
Juicio por el “procés”: Hoy le toca el turno al numero dos de VOX, el abogado ultraderechista, Javier Ortega, ese hombre engominado, que habla como nos hablaba el NO-DO y que tiene pinta de teniente de la SS, vestido de bonito, con la vara de azuzar al jamelgo en el sobaco y una copa de champagne en la mano mientras saluda mostrando piñata blanca a las destacadas personalidades de una de aquellas fiestas aristocráticas en la Francia ocupada.
Dos estilos: la cortesía catalana, (si quieren impostada y pelín cínica como suelen ser los políticos catalanes cuando lidian fuera de casa) frente al engominado letrado ultra, acusador popular, cuyo desparpajo y discurso parecen sacados de un frasco de alcanfor llenado y lacrado durante el nacional-franquismo.
“Golpistas” (la ultraderecha hablando de golpismos. ¡Hay que joderse!, es el mundo al revés), “traidores”, “criminales” etc. etc. etc. serán las perlitas que nos regalará el teniente Ortega ante la mirada de los magistrados que conforman el tribunal.
Los jueces le van a escuchar con del mismo rictus de sopor con el que escucharon ayer el brillante alegato del abogado Salellas, miembro de la CUP, ese partido con cuyos desaliñados militantes los magistrados jamás querrían casar a sus hijas. Le miraran con sopor, si, pero sin acritud que… España nos une.
Ortega juega en casa. Eso cree. Y seguramente lo cree en base a algo más que indicios. Pero el engominado olvida que esta final tiene partido de vuelta y éste se juega en Estrasburgo. O quizá no. No lo olvida. Quizá le da igual, para cuando Europa enmiende la plana a la justicia española por desaforada y sospechosa, VOX habrá ganado una buena porción del pastel electoral y habrá vuelto a poner a la España “una, grande y libre” de Blas Piñar en el “candelabro” del poder.
Qué miedo, todo.