Opinión

Garzón afila la navaja

Ilustración de Pepe Farruqo para eltaquigrafo.com
photo_camera Ilustración de Pepe Farruqo para eltaquigrafo.com

Juez estrella por antonomasia. El más grande, el más mediático, el que atraía los líos y las polémicas como si se tratase de una forma de relacionarse con ese mundo hostil contra el que luchaba, junto al que vivía y al que servía.

Baltasar Garzón amenaza con volver. A algunos dictadores, narcos, agitadores sociales, terroristas o corruptos con carnet político y con billeteras con sello del Ibex, se les ha subido de nuevo el párkinson a las falanges de los dedos de sus manos. Vuelve (o quiere volver) su bestia negra, el tipo que sólo por joder, por llevar la contraria, por… “¿a qué no eres capaz de…?”, era capaz de tirarse a la espalda cualquier insólita o inimaginable cruzada (que se lo digan, sino, a Pinochet) con el único escudo de su gabardina blanca, su cohorte de periodistas aduladores y del pánico escénico que sabía dibujar como pocos y que tanto avergonzaba a quienes, como el exfiscal, José María Mena, preconizaban lo de “por Garzón, pero sin Garzón”.

Garzón, de vuelta

Garzón quiere volver peinando ya las canas de la madurez. Más resabiado si cabe, dolido, aunque ha aprendido a no desmostarlo, ni a mostrar sus cartas a quienes le profieran admiración y respeto y le aclamen en tertulias y columnas por acción o por omisión en caso de regreso a la carrera. Da la sensación de que durante su reciente travesía por el desierto Garzón han encontrado la mirada certera que le permite saber quién es el enemigo y bajo qué manta se esconde. Eso le hace aún más peligroso para el sistema y más atractivo para la prensa.

El enemigo de Garzón es el mundo. También el mundo criminal. Si vuelve, aquellos que más le sonrían cuando rebase el umbral de la Audiencia y los primeros que se lancen escribir glosas de bienvenida, son los futuros traidores. Y lo sabe.

Enemigos dentro y fuera de la ley

A los que va a escocer mucho la eventual imagen de un Garzón con toga y maguitos de juez no son sólo los que por oficio tienen el ser enemigos de la ley, sino, paradójicamente, aquellos otros que viven retozando con ella, invocándola como un mantra, aprovechándose de la norma como lo hacemos con el Cebralín cuando una inoportuna mancha de aceite recae en nuestra solapa: me la sudas, pero te apretaré cuando tenga un problema.

Garzón es único, un tipo imperfecto que ha bajado tantas veces a donde anidan las ratas que, irremediablemente, dicen que se ha dejó engatusar por alguna de ellas. Veremos si eso no le acaba pasando factura. Dicen que sus enemigos ya han abierto la caja fuerte.

Ganas de incordiar

El exjuez es un tipo muy amado de sí mismo, afirman quienes le conocen. Con mal revolver, aseguran quienes le conocen mucho, pero con todo y a la postre, resulta un personaje indispensable y maravillosamente estentóreo en un mundo de seres togados, adoctrinados y peleles que viven “fresquitos en verano” y “calentitos en inverno” al son del “no news, good news”.  

Crece del murmullo en los corrillos jurídicos, judiciales, políticos y económicos de Madrid. Garzón ya volvió una vez y lo hizo hecho una furia (y entonces no le había dado por la pala, simplemente le engañaron). Por entonces, su hiperventilación justiciera llegó a tal extremo que ordenó esposar a dos octogenarios obesos y con problema de deambulación, acusados de delitos de “moqueta” (Macià Alavedra y Lluís Prenafeta). Fueron detenidos en el marco del “caso Gramepark”. Dos veteranos y afamados fiscales que le desprecian (a Garzón, digo), festejaron tal atropello a base de gin-tonics. Tuvo que venir Garzón a hacer lo que ellos no fueron capaces (…a detener a aquellos mangantes, quiero decir).

Ahora puede volver. No parece creíble que el exjuez regrese con borrón y cuenta nueva. No hay desmemoria para los puñetazos en el hígado, aunque algunos de  éstos fueran merecidos.

¡Que empiece la fiesta!

Veremos que dice el Ministerio de Justicia y el CGPJ al respecto del eventual regreso de Garzón a su puesto en el juzgado número 5 de la Audiencia Nacional. Garzón ha manifestado a eltaquígrafo.com que si se ponen de perfil recurrirá a los Tribunales. Pronto lo sabremos. Mientras no salte la noticia, cabe aventurar que la justicia será más divertida con Don Baltasar en activo. Cabe suponer que si regresa a su juzgado, los grandes bufetes de abogados se van a poner la botas y que la Fiscalía va a tener que decidirse entre zurrarle y amargarle la vida o en utilizarlo como siempre para llegar a donde sólo él y su narcisismo son capaces.

Hay que reconocer que el sólo hecho de llegar para incomodar al status quo político, económico y judicial ya es motivo suficiente de júbilo.  

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