Opinión

Lealtad al grupo: muerte como moneda de cambio

Jóvenes pandilleros detenidos en Madrid  /   Imagen de archivo
photo_camera Jóvenes pandilleros detenidos en Madrid / Imagen de archivo

Quienes se crían en un entorno hostil, acompañado de violencia, marginalidad y delincuencia aprenden a desarrollar un estilo de vida alejado de los valores culturales y sociales e inician una carrera delincuencial que, tarde o temprano, acaba con su propia vida. La frustración y la desesperación conducen a cientos de jóvenes a militar en las filas de bandas juveniles violentas que prometen ser la solución a sus problemas, aunque desconocen que la moneda de cambio es su libertad y su propia vida.

La muerte de dos jóvenes de 15 y 25 años en Madrid ha vuelto a abrir el debate sobre la amenaza de las populares bandas latinas que continúan engrosando sus filas con jóvenes dispuestos a matar por defender a los suyos. No tienen miedo a la muerte porque la falsa sensación de pertenencia al grupo y de protección actúa como recompensa, haciéndoles partícipes de lo que autodenominan una “familia”. Justamente esa falta de arraigo social y cultural por la que atraviesan cientos de jóvenes es el empujón decisivo que los conduce a introducirse en prácticas peligrosas que los propios miembros de las bandas difunden a través de redes sociales.

Además, cada vez es más habitual encontrar a menores de edad y no se trata de un hecho casual, ya que precisamente los cabecillas muestran especial interés por reclutar a niños menores de 14 años debido a su inimputabilidad.

Navajas, machetes y otras armas blancas

Y ya no es solo miedo y terror lo que difunden, sino también preocupación entre los vecinos que observan atónitos la violencia que se desatan semanalmente en las calles de su barrio. Les basta y les sobra con una navaja, machete u otra clase de arma blanca que adquieren en cualquier armería sin ningún tipo de restricción ni limitación de edad. El peligro real empieza ahí, justamente en esa facilidad para adquirir una arma blanca que puede acabar (y de hecho lo ha hecho) arrebatándole la vida a alguien. Y es que, además de la violencia que hostigan y proclaman, el deseo irrefrenable por conquistar los territorios los conduce a iniciar una venganza infinita bañada en sangre.    

Sin refuerzos ni medios

La futura Ley de Seguridad Ciudadana tampoco deja bien parados a los agentes a la hora de controlar este tipo de enfrentamientos entre bandas. El nuevo texto restringe los cacheos “cuando no se trate de urgencia por riesgo grave e inminente par a los agentes”, limitando la intervención de la policía y frenando la eficacia de sus actuaciones contra las bandas latinas. Paradójicamente, se pretende controlar la violencia y la guerra desatada entre las dos principales bandas latinas instaladas en Madrid mediante un texto legal que precisamente pretende limitar la capacidad de la policía de realizar cacheos generalizados a grupos como las bandas.

Mientras tanto, jóvenes de todas las edades y nacionalidades, provistos de machetes y armas que esconden entre su ropa, continúan atemorizando a una ciudadanía cada vez más harta del desamparo y la inseguridad.

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