
Me gustaría no tener que escribir este artículo. Me gustaría que la realidad fuera otra. La mayoría de la treintena de detenidos en los últimos macro botellones celebrados durante las fiestas de La Mercè en la plaza de España de Barcelona son jóvenes de entre 15 y 25 años de origen marroquí, argelino o pertenecientes a colectivos antisistema. Jóvenes que aprovechan la muchedumbre para robar y abusar, siempre acompañados de la navaja como distintivo.
Me gustaría que las cosas no fueran así. Me gustaría, en definitiva, cortarles el grifo a los fascistas de Vox y dejarlos sin argumentos con los que nutrir sus soflamas xenófobas y de autoafirmación patriótico-excluyente. Pero estos jóvenes, tres o cuatro centenares, según la policía, se empecinan en reírles las gracias al fascismo. Y éste, el fascismo, se ríe con ellos porque son una fácil justificación.
Los jóvenes que la han liado parda en la plaza de España tienen el mismo perfil de los que la liaron en Tiana, en Bellaterra y en las manifestaciones a favor del rapero Pablo Hasél en Barcelona. Jóvenes sin futuro, con antecedentes y sin principios (ni si quiera como para cambiarlos, si éstos se evidenciaran como inútiles), que hacen el mismo esfuerzo por no incorporarse al nuevo mundo, como hace el nuevo mundo en no aceptarlos.
Pero la realidad es una. Y los políticos de izquierda tratan de poner paños calientes ante la evidencia. Y los de la derecha (catalana y española) y de la ultraderecha se frotan la manos mientras la sociedad, silenciosa, contempla el espectáculo desde la valla del corral; viendo como los acontecimientos van de aquí para allá como gallinas decapitadas y ensangrentadas chocando unas con otras.
Me toca informar con hielo en el estómago, sabiendo que, tipos engominados en sus oscuros despachos situados en las cloacas del mal se frotan la manos a mi costa. Pero las cosas son como son y algunas de ellas conviene que se sepan, aunque duela, aunque se ceda terreno ante el enemigo, pero, quizá así, ayudemos a tomar coincidencia de una realidad, que nos escuece en lo ideológico, pero que por muchos paños calientes no la vamos ni a solucionar ni a silenciar.
El problema criminógeno que suscitan estos 400 jóvenes se está enquistando, se está haciendo grande y requiere una solución, un plan de actuación urgente para evitar que la metástasis se acelere y, en ese terreno fétido y fértil, impedir que las flores del mala del fascismo sigan creciendo vigorosas.
Cosamos la herida, que es urgente, e inmediatamente, analicemos y acometamos porqué ésta sangraba.