Opinión

Alarma en el mundo del corazón

Alarma en el mundo del corazón
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Clara Chía rebuscaba entre mis pertenencias cuando sonó una alarma. La misma que sonó en el mundo del corazón cuando Jorge Javier Vázquez comenzó su nuevo programa 

El otro día me encontré a alguien rebuscando en mi bolso, y cuando fui a detener el supuesto robo, me di cuenta de que se trataba de Clara Chía. Quien me conoce sabe lo pesada que puedo llegar a ser con las alarmas de mi teléfono móvil. Pongo alarmas para todo: para recordarme que tengo que contestar un correo electrónico, un mensaje de WhatsApp o que debo escribir este artículo para El Taquígrafo. Las alarmas del teléfono son mi secretaria personal. Y el impertinente sonido llevaba un buen rato molestando a todo el mundo cuando Clara fue a apagarla. No era un robo, sino alguien que quería encontrar al culpable de ese desvarío en horas de silencio. Y eso me lleva a pensar en el paparazzi Jordi Martín, al que Chía acusa de acoso por perseguirla a todos sitios. Conozco a Jordi y sé lo intenso que puede ser, tanto como buena persona. Espero que ambos lleguen a un acuerdo y que la sangre no llegue al río.

Y hablando de guerras, la que se avecina en el mundo del corazón. "Fui capaz de saber exactamente qué ocurrió y quiénes participaron para que eso sucediera. Lo sé perfectamente. No olvido, pero tengo que decir que vuelvo sin ningún tipo de ánimo revanchista." Así se expresó Jorge Javier Vázquez en su regreso a la televisión. Vestido como el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, y en un plató inmenso, estrenó “Cuentos chinos” y volvió el entretenimiento a la pequeña pantalla, hasta que, a medida que pasen los días, retome el pulso a la actualidad y ponga en su sitio a todos aquellos que se conjuraron para hacerle caer. Vázquez es Edmundo Dantés en "El Conde de Montecristo", aquel maravilloso personaje de Alexandre Dumas, que vuelve del ostracismo para vengarse de aquellos que le traicionaron. Así es la vida, y así nos la han mostrado en estas semanas los personajes del corazón: Isabel Pantoja y Chabelita, con sus guerras paternofiliales; o Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana con su particular inquina judicial.

Iniciado el juicio contra Arantxa Sánchez Vicario, comprobamos que esta señaló a su exmarido, Josep Santacana, como cooperador necesario, algo que también ha hecho el Banco de Luxemburgo en su acusación. La primera querella se presentó solo contra la tenista, pero a los pocos meses la ampliaron contra su exmarido, que tampoco se quedó corto en sus manifestaciones a la prensa: "No es cierto que Arantxa sufra dificultades económicas. Es una estrategia de cara al juicio para dar pena. Vive en un apartamento de lujo junto a la bahía de Miami, a 200 metros de la casa de Enrique Iglesias. E insiste en llevar a los niños a colegios privados. Tiene su patrimonio oculto". ¡Qué majos ellos! Aunque no todos actúan así, otros perdonan y demuestran que la empatía es más importante que el deseo de venganza, como Vázquez dijo que haría en su programa. Está por verse.

Las profecías no se equivocaron. Hace dos martes lamentaba la muerte de María Teresa Campos y de María Jiménez escribiendo que existe una extraña superstición que advierte que cuando muere una leyenda, se van tres de golpe. Esperaba que no se cumpliera, pero al final, el mal fario ha vuelto al mundo de la comunicación: nos ha dejado otro de los grandes, Pepe Domingo Castaño.

Y antes de volver a Lleida, como casi cada fin de semana, para estar con mi familia, cené en el restaurante Botafumeiro. Nos atendió Jesús Pérez, el eterno, fiable y genial jefe de sala. Cuando entro en Botafumeiro, siempre me quedo embobada mirando las fotografías de los grandes genios que han pasado por allí. Mientras nos ubicaban en mi mesa preferida, aprovechando que vi en las fotos a Julio Iglesias, casi en pantuflas, como si estuviera en su casa, no pude dejar de preguntar sobre él. "Se paraliza el restaurante cuando entra a cenar", me dijo Pérez, que se negó a ampliar la información por confidencialidad. Únicamente pude hablar de Moncho Neira, el dueño de Botafumeiro, y de los mariscos que Julio Iglesias tomaba cuando venía a Barcelona, y me lo quedo para mí. Y es que el cantante cumplió 80 años el sábado, que se resumen en una canción: "soy un truhan, soy un señor".

Y ya en casa, en mi tierra, desayuno con mi padre, quien me pide que escriba sobre Julio. Hace pocas semanas, Salvador Sostres escribió un artículo en "ABC" titulado "El padre de Claudia". Me encontré con Salvador en el aeropuerto de Barcelona yendo a cubrir la victoria del Mundial femenino hacia Ibiza -él se iba de vacaciones, y cuando hablamos de las relaciones padre e hijo, se sintió tan reflejado en el cuidado con el que mis padres me protegen desde la distancia que hizo un paralelismo con su propia hija, María. Sostres cuida a María, doy fe de ello, como cualquiera querría que su padre hiciera. Y yo no puedo hacer otra cosa que lo que mi padre me pide: felicidades, Julio.

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