
Dicen que los ojos son el reflejo del alma, pero a veces no es suficiente con mirar a alguien para saber quién es. Las palabras no son prueba suficiente, pero sí los hechos. A través de nuestra actitud y comportamiento podemos conocer mucho más sobre quienes forman parte de nuestro círculo más cercano sin dejarnos engañar por el lado más amable que nos quieren mostrar.
Hace pocos días terminé de ver la película “Mi amigo Dahmer” (disponible en Amazon Prime Video), una entrega magnífica que desmenuza los inicios del que acabaría siendo uno de los asesinos en serie más temidos en Estados Unidos: Jeffrey Dahmer. “El Caníbal de Milwaukee”, como fue bautizado, acabó con la vida de 17 hombres. El film relata la adolescencia de Dahmer, un joven incapaz de empatizar con sus compañeros, solitario y gris, fascinado por los animales muertos y atraído por los hombres. La personalidad de Dahmer se alimenta de un ambiente familiar hostil con unos padres que acaban separándose, unos compañeros de instituto que lo animan a realizar gamberradas carentes de sentido, y a las que él accede con tal de encajar, y una cruel afición a maltratar animales. Todo ello, unido a su falta de autoestima y problemas psicológicos, le fue arrastrando cada vez más deprisa y en espiral hacia la pérdida de control absoluta, culminada en locura.
Las apariencias engañan
Acabar siendo un asesino en serie, ¿es o no casualidad? Las experiencias vividas durante la infancia y adolescencia forjan una personalidad que inevitablemente explican nuestro comportamiento de adultos. ¿Podemos cambiar el desenlace final? No siempre es posible. La predisposición genética a padecer ciertos trastornos mentales es un fuerte condicionante que no en todos los casos va a ser posible manejar. A Jeff Dahmer le fueron diagnosticadas tres enfermedades: Trastorno Límite de Personalidad, Trastorno Esquizotípico y un Trastorno Psicótico.
Pasó desapercibido durante años y logró esquivar a la policía. A pesar de su peculiar mirada y extraño comportamiento, nadie lo percibió como una amenaza. Dahmer fue a la universidad y sirvió como médico de combate en el ejército, hasta que el alcoholismo se convirtió en un problema.
La película realiza un retrato revelador y extraordinario, gracias a la magnífica interpretación del protagonista, de la personalidad de Dahmer que va adquiriendo forma y encajando dentro del cuadro clínico de estos trastornos mentales. Una entrega inédita que invita a reflexionar sobre la crueldad del ser humano mientras recorre los pasos que siguió Jeff Dahmer hasta convertirse en el monstruo de Milwaukee.