Opinión

Los mossos cumplen

mossos controlando a los  manifestantes del 21D en Barcelona
photo_camera mossos controlando a los manifestantes del 21D en Barcelona

Resulta paradójico que, lo que debiera ser normal, acabe siendo noticia. Si, el día 21-D los mossos estuvieron a la altura de lo que se espera de ellos. Su conducta lo fue, apegada a la ley y emanante de ella en defensa del interés general y de la seguridad de todos los ciudadanos.

Hubo quien dudó de ello. Me temo que hubo quien, incluso, deseó todo lo contrario pero se cumplió lo que no pocos auguramos: que la policía de la Generalitat no se iba a poner de perfil ni antes ni después del 21-D.

Especialmente resaltable el papel de los sindicatos. Estuvieron a la altura, instando a la plantilla a dar el do de pecho ante ese examen y, con ello, dejaron con el paso cambiado a la administración de Interior, humillada y evidenciada como lo que es: una camarilla política al servicio de una ley que sólo les gusta cuando les beneficia y que han de acatar en última instancia por temor a la prevaricación y al ridículo o a algo más grave.

La derecha con el paso cambiado

En el otro lado, los tres tenores (Casado, Rivera y Abascal) reclamando-implorando - exigiendo un nuevo 155 ante el desbarajuste y la deriva -¡cómo le gusta a la derecha española utilizar esta palabra para calificara al “procés!”- del gobierno de Torra, una vergonzosa debacle que iba a adoptar forma y rango de ineludible excusa el 21-D cuando los mossos se evidenciasen como burdos peones políticos al servicio de la revolución anticonstitucional -ninguna revolución se ha hecho con el concurso (y menos con el liderazgo) de la derecha-.

Los tres tenores esperaban que los mossos iban a bajar las porras ante sus “iguales”. La cosa ha sido bien diferente.

Los mossos, por convicción o por pragmatismo, (pónganles el porcentaje que quieran, el resultado de la ecuación es el mismo) se enfundaron por unanimidad el uniforme de la lealtad a la ley, la misma ley, por cierto, que permite al presidente Torra denunciar a quien le entra a robar en su casa, si algún inquilino no le paga la mensualidad acordada o si el vecino de enfrente vierte residuos al alcantarillado público que atraviesa el subsuelo de su barrio.

Sin 155

El debate no es si los mossos lo hicieron bien o lo hicieron mal el 21-D. La cuestión es que visto lo ocurrido el 21-D (los mossos actuaron desacomplejados y de acuerdo con parámetros técnicos y legales), los tres tenores se han quedado trastabillados, con el paso cambiado, con cara de bobos, sin argumento, sin excusa, sin justificación para implorar-reclamar-exigir la aplicación del 155 “mucho más duro, duradero” y, añado, testosterónico.

Hay que reconocer que Pedro Sánchez va aprendiendo con los años y a base de palos que es como dicen que mejor se aprende. El Presidente parece que hizo suyo el lema de los mossos: “La fuerza tranquila de la inteligencia”, frente a la hiperventilación de sus rivales (los españoles y los catalanes).

Pedro Sánchez “el listo”

Sánchez movió ficha ante el sacerdotal Torra y ganó por jaque en la primera jugada: los mossos hicieron lo que Sánchez -con la inestimable ayuda de sus nuevos asesores- previó y, en consecuencia, el president no tuvo más remedio que claudicar a la jugada del presidente.

Torra deambulaba por Pedralbes primero despistado y horas después, noqueado por las circunstancias y por su propia ensoñación profética e ineptitud política.

Estamos en manos de quien estamos. Y con esos bueyes hemos de arar. Tenemos, dicen, lo que nos merecemos. Pero de momento, los mossos nos han dado a todos una lección: la del honor profesional y la del sentido común.

Ahora contemplaremos como desde todas las siglas, cuchillo entre los dientes , van a tratar de sacar partido de ello.

Testosterona contenida

Mientras tanto la policía de la Generalitat continúa trabajando con miserables medios, miserables condiciones laborales, con la petición de innumerables reivindicaciones sociales y salariales y con la falta de cariño y consideración de sus jefes políticos que, todo sea dicho de paso y para consuelo de desconsolados, como todos los jefes políticos, a dios gracias, tienen una vertiente positiva: son efímeros.

Incluso el padre espiritual de estos tres almidonados jinetes de la apocalíptica derecha española, Don José María Aznar, (adalid azuzador del clamor que exigía a un nuevo 155 “como dios manda”), lo fue. Efímero. A dios gracias.

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