
Rafael Pallardó es un empresario, intermediario, abogado y comisionista catalán que actuaba como “el hombre de los manguitos” para el presunto mafioso, Gao Ping, principal imputado en el voluminoso ‘caso Emperador’, que se sigue en la Audiencia Nacional y que está pendiente de inminente juicio. Pallardó, según la Fiscalía Anticorrupción española y según la Policía andorrana, llevó personalmente ingentes cantidades de dinero negro de Gao Ping a Andorra, país, en cuyas entidades bancarias, lo blanqueaban siguiendo las instrucciones de su jefe chino. Uno de los diversos bancos que instrumentalizó Pallardó para uso y disfrute de Ping fue la extinta Banca Privada de Andorra (BPA). Precisamente en estos días se aborda la que puede ser recta final del macro juicio contra 24 extrabajadores de esta entidad, a la que el Fiscal General de Andorra y el Presidente del Gobierno de este país acusan de ser “un nido de blanqueo” (entre otros, del dinero negro de Gao Ping).
Es un juicio curioso y en ocasiones esperpéntico. El fiscal general, Alfons Alberca, quien, por cierto, en breve abandonará el cargo porque fina su mandato, ha citado como testigo a Pallardó ¿Quién mejor que “el hombre de los manguitos” para que explique cómo se blanqueaba, supuestamente, dinero negro español (aunque en manos de un chino) en las lavanderías bancarias andorranas? Pallardó no declarará como imputado en Andorra, cuestión ésta que ni los más imberbes juristas se explican, estando, como está, imputado en la Audiencia Nacional. Pero no sólo eso. Rafael Pallardó ha comunicado el Tribunal de Corts andorrano que no le “va bien” prestar declaración. ¿¿No le va bien?? El presidente del tribunal que juzga a la antigua cúpula directiva de la BPA, el magistrado Enric Anglada, perplejo ante esta situación, reconoce que no se puede perseguir por incomparecencia a un testigo de una causa andorrana que reside en España. Por lo tanto, depende de la graciosa voluntad de Pallardó que éste declare o no en la causa.
Su declaración puede ser muy útil o muy desastrosa para las defensas o para las acusaciones. En definitiva, su declaración puede ayudar a que se haga justicia en el macro juicio BPA. Pero Pallardó tiene la última palabra o lo que es lo mismo: “tiene la sartén por el mango” sobre el futuro de unos ciudadanos imputados y que, en algún caso, han sido interrogados por el fiscal durante más de 40 días consecutivos.
El magistrado ha llamado por teléfono a Pallardó y le ha pedido que venga a declarar. ¿No les parece extraordinario? ¿No les parece caótico, surrealista, estentóreo y vergonzoso que este tipo de paradojas procesales (que un juez le pida a una testigo que venga a declarar), se produzcan en un país situado en la Europa de la modernidad?
Pallardó se ve que no reconoció el teléfono desde el que le llamó Anglada (da la sensación que de haberlo sabido, no lo hubiera descolgado). Y por lo que se dice, el hombre de Gao Ping le dijo al juez que, según sus deseos y compromisos, “quizá” comparecerá en la vista la semana que viene (a partir del día 12 de junio en adelante o cuando Dios provea).
Así están y así van los derroteros en el caso BPA. Tras la declaraciones de todos los acusados han quedado evidenciadas dos cosas: que el Código Penal andorrano se encoje y estira como un chiclé a gusto del consumidor y que, tras más de dos años de juicio (y lo que queda), aún no se conoce el origen criminal de ni un solo euro no declarados en España, que tipos como Pallardó y otros ingresaron durante años en la Banca Privada de Andorra con total naturalidad y sin que la autoridad fiscal y monetaria del país de los pirineos denunciase por irregular.