Opinión

Doble identidad: realidad vs. redes sociales

La conexión permanente y el uso de redes sociales se ha disparado entre los más jóvenes   /   Freepik.com
photo_camera La conexión permanente y el uso de redes sociales se ha disparado entre los más jóvenes / Freepik.com

Por más que intentemos escapar, a veces resulta imposible hacerlo. Las famosas cookies nos persiguen y parecen conocer más de nuestra vida que nosotros mismos. Algo parecido ocurre en redes sociales, donde cada vez son más quienes buscan likes y seguidores y están dispuestos a todo para conseguirlo.

Hace unos días, mientras removía el azúcar en mi café y desayunaba en el exterior de una de mis cafeterías preferidas, no pude evitar dejarme llevar por la conversación de un grupo de mujeres que acababan de dejar a sus hijos en la escuela. Me llamó la atención el comentario de una de ellas que explicaba con orgullo que su hija quería ser influencer. Esta figura, tan reciente como desconocida para algunos, es el gurú de muchos jóvenes que aspiran a obtener el reconocimiento de su red de contactos. Puede que sea esa la razón por la que muchos navegan durante horas en Internet y se pierden en comentarios y likes tratando de ser quienes no son.

TikTok, Twitter, Facebook, Instagram o WhatsApp son solo algunas de las tantas redes sociales que a diario acaparan la mayor parte de nuestro tiempo. Llegados a este punto, no puedo dejar de mencionar los famosos retos virales. He oído hablar de tantos que ya he perdido la cuenta y aunque no me preocupa excesivamente cuántos ni cuáles son, sí me inquieta su popularidad, especialmente entre la gente joven.

La falsa impunidad de la red

Disfrazados de propuestas divertidas y bajo la apariencia de simples pasatiempos, acaban convirtiéndose en una práctica peligrosa que ya se ha cobrado la vida de cientos de jóvenes. Recuerdo el famoso reto ‘Momo’. Una mujer de ojos saltones y apariencia horripilante invitaba a los menores a escribir por WhatsApp a un número desconocido. Como no cabía esperar otra cosa, los usuarios acababan recibiendo amenazas e imágenes violentas, causando un terrible temor que permitió robar datos de cientos de usuarios e incitó al suicidio de alguno de ellos.

Los peligros de los retos virales van mucho más allá. Esta aterradora práctica nos despoja de quienes somos, nos convierte en marionetas al servicio de mentes perversas que solo buscan divertirse destruyendo la vida de los demás. Nos vuelve frágiles e indefensos, causando un profundo vacío que, desgraciadamente en muchos casos, solo el suicidio es capaz de tapar.

Internet y realidad, espacios conectados

Nunca he sido partidaria de volcar mi vida personal en redes sociales y me mantengo firme en mi decisión, a pesar de los intentos de amigos y conocidos por cambiar mi parecer. Y aunque hay quienes sostienen que no estar en la red de manera activa es sinónimo de no existir, prefiero correr ese riesgo a dejar en manos de algoritmos aspectos de mi vida más personal.

La red nos hace sentir poderosos y nos despoja de nuestros mayores miedos hasta que ese estado de excitación y euforia por la popularidad conseguida cae en picado y es entonces, solo entonces, y mientras intentamos reponernos tras la terrible caída, cuando nos damos cuenta de que hemos perdido completamente el control.

Las posibilidades que nos ofrece la red son infinitas y el mundo digital ha llegado para quedarse, pero está en nuestras manos aprender a aprovechar este espacio de conexión para sacar lo mejor de nosotros mismos. Si nos perdemos en la superficialidad, si nos dejamos llevar por las tendencias y las modas sin atender a las consecuencias, terminaremos por deshumanizar por completo a las personas y, sin duda alguna, acabaremos convirtiéndonos en nuestro peor enemigo.

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