
La dimisión de la concejala Montserrat Gual es la punta del iceberg de este escándalo en el que se ha visto envuelto el Ayuntamiento de Vilassar de Mar (Maresme) tras organizar una gincana de contenido sexual destinada a jóvenes de entre 12 y 30 años.
Untar con miel y nata un plátano y lamerlo, colocar un preservativo con la boca en un palo, reproducir posturas del Kamasutra y hacer penes y vaginas con plastilina fueron algunas de las actividades a superar por los participantes, entre los que había menores de 12 años. Pero no solo el contenido de las pruebas ha desatado la polémica. La mayor sorpresa se la llevaron los propios jóvenes, quienes acudieron al encuentro desconociendo el alto contenido sexual que aguardaba la gincana. Por supuesto, tampoco los padres conocían que sus hijos se verían involucrados en algo así.
Sin el contexto adecuado, sería fácil confundir la gincana con una película pornográfica. Pero mientras algunos seguimos sorprendidos, otros tratan de justificar un grave error (y no de comunicación, como sostienen los organizadores) que compromete el derecho a la libertad e indemnidad sexual de los menores.
¿Falta de educación sexual?
El Juliol Jove, como se conoce el espacio de actividades organizadas por el Espai Jove Can Jorba y responsables de adaptar las actividades a cada franja de edad, explican que las pruebas perseguían como fin “enfocar temas de salud y sexualidad” ante la falta de educación sexual que dicen tener los más jóvenes. Y aunque bien es cierto que cada vez se inician antes las prácticas sexuales, ¿qué manera es esta de educar? ¿Acaso creen que hacerlo a escondidas de los padres, sin aportar información sobre el contenido de las pruebas e involucrando a menores de hasta 12 años es forma de conseguirlo?
No. No todo vale y no es tolerable que hagan partícipes a menores de edad que, por muchas o pocas carencias que puedan presentar en el terreno sexual, se vean abocados a realizar actividades como las descritas sin advertencia ni conocimiento previo. No consigo encontrar justificación alguna a lo ocurrido porque en la educación y formación de los más jóvenes la figura de los padres no puede ni debe ser pasada por alto.
Más errores
No es para menos el malestar de las familias, quienes ya han iniciado acciones legales contra el Ayuntamiento y no solo por el contenido de la gincana, sino también por difundir sin el consentimiento ni autorización de los progenitores imágenes de los jóvenes mientras llevaban a cabo las pruebas. Parece mentira que a estas alturas en las que se promueve la libertad e identidad sexual más que nunca todavía sigan teniendo lugar acontecimientos que, lejos de acercarnos a ello, nos alejan aún más.