Opinión

Periodistas que blanqueamos

La opinión de Carlos Quílez para eltaquigrafo.com
photo_camera La opinión de Carlos Quílez para eltaquigrafo.com

En términos periodísticos ¿Qué se entiende por blanquear una noticia o a un personaje? Pues básicamente se trata de transformar una información en un spot publicitario. Se puede blanquear de forma abierta o de forma encubierta. Se puede hacer por amor al arte o a cambio de una prebenda. Se puede blanquear por militancia ideológica, política o religiosa y se puede no hacerlo por el mismo motivo.

A vueltas con lo del “blanqueo” me viene a la mente una frase que me dijo hace ya años ilñaki Gabilondo: “Hay que acercarse a la fuente, a la cloaca, aunque te muerdan las ratas”. Me explico….

Es recurrente la crítica al periodista cuando da altavoz a aquel cuya existencia una parte de público no desea, aunque lo que diga, como lo diga y en el momento en que lo diga tenga un notorio, especial e incuestionable interés.

Le ha pasado a Jordi Évole. Al periodista se le ha puesto a parir por una excelente y valiente película documental cuyo protagonista es un terrorista de ETA llamado Josu ternera.

Si le damos la vuelta al calcetín, encontramos más de lo mismo en el caso de Pablo Motos ¿recuerdan cuando entrevistó por primera vez a Santiago Abascal, esa suerte de cid campeador, adalid de la ultraderecha más rancia imaginable? ¿De verdad hemos de vivir de espaldas a la realidad como una forma de ser éticamente pulcros?

Antes del verano, la reputada periodista Mayka Navarro publicó en los medios en los que colabora la excelente entrevista que mantuvo en la cárcel con el futbolista acusado de violación Dani Alves. Navarro fue acusada en diversos foros feministas y en otros estrictamente periodísticos, de “dar altavoz al agresor y despreciar a la víctima”. Quienes conocemos la trayectoria de Mayka sabemos que esa acusación es poco menos que un insulto a una mujer entregada en la defensa de la verdad y el apoyo a las víctimas del delito. Pero lo que queda es que la Navarro blanquea a un violador…

Germán González, periodista de El Mundo, entrevistó a Carlos Navarro, “el Yoyas”, condenado por violencia de género, prófugo de la justicia. Otro que blanquea. Por cierto, muchas críticas a Germán, pero todos se hicieron eco de su entrevista.

A quien suscribe se le acusa de blanquear a Rosa Peral, la mujer condenada por asesinato en el llamado caso de la Guardia Urbana. La acusación en sí misma me resulta irrelevante, no así el hecho de que algunos-as de los que de ello me acusan pertenezcan a esta profesión que tanto amo y que tanto cuestionamos.

Sí, se trata de compañeros-as periodistas que intentaron entrevistar a Rosa Peral, (ni más ni menos que como yo), y que no lo consiguieron. De ahí parten muchas de las críticas, de esa mediocridad de quien necesita exorcizar su envidia criminalizando al prójimo.

Eso de lo que se me acusa no es nuevo. Sí, es gratuito y envenenado, pero no es nuevo, reaparece cada vez que surge un titular del crimen de la Guardia Urbana y yo ando cerca de ahí para explicarlo. Hace poco, con el caso Peral otra vez en el candelero por la emisión del documental y la serie de Netflix, logré entrevistar a la ex agente condenada. De nuevo los envidiosos tuvieron un repentino ataque de urticaria. Urticaria hacia mí y no hacia Ricard Ustrell, compañero de Catalunya Radio que también logró hacerse con declaraciones de la protagonista en una magnífica entrevista.

Mi última entrevista a la Peral lanzó gasolina a la hoguera en la que los mediocres y sus correspondientes parcelas de opinión publica aborregada tratan de destruir lo que no es más que un trabajo periodístico. Subjetivo, sí, (como todos) pero honrado y en el que se prima el interés general, que es lo que impulsa cada día a quien suscribe tras más de 30 años de ejercicio profesional en los juzgados, tribunales, cárceles y comisarías de este país.

Pero eso no se pondrá nunca en valor. Lo más bonito que la mediocridad ha sido capaz de fabricar es que la Peral y yo hemos tenido un lío sexual o, como dijo una veterana estrella televisiva “ese, es otra víctima de Rosa Peral” o como he leído a un expolicía con ínfulas de psicólogo que ha escrito un libro sobre crímenes: “el periodista Carlos Quílez parece enamorado de ella y de su poder de seducción”. Claro, si no, no se explica que la mujer que más ríos de tinta, libros y espacios de televisión ha protagonizado en los últimos 30 años de crónica criminal, me haya concedido más de 20 entrevistas en la cárcel (de las que, por cierto, guardo otras tantas cartas; son sus relatos que algún día verán la luz con reveladoras confesiones).

“Quílez cayó en las fauces de la vampírica Peral” ¡me encanta! Mejor decir eso a decir simplemente que Quílez intentó y consiguió acercarse lo suficiente a una fuente de información que antes y ahora exhalaba un abrumado interés informativo. Las conclusiones a las que he llegado, siempre muy particulares y sujetas a error, naturalmente, ya las conocen: no sé si Rosa Peral lo hizo. Sí sé que no ha sido justamente juzgada y que la sentencia presenta muchas lagunas que he tratado de señalar en el pódcast “Sumario Abierto”, de El Español, llamado “Desmontando el crimen de la guardia urbana”. Si no gusta mi punto de vista, hay otros.

La periodista Sonsoles Onega, conductora del programa “Y Ahora Sonsoles” de Antena 3, entrevistó hace unos días al padre de Rosa Peral. Lo hizo en el momento de mayor interés informativo y en medio de una gran expectación. Pues bien, Sonsoles fue acusada de blanquear al padre de Rosa Peral simplemente porque lo entrevistó. Ni más ni menos. Una entrevista que desagradó a aquellos que no piensan como el padre de Rosa Peral ni a los periodistas que intentaron, pero no consiguieron, sus declaraciones. La entrevista contenía todos los requisitos de calidad, interés y oportunidad con los que trabaja a diario la reputada periodista. En fin…

Por si resulta de interés concluiré diciendo que, en general, en estos más de 30 años de oficio no soy muy consciente de haber “blanqueado”. Si lo he hecho, lo he dicho. Y si lo he hecho conscientemente ha sido en la mayoría de los casos para ensalzar y glosar a aquellos que suelen estar en el vagón de cola.

Desde luego, hoy más que nunca, desprecio el periodismo a carril, y, por el bien de la profesión, reclamo que los gacetilleros irreverentes acusados de blanqueo, me gusten o no, sigan fieles a sí mismos.

Los mediocres no saben levantar las alfombras que es justo donde se esconde la porquería que interesa. Hay que acercarse a la porquería, aunque nos muerdan las ratas y nos malmetan los envidiosos.

 

Comentarios