio de la parte más siniestra del gran capital, ese contra el que luchó militante en los 70 y 80 cuando sus camaradas se dejaban la piel o la vida por la emancipación de las clases populares y contra la guadaña del franquismo. Ese franquismo, hoy reside en VOX y aunque a Tamames le debe de haber parecido divertido el show del Congreso (le situó en el “candelabro” cuando nadie, ni el mismo se lo imaginaba), no voy a dejar pasar la oportunidad de mostrar mi más enérgico desprecio, asco, y vergüenza ante tamaño personaje y ante la equidistante actitud de nuestros representantes políticos democráticos que le trataron con una normalidad que solo sumó a favor de Vox.

Tamames no merece respeto, el mío, desde luego, lo ha perdido. Seguramente porque nunca lo tuvo. Feliz senectud, camarada.

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